TAMAULIPAS.- Algo debe reconocerse a quienes mueven los hilos de las dos alianzas en esta campaña por la gubernatura: en ambas esquinas comprendieron la magnitud de la batalla que están por enfrentar.
Más allá de lo que digan las encuestas en la recta final, en uno y otro equipo entienden que la competencia que protagonizarán el 5 de junio no se parece a ninguna otra elección que haya vivido Tamaulipas en la historia moderna.
Hace seis años, cuando el priísmo vivía sus últimos momentos en el poder estatal, el régimen ya presentaba evidentes fisuras que fueron abriendo la puerta a un candidato del PAN que finalmente arrasó en las urnas.
Más allá del mérito de la campaña de los “vientos de cambio”, era evidente que en aquel momento el enemigo, que unos años antes lucía todopoderoso, estaba anestesiado.
Para no ahondar en las versiones que apuntan a una traición cometida por muchos operadores priístas, ordenada dicen algunos, desde la Secretaría de Gobernación, digamos que la estructura del PRI se parecía más a un dinosaurio reumático que al monstruo electoral que supo ser años atrás.
Este 2022, Tamaulipas vive otro escenario.
Hoy nadie podría negar la fortaleza de Morena. Parece mentira que el partido que ahora presume de conformar una aceitada maquinaria proselitista, hace seis años con problemas pudo registrar unos cuantos representantes en las casillas, y obtuvo poco más de 30 mil votos en las urnas.
El partido de la 4T ha sabido conformar un equipo que promete no dejar ningún cabo suelto para el 5 de junio.
A Tamaulipas han llegado refuerzos que ya se encargan de la defensa jurídica de la elección, y operadores que se encargarán del despliegue territorial el día D, cuerpeados por personajes que caigan bien o no, conocen bien la geografía electoral de los 43 municipios, como José Ramón Gómez Leal, Olga Sosa, o Humberto Valdez Richaud.
Pero la candidatura del Truko Verástegui, respaldada por Francisco García Cabeza de Vaca este 2022 no es la de Baltazar Hinojosa-Egidio Torre Cantú del 2016.
El ejército morenista tiene en frente a un grupo político que no va a bajar las manos como lo hicieron por adelantado los priístas hace seis años.
Por el contrario, el régimen cabecista apelará a todas las herramientas a su alcance para lograr el triunfo; la prioridad es impedir a toda costa que Morena obtenga la gubernatura del estado, y para ello no están solos.
Así como sus adversarios han recibido refuerzos, la alianza PAN-PRI-PRD está respaldada por muchos grupos políticos y empresariales que ven en Tamaulipas uno de los últimos diques de contención contra la Cuarta Transformación en el norte del país.
Eso lo saben bien los morenistas que se están preparando para enfrentarlo.
Por eso el pronóstico para el 5 de junio y lo que resta de la campaña, mas allá del resultado, es una jornada de alta tensión.
Ojalá que en medio de la guerra que se anuncia, sean los votos los que se impongan.