Debanhi desapareció el 9 de abril, y fue localizada sin vida doce días después, el 21 de abril, durante todo ese tiempo, medios de comunicación y redes sociales sacaban conclusiones sobre su paradero, mientras la Fiscalía de Nuevo León perdía tiempo y caí en omisiones y negligencias.
Ahora, la investigación va de cero, ya no es la versión de que se cayó y se ahogó, sino de que se le privo de la vida y luego se le sembró en la cisterna. Una tercera autopsia tira la primera versión oficial, su muerte no fue un accidente y tampoco ocurrió el mismo día de su desaparición.
Más de tres meses después, el caso que ha re victimizado a la víctima una y otra vez, donde se culpó a las amigas, a la familia o a su salida de noche, se nos informa que su muerte fue por “asfixia por sofocación en su variedad de obstrucción de orificios respiratorios. El intervalo postmortem que se estableció con base en hallazgos es de tres a cinco días a partir de su localización”, lo que concluye que ella estuvo con vida casi una semana desde que se reportó su ausencia.
Seguramente, nunca sabremos a ciencia cierta qué pasó en ese lapso, lo que sí se confirma es que, si se hubiera actuado con perspectiva de género, con prontitud y atingencia, ella aún viviría.
Estaba viva, quizás hasta alcanzó a visualizar su búsqueda en la red y a conocer la imagen que de ella se volvió viral, a las pocas horas que se reportó su desaparición. Esa estampa que se ha vuelto emblemática para la exigencia de justicia.
Debanhi se enlista ya entre los 3 mil 82 asesinatos de mujeres ocurridos de enero a mayo de este 2022, de estos mil 122 han sido homicidios dolosos y 396 feminicidios, según los datos oficiales que sustentan la violencia feminicida reconocida por el gobierno, donde también se reconoce un grave rezago en el proceso de tipificación de estos casos.
Debanhi no está sola, junto a ella, once mujeres al día privadas de la vida, están en las mismas condiciones, con casos enmarañados, esperando justicia, pero si en este que ha tenido la tensión mediática internacional encima se han equivocado, desde el primer momento, y aun no hay nada claro, que se puede esperar de los que se contabilizan, pero no se narrar.
Otra vez se hace presente la rabia feminista, y el miedo, otra vez la impotencia frente a estos actos de terror que no son aislados, que quedan impunes porque desde el principio son hechos minimizados, normalizados, que sí no se vuelven espectaculares, no llegan ni a nota roja, menos a alcanzar justicia; por Debanhi, desde el primer día se exigió una pronta investigación, desde el primer día se pidió que se activaran protocolos de búsqueda con enfoque de género, desde el primer día se criticó la violencia mediática e institucional que se aplicó a los familiares de la víctima, desde el primer día, las colectivas defensoras de los derechos humanos de las mujeres desestimaron la versión de un suicidio o accidente, desde el día uno de su ausencia se exige el esclarecimiento del hecho, pero cada vez hay más preguntas que respuestas.
Por Guadalupe Escobedo Conde