TAMAULIPAS.- Nueve meses después de que el PAN se alzara con el triunfo en las elecciones del 12 de noviembre de 1995, el Delegado del partido en Tampico, diputado local Javier Gómez Pérez, decidió culminar la gestión como dirigente panista dando una demostración del espíritu democrático que reinaba en la organización.
Con ese propósito y en respuesta al sentir de las bases militantes, solicitó a la dirigencia estatal que convocara a la creación de un nuevo comité directivo municipal que sustituyera a la Delegación y mediante el ejercicio libre del sufragio eligiera al nuevo cuerpo directivo al que entregaría el mando partidista.
Gómez Pérez consideraba que las condiciones de unidad derivada de la contundente victoria que el PAN había logrado sobre el PRI resultaban propicias para fortalecer las filas del panismo renovando los cuadros por la vía del voto.
Extrañamente, el Delegado estatal interino de Acción Nacional, el Ingeniero Roberto Salinas Salinas, guardó silencio y cuando lo presionaron para que respondiera lo hizo en forma decepcionante y sorpresiva.
Mientras que los panistas tampiqueños daban como un hecho que convocaría a la asamblea para elegir al nuevo comité directivo, el 18 de agosto de 1996 llegó a las oficinas del partido en Tampico un enviado especial de Salinas para comunicarle al diputado Javier Gómez, mediante oficio escrito, que la Delegación estatal había acordado relevarlo del cargo designando en su lugar el diputado Enrique Navarro Flores, por lo que se le pedía que prepara la entrega a su sucesor en un término no mayor de cinco días.
Estatutariamente, la imposición de Navarro Flores como Delegado Municipal era legal. Sin embargo, en el ánimo del medio millar de ciudadanos que habían ingresado ese año a las filas blanquiazules porque el partido les parecía una opción real de cambio político, la medida les pareció desafortunada e indebida y por esa razón fue rechazada casi en forma unánime.
Agraviado por esta acción a la que consideraba injusta e injustificada, Gómez Pérez pidió a la cúpula panista tamaulipeca que le explicara el motivo por el que lo habían removido y la Delegación le concedió una audiencia el 9 de septiembre para darle una respuesta concreta a su petición.
Unos días antes de esa fecha, sin embargo, el Ingeniero Salinas se hizo entrevistar por un reportero al que declaró que Gómez Pérez no había sido removido, sino que “había renunciado por motivos de salud”, lo cual era completamente falso.
Javier pensó pedirle al Delegado estatal que le enviara una copia de la supuesta “renuncia” que nunca presentó para exhibir la maniobra ante la opinión pública, pero prefirió guardar silencio para no dañar la imagen del partido.
Los autores y beneficiarios de la operación trataron de minimizar las reacciones de inconformidad que los hechos originaron al interior de Acción Nacional, pero no pudieron ocultar que todo era producto de la embestida organizada por los neopanistas para arrebatar a los auténticos panistas el control político del partido.
La idea de hacer a un lado a Javier Gómez para imponer en su lugar a Navarro Flores como Delegado de la organización política tenía como objetivo inmediato manejar el proceso de elección de los candidatos a diputados al Congreso Federal de 1998 y entregar la nominación a uno de sus incondicionales.
El Doctor Juan Salem Masso y los integrantes de la de la vieja militancia panista estuvieron a punto de echarles a perder la estratagema, pero gracias a la influencia que la Senadora Carmen Bolado Del Real tenía en las cúpulas del alto mando nacional, lograron salvar el proyecto, aunque el costo político que el PAN se vio obligado a pagar fue muy elevado.jlhbip2335@gmail.com