Y bien aquí están ya. Estás son las mentadas vacaciones. Cualquiera se acerca por la izquierda y llega a estos días. Desde antes controla el tema. Cada uno con su pelota y con sus canciones.
En las escuelas y en la burocracia las vacaciones es un tema que no se discute. Es un patrimonio cultural de la humanidad. El calendario luce esos días de gloria que marcan la playa más cercana. Los compañeros se despidieron he hicieron lo mismo un contingente en un edificio.
Ahora es este día después de aquel y en plenas vacaciones amanece. Hoy no pasaron los chiquillos a la escuela. Un señor, que no tenía por qué, hizo lo mismo y se quedó en casa. La calle cumple y luce desierta. Con las manos en la bolsa.
El viento anda por los mismos lugares y no encuentra a los invitados. Se le hace un hueco en donde hubo humo. El aire pasa por la ciudad que se levanta tarde y no arrancó ni un árbol. Ni una guerra, ni un abrazo a la fuerza.
La ciudad tiene escondrijos que comienzan a utilizarse, una señora hace la cama y la rehace. De pronto salen las hormigas de la ciudad y el sol les aplaude a rabiar. Las casas son cubos igual que el transporte público. Lucen vacías.
En vacaciones, si estás en otra ciudad, no tardas en darte cuenta que todas las ciudades son las mismas. Con esta democracia de colonias y luciérnagas. Esta es la casa de las vacaciones y en la terraza se pueden ver estrellas que no se miran en la última foto del telescopio.
Encima de esta isla se han venido a vivir unos días los primos que viven fuera. Los más jóvenes salen con la patineta y el balón rueda por el pavimento y comienzan las hostilidades. También se han venido a vivir esos días de vidrios rotos, de cuando los que llegan no eran los que iban sino los que venían.
Los días de asueto es un derecho por decreto. Lo pusieron en un papel y rápido antes de arrepentirse lo firmaron todos. Está en la constitución de todos los países del mundo. Dicen que para descansar un rato. Para descargar algo como un pretexto, para hacerle al tío lolo o para seguirle.
Sé vende más cheve, hay más motos entregando comida rápida por la calle, por los bulevares. Por abajo de un lonche sale un Didi. Al fondo hay siete mil ciudadanos aún dormidos. No les hagan ruido. Podría ser un riesgo.
Hay una que otra banda que apenas salen de vacaciones y ya quieren volver otra vez. Otros en un homenaje a sus orígenes vuelven a los nostálgicos troncones. Y los menos, por la razón que sea, desean retomar sus nostálgicos trabajos.
Hay quienes llevaban muchas vacaciones planeando estas vacaciones en Zihuatanejo, este año no tenía por qué ser diferente, lo siguen planeando, dicen. Y sin embargo las vacaciones serán siempre el pequeño tramo del cuerpo con el que hacemos contacto. Es la sensación mental de jalar un poco de aire, un poco de libertad a los días del aire.
Quienes salen de vacaciones miran con desdén a quienes van al jale, pero no quiero pensar qué piensan los que van al trabajo. Los que se quedan de guardia en la torre del bicentenario dicen que asi se trabaja más a gusto. Pero uno nada sabe de eso.
Es curioso, los espejos de las cantinas comienzan a llenarse de algunos desconocidos. A cualquier hora del día es vacaciones y voy corriendo. Jadeando me detengo, pero el mundo no para de vivir y no hay escuchas.
Estoy detenido en este texto y quiero preguntar en dónde se paran los micros que pasan por el río San Marcos, son muchos y no pasa ninguno. No veo hormigas por ninguna parte, se metieron echas madre, no tarda en venirse un aguacero.
HASTA PRONTO
Por Rigoberto Hernández Guevara