7 diciembre, 2025

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CASA ALMAR vivir la experiencia del pasado

Sobre la calle Tamaulipas en el número 424 se ubica Casa Almar, un edificio construido en el año de 1857, con un estilo francés

TAMPICO, TAM.- El hospedaje es una de las actividades comerciales que se tiene registrada desde mil o quinientos años antes de Cristo, en aquel tiempo surgieron posadas junto a los caminos en los cuales los forasteros recibían alojamiento para descansar en sus jornadas de viaje, vale recordar que José y María recibieron posada para descansar de su pesado trayecto.

Esta empresa se transformó en la hotelería y se ha modernizado buscando cumplir con las necesidades y exigencias de los visitantes.

Tampico no ha sido la excepción en cuanto a servicios y hoy se cuenta con hoteles de lujo, de playa, camping, albergues, moteles y viviendas vacacionales.

Sobre la calle Tamaulipas en el número 424 se ubica Casa Almar, un edificio construido en el año de 1857, con un estilo francés que contrasta con las construcciones que hay a su alrededor y que se ha convertido en un hotel temático, ya que cada una de sus habitaciones nos remonta a un estilo afrancesado muy distinto a lo que comúnmente ofrece la modernidad.

Entrar a cualquiera de sus seis habitaciones es como dar un salto en al pasado, pues sus muebles, también de estilo francés hacen que luzca como un pequeño museo oculto tras la fachada de este hotel, las paredes altas de la barda protegen del ruido de la ciudad y te ponen en contacto con un imponente árbol que abarca los tres pisos de la construcción.

En sus inicios fue la casa habitación de la familia Betzfelder quienes le apostaron a invertir en este Tampico joven que venía creciendo en lo comercial, empresarial, como área de servicios y que ya mostraba el empuje que en el futuro caracterizaría a esta ciudad.

Después de muchos años esta vivienda pasó a ser propiedad del señor Carlos Alvarado Mar, quien la adaptó como las oficinas de su empresa, la cual estaba relacionada con las copiadoras y el papel; pero debido a la amplitud y espacios con las que cuenta este lugar, pasó a ser la vivienda familiar durante varios años, en los cuales hubo un cierto deterioro en sus acabados.

Don Carlos y su esposa Arcelia dedicaron muchos años a mantener de pie y en buenas condiciones el inmueble para que su familia se sintiera cómoda en un lugar lleno de una belleza arquitectónica muy especial. Sin embargo la edad y las enfermedades fueron menguando la fuerza y el ímpetu de los jefes de familia, quienes al final cedieron en este esfuerzo que cada vez se veía más difícil.

La edificación se deterioró y cayó un poco en el olvido, siendo el tiempo el encargado de dejar su huella en las paredes y acabados de la casa.

Sin embargo el ímpetu de los hijos los llevó a restaurarla y a emprender en el ramo del hospedaje, ya que la casa es tan amplia que su arquitectura se ha prestado para modificar las diversas áreas de convivencia y convertirlas en habitaciones para los viajeros y visitantes.

Rescataron y rehabilitaron los muebles, de estilo vintage francés que eran los preferidos de don Carlos, y los instalaron en las habitaciones para darles un toque de elegancia de principios del siglo pasado.

Hoy se ha convertido en un espacio acogedor que brinda el servicio de hospedaje a los viajeros, con la calidez que caracteriza a los tampiqueños y con el toque elegante del Tampico viejo, de ese que ya no regresará paro que sigue viviendo en nuestros corazones.

Por Luis Fernando Castillo
Expreso-La Razón

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