TAMAULIPAS.- “Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos”: Charles Dickens A 18 días de que las elecciones en Tamaulipas se celebren y la autoridad electoral anuncie el nombre del próximo Gobernador del Estado, los críticos llegan a la conclusión de que la política ya no tiene remedio.
¿Podemos creer esto? Y si es así, ¿a qué se han dedicado por tantos sexenios todas las diferentes fuerzas políticas que han participado en los asuntos públicos? Para llegar a semejante resultado, del que tampoco se requieren tantas luces mentales, afirman que la imagen perversa que refleja la política, conceptuada con una terrible capacidad de destruir millones de vidas o por lo menos aterrorizarlas, sigue tan campante al extremo de pensar que las campañas electorales, aquí y allá, no tienen ningún sentido.
De modo que sus protagonistas no tienen la mínima intención de que las cosas cambien y que mucho menos los pueblos del mundo lleguen a una fraternidad humana como lo propuso el Papa Francisco en su encíclica social “Fratelli tutti” en 2020.
En ella, el Obispo de Roma presentó su “sueño” de que surja una renovada humanidad fundada en la fraternidad universal y en el amor social, inspirada evidentemente en Jesucristo, pero donde también incluye a figuras humanas como San Francisco de Asís.
¿Pensarán algo de esto, sino como tal, al menos en su aspecto moral, los candidatos a la gubernatura de Tamaulipas? ¿Tendrán previsto en sus agendas políticas que si algunos líderes han logrado relegar sus intereses humanos o negarse así mismos, ellos también podrían ubicar al ser humano, en este caso a los tamaulipecos, como el centro de todas sus atenciones, esfuerzos y talentos?
DESTRUYENDO AL ADVERSARIO. ¿Y AL PUEBLO TAMBIÉN?
No vamos a exigir que la vida sobre la Tierra sea como aquel paraíso del que Dios expulsó a Adán y a Eva por la historia del pecado original tantas veces enseñada a lo largo de varios milenios por el libro del Génesis. No obstante, los políticos, y sea quien gane las elecciones del 5 de junio, están llamados a convocar al cambio en las estructuras sociales, políticas y económicas.
Caso contrario, el pueblo supondrá que por buenas que sean las propuestas expresadas en estas campañas, todo se reducirá a las prácticas terribles de que los grupos de poder continúen destruyéndose unos con otros.
Y que al final, como solemos decirlo, sea el hilo más delgado el que se rompa; es decir, que el pueblo, como el de otros estados o naciones, suponga que la sola presencia de los políticos implica opresión y sufrimiento a la población.
NO OLVIDEN QUE LA GENTE CONOCE LAS SOLUCIONES
Yo no creo sinceramente que Américo Villarreal, Arturo Diez Gutiérrez o “El Truko” César Verástegui tengan entre sus proyectos semejantes intenciones.
Sí creo, por el contrario, que la violencia y la crisis económica que se sufren son resultado de guerras en las más altas esferas del poder mundial, cuyos efectos han alterado el orden y desestabilizado la prosperidad de una entidad como la nuestra, frenando no sólo el crecimiento y la redistribución de la riqueza, a la que todas y todos tenemos derecho, sino a prohibirle al pueblo su activa participación y toma de decisiones en los gobiernos estatal y municipales. La determinación de que la ciudadanía deje sólo de aportar el voto para que un político ascienda al poder, debe concluir.
La verdadera democracia es la participación de la gente en las decisiones de los gobiernos. Una promesa que siempre figura, de alguna manera, en las campañas políticas, pero que a la hora de gobernar los del poder le echan tierra y les horroriza que los consejos ciudadanos tengan voz y voto, reales.
Gane quien gane la elección del 5 de junio, no debe olvidar que independiente de un gobierno, las organizaciones ciudadanas son las más eficientes formas de autoridad y administración en favor de los pueblos, pues aunque sea una verdad de Perogrullo qué mejor que la gente es la que sabe dónde están sus necesidades y sufrimientos. ¡Feliz miércoles!