TAMAULIPAS.- La noche nos hace volver al lado oscuro del planeta. Y también cada oscuridad y cada claridad tienen su lado oscuro lleno de incertidumbres. Lo visible incluso tiene su lado oscuro y estando en la luz en cualquier momento la situación de un asunto nos muestra su lado oscuro.
Siempre ocurre algo que nos hace vulnerables. Siempre nosotros mismos somos vulnerables a ciertas sustancias, la oscuridade es una de las más viejas.
Viajamos por la vida con esa inquietud nocturna que no controlamos y que despiadadamente actúa mientras dormimos. En el sueño la oscuridad envuelve el misterio con situaciones inexplicables, premoniciones fortuitas, inmensos recuerdos que no recordamos. Hay quienes caminan dormidos. Y quienes viven el sueño de su vida mientras caminan.
La oscuridad hace invisible a los objetos y comenzamos a sentirnos solos. Es posible que haya un vacío ahí donde con luz existe algo, ese algo que no andamos buscando. Puede ser que el espacio esté lleno de objetos que extraviamos.
En la oscuridad hay un ejército de gnomos, seres del más allá, entidades que vagan buscando su alma. Hay fantasía y misticismo, hay tendencia al delirio, a los cuentos de espantos aunque nadie haya visto uno. De noche los gatos lo han visto todo y en eso consiste su misterio.
Por ambición o por hambre el hombre enciende una antorcha y va al refri, somos los mismos de noche, nos parecemos y nadie nos reconoce. Luego de chingarnos un sandwich nos damos cuenta de que no estábamos solos, alguien desde la oscuridad nos estaba viendo. Pero eso el mundo no lo supo.
Todo va bien hasta que nos tropezamos con una piedra que estaba en el lado oscuro de la vida. Lo que está a un lado de nuestra vista y de nuestras preferencias. Lo que no alcanza la vista.
Tenemos que andar abusados para no chocar con un poste. Ampliamos la vista y vemos el horizonte en el momento en que dejamos de ver lo que pisan nuestros pies. Y al revés. Aprendimos a no repetir el error de quien resbala con una cáscara de plátano, o a justificarlo porque estábamos mirando el cosmos.
La noche es el otro lado de lo que vemos, la otra intención de la vida que no creemos y no vivimos en ella, pero ahí está con su posibilidad, con su mentira o con su cruel realidad. Lo oscuridad es el atrás, la oscuridad es el lado que sí damos vuelta a la manzana sabremos si está podrida.
Con la luz la oscuridad muestra su arte callejero y desaparece entre la gente. Cierras el puño y ahí está adentro. Cierras los ojos y ahí ha estado esperando. Pero la oscuridad está en los armarios, atrás de un biombo, bajo un mueble, en el rincón de un cuerpo.
Apagas la luz y el mundo arde. En la oscuridad se arma una fuga, se cruza una calle distinta a la del día. La oscuridad es una profesía. Al día siguiente se cumple la premonición que la luz hace evidente. El día es impecable, se presume la decoración urbana, pero cuando oscurece aparecen las luces led con sus negros pinacates.
La noche nos acecha durante el día y los ojos no se cansan de mirar y estar abiertos. Cuando oscurece, los ojos se cierran en automático. Es difícil sostener los pesados párpados.
La oscuridad sirve para establecer un negro claro y contundente en una vida de arcoiris. Los colores todos le tiran al negro. Le temen y hay artistas plásticos que recomiendan no utilizarlo. Suele ensuciar los papeles. Aunque nada es precisamente inmaculado sino al contrario, con el cuerpo llenos de gérmenes, no nos podrían poner bajo un microscopio para reconocernos.
Sin embargo en la oscuridad por el olor podemos vernos a los ojos, podemos tocar con el viento de un recuerdo, nuestra mente anticipa la luz y en la oscuridad increíblemente somos capaces de encontrar los lentes.
HASTA PRONTO.




