No es casualidad que la primera amenaza de bomba en esta nueva temporada del juego macabro de infundir terror, haya sido dirigida contra el Congreso de Tamaulipas el día que se concretarían nuevos “traspasos” de diputados desde la bancada del PAN a la de Morena.
Durante la campaña electoral por la gubernatura presenciamos el lado más perverso de la estrategia política, en un intento desesperado del régimen cabecista por ganar una contienda que tenían perdida desde mucho antes de que los candidatos salieran a hacer proselitismo.
Por el bien de Tamaulipas y su democracia, no conviene olvidar lo que ocurrió durante esos dos meses: la propagación de noticias falsas fue el sello de una auténtica guerra de lodo, que estuvo acompañada -esto es lo más grave- por el uso político de la Fiscalía y del Poder Judicial.
Quedarán como anécdotas, aunque son mucho más que eso, algunas medidas francamente ridículas que ensayaron para evitar que la población saliera a votar el 5 de junio.
Como cuando el 3 de junio, un par de días antes de la jornada electoral, la Secretaria de Salud, Gloria Molina, emitió un video en las redes sociales de la dependencia para alertar de un panorama epidemiológico complejo, por la amenaza de tres enfermedades al mismo tiempo: el Covid-19, la hepatitis aguda grave y la viruela del mono.
“Estamos en una situación difícil en la que nuestra salud se ve amenazada”, decía la Secretaria en su urgente llamado a la población para que redoblara todas las medidas de protección y de ser posible, se quedara en casa.
El colmillo de Gloria Molina, o quien le haya sugerido meterse al terreno electoral, es nada si se compara con el constante clima de tensión y violencia que se vivió en los días previos a la elección, e incluso mucho más allá de la jornada en la víspera de la toma de protesta, cuando el entonces gobernador electo tuvo que desactivar con una conferencia de prensa urgente, el intento de la Fiscalía y del Poder Judicial de detener a sus colaboradores más cercanos e incluso a miembros de su familia.
Por eso a nadie sorprende lo que ha pasado en los últimos días, y pocas dudas quedan de su origen.
Sin dar nombres, ayer lo dijo muy claro el Secretario General de Gobierno. Detrás de la campaña de terror que se pretende desplegar en Tamaulipas están quienes dejaron de gobernar hace apenas 46 días, y los que se aferran a defender el legado de ese régimen, como el siempre inoportuno dirigente panista, Luis René Cantú, alias “El Cachorro”, y los diputados que todavía reciben órdenes desde el otro lado del Río Bravo o desde el Senado de la República.
La buena noticia en medio de este nuevo baño de estiércol es que la experiencia de la campaña electoral con todo y lo traumática que resultó, dejó enseñanzas a una sociedad que en alguna medida, se vacunó contra las fake news y tiene muy claro el papel que han jugado y que quieren jugar los actores políticos que están detrás de este juego macabro.
Una buena noticia
A la Dirección de Patrimonio Cultural del ITCA llega el arqueólogo Gustavo Ramírez Castilla, un profesional de la arqueología con una larga carrera en el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Una de sus cartas de presentación es el descubrimiento y rescate arqueológico de una aldea denominada Chak Pet, en el puerto de Altamira, un suceso trascendental para el estudio y conocimiento de la cultura huasteca.
Su arribo al Instituto Tamaulipeco de Cultura es una buena noticia para un estado al que le urge preservar su patrimonio.
Por Miguel Domínguez Flores




