7 diciembre, 2025

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Noticias de la última guerra 

CRÓNICAS DE LA CALLE / RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA 

TAMAULIPAS.- Amar es descubrir que despiertas y que me tienes abajo de tus párpados, que estoy ahí en la primera palabra de tu boca.

Cómo no amar a una mujer como tú de seda, de tinta delgada, en el cielo de las últimas lluvias. En la semilla que descascara terrones de azúcar, mi amor es un barco extraviado que en tus labios es búsqueda. 

Dame tus dientes blancos, tus aretes en la penumbra, en la montaña de mis palabras, en las noches donde pasan las calles. Te he soñado muchas veces, y el sueño en el día se repite. Es bueno estar contigo, uno puede sentirlo. Verte es ir leyendo un libro infinito. 

Andas en mi, incluso cantas peinando tu cabello, eres mi signo de vida mientras duermo. Repitamos las años y las calles que vivimos, repitamos algunas palabras, repitamos los te amo entrando a una casa como bombas que estallan. 

Te amo con la fe de quien se atreve a soñar, con el suficiente pan y el café negro para beber contigo. Estoy en tus manos, puedo alcanzar tu piel y besar el suave tacto, latir en el pulso por un lado de tu cuerpo, atrapar cada momento y cada movimiento de tus dedos. 

Llevo lo necesario de tus miradas, me alegra tu voz que canta, despacio… bajo a la noche y te encuentro. Y tienes lo que necesito cerca, por si el mundo se acaba por darte un beso. Tienes la fuerza para abrazarme y rescatar mi cuerpo del fondo de todo. Tienes mi todo, vuélveme a besar ahora de noche con los ojos abiertos. 

Nunca pensé que se pudiese amar como te amo. De tu música saco fuerzas para mi última guerra, para decir algo que exista.  Escribo que te amo. Dibujo un puente que caminamos sin prisa

Cierras el crepúsculo de mis siglas, una y otra vez aquí, he traducido el carmesí de tu aroma. Afuera llueve, pero a secas no se ama, uno prefiere la lluvia. 

Es tu voz la multitud, el ánimo de mi fiesta, es el viento que corre de prisa y que pasa. Te escucho en mis venas y de lejos sé cuando vienes. 

El día extendió sus alas y vuela al occidente, quédate para ver cómo se va el día con los pájaros, cómo la tarde se anuncia en nuestros ojos. Dame la eternidad vista una vez, la luz que se apague, la sombra que pase, la voz de tu cuerpo, el corazón de un silencio. 

Te quiero en mi vida, en mis lentes, en mi palabra escasa y sencilla. Camino en tu boca, en la ciudad sin calles, te anuncias en el café de mis labios. Estoy en tu ojos viéndome. 

La tarde ha pasado dormida. Y las puertas de tus labios se abrieron con el aire. Si tu te vas no quedaría nada de mi. Estoy aquí lo sabes, entre una letra y otra. Estoy contigo abrazado a la fragancia de la casa, en el aroma que sueña antes ser el café de tu mesa. 

Escribo mientras nacen las flores. El día ha instalado sus calles y se han ido las extenuadas sombras de la noche. Toma esta mañana de mi alma, madura fruta, llévala en tu boca, sólo déjame el aire para respirarte. 

Te escucho como el mar se escucha, como el tren se detiene y calla, como se escucha cuando nadie habla y la palabra es un anhelo pronunciado en las miradas. Estoy contigo abrazado con fuerza a mi casa. En el aroma de café que sueña un beso, que tiembla, que se derrama en la boca de una rosa dame tus manos en llamas. La sal sola busca tus labios, una isla chica, una boca debajo, dame un par de estrellas diurnas. 

La lluvia cae en todas parte de tu recuerdo, eres la luz de la noche sobre el libro que escribo. En el perfil sereno de una plaza, tu sonrisa es el paisaje de una palabra de amor. Sabes a esta noche. Comienzo a verte en las calles de la luna, en la esquina, como un faro de niebla comienzas la vida. 

Entre los delgados hilos de rayos que atraviesan los vidrios, en un alcázar de pensamientos, en el momento en que estallan los colores, en un largo pasillo, en una calle que cuelga de un puente, al fondo de un espejo, en el humo de mis lentes, al otro lado de mis dedos, encima de un reloj que marca el paso de mis pasos, te quiero. 

HASTA PRONTO 

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