Me da la impresión de que los tamaulipecos nos hemos visto en el enorme ‘espejo’ llamado Nuevo León y que no hemos valorado que la severa sequía que padece la región, todavía no nos deja sin agua.
Así es mis queridos boes, si bien en Victoria este año y el anterior han sido difíciles por los cortes, o el año pasado en Tampico por la entrada de agua salada a los cuerpos de la dulce, la realidad es que ni usted, ni yo hemos padecido ni por mucho las calamidades de la zona metropolitana de Monterrey.
Las presas de las que se abastece la capital de Nuevo León están cecas o casi secas, los arroyos desaparecieron, los pozos se agotaron y la poquísima que queda no es suficiente para que 6 millones de habitantes de esa zona metropolitana tengan agua ni siquiera cuatro horas al día.
Hay colonias, barrios y hasta zonas de la alta sociedad sin suministro vía el grifo desde hace semanas, la poca que les llega es por pipas y cada familia a veces alcanza para una o dos cubetas.
Hay restaurantes que han cerrado por la falta de agua, negocios en los que el vital líquido era de máximo consumo están suspendidos, la temporada de albercas se canceló y en plena canícula, las autoridades estatales, de allá, han advertido que podrían estar apenas entrando a lo peor de la crisis.
Mientras vemos en las noticias a los pobres regios sufrir por la falta de agua, reconocer que no se pueden bañar, que sus sanitarios están hechos un desastre, bien valdría la pena preguntarnos los de acá de Tamaulipas ¿y si nos toca?
No, no es que yo quiera que nos espantemos sin fundamento, el sistema lacunario del que toma agua la zona conurbada de Tampico-Madero y Altamira está en uno de sus más bajos niveles y la tendencia es a la baja.
Las obras de infraestructura para garantizar que los diques como El Camalote funcionen sin grietas han sido mínimas, el consumo de agua de la zona industrial de Altamira es altísimo y no hay retorno de agua tratada como para reutilizarse, por el contrario la contaminación a los mantos freáticos es el ‘aporte’ de las industrias a la zona.
En Victoria la promesa de una segunda línea de acueducto de la Presa Vicente Guerrero para garantizar el abasto es eso, una promesa y nada más.
Si, en la capital ya sabemos lo que es estar días sin agua, en esta ciudad hay quienes medio viven de noche, porque solo por la madrugada sale agua de las llaves y hay que lavar a las 3 de la mañana, hay que bañarse a las 4, hay que preparar alimentos a esa hora, porque en el día, ni una gota.
¿Y saben qué?, la presa Vicente Guerrero de donde tomamos agua la mayoría de los victorenses está apenas arriba del 20 por ciento.
¿No sería el momento de que fuéramos ensayando con el racionamiento del agua, antes de que tengamos que hacerlo si o si?.
Porque todos los días hay gente en Victoria o en Tampico lavando banquetas a chorros de manguera abierta.
¿No sería bueno que vayamos practicando bañarnos con media cubeta de agua, para que cuando no haya otra forma de hacerlo, ya tengamos práctica?
¿No sería bueno que laváramos los platos, los dientes y a nuestras mascotas con la llave cerrada?.
Y es que no se trata solo de que nos acostumbremos a lo que probablemente nos veamos obligados en el futuro muy cercano, sino se trata de que cuidemos la poca agua que nos queda.
Claro, que las obras de infraestructura hidráulica deben ser nuestra mayor exigencia al gobierno estatal que inicia su gestión el 1 de octubre, no solo porque las han prometido, sino porque si estas vuelven a quedarse solo en promesa, el próximo año las cosas se pondrían mucho más difíciles.
Reitero, ahí está el ejemplo de Nuevo Leon, no está lejos y todos acá tenemos conocidos o viajamos a Monterrey y de primera mano conocemos la severa crisis por el agua, al grado de que a veces es imposible comprar una bolsa de hielos, porque no hay.
Veámonos en ese espejos, futuro gobernador, véase en el espejo de SAMUEL GARCÍA gobernador de Nuevo León, al que una hora si y la siguiente también se la rayan por la falta de agua.
Chequemos las noticias, próximas autoridades, tomen nota, todos los días allá en la zona metropolitana de Monterrey y en Allende y Montemorelos hay cierres de vialidades en protesta por la falta de líquido.
Vayan previendo, vayan planeando, porque a gobernados y gobernantes, no nos conviene llevar a la situación de emergencia que allá padecen.
La caída de los charros…
Tal vez con un método poco ortodoxo, pero no está del todo mal la política de la 4T que intenta limpiar a la industria paraestatal de liderazgos enquistados por todo el país y que se han convertido en altos potentados a costillas de Pemex y otras empresas públicas.
Hay fortunas escandalosas que se amasaron con la complacencia o complicidad de la autoridad que no pasarían ni el más laxo de los filtros anticorrupción, veremos hasta donde llega el enfrentamiento 4T contra esos líderes y si las evidencias no tumban a los viejos cacicazgos.
POR MELITÓN GARCÍA DE LA ROSA