Ni para Morena, ni para la alianza del PAN, PRI y PRD será fácil la designación de su candidato para la elección extraordinaria.
Pero en medio del caos siempre latente en el partido de la 4T, a su favor juega lo evidente: la inercia política que mantiene tras la victoria del pasado 5 de junio, y el control de las instituciones que ahora sí puede presumir.
Esta nueva cita en las urnas llega tan pronto para Morena, que difícilmente podría percibirse el inevitable desgaste que deja cualquier ejercicio de gobierno.
Más claro: sigue viva la luna de miel entre Américo y sus votantes.
Igual de importante para el gobernador es que con el correr de las semanas -que nadie olvide que Morena lleva menos dos meses y medio en el poder- ha ido amacizando sus relaciones con los grupos económicos más sólidos de la región.
Todos esos factores que juegan a favor de la Cuarta Transformación son importantes pero no la exentan de ciertos riesgos.
El más obvio es que otra vez, como en cada proceso de selección de candidatos, hay una larga lista de aspirantes que lo mismo se anotan para la gubernatura, para una alcaldía, para ser consejeros, o lo harían para ser representantes de su colonia.
De los más de 40 militantes, simpatizantes y anexos que se apuntaron, tres o cuatro tienen posibilidades reales, y en alguna medida, méritos políticos para reclamar la candidatura.
Erasmo González Robledo, dicen, cuenta con la bendición de Adán Augusto López, y habría que creerlo si recordamos el buen trato que le dispensó durante su última visita a Tamaulipas.
Mario López Hernández, alcalde con licencia de Matamoros, es por mucho el más efectivo operador político para Morena en el estado.
La mina de votos en que convirtió a su municipio fue un gran soporte para la victoria del ahora gobernador.
Carlos Canturosas representa a un clan que también empujó fuerte para el avance de Morena en el estado.
Y José Ramón Gómez Leal, guste o no, posee un capital político considerable que lo ha posicionado siempre en los primeros lugares en las encuestas en las que ha competido.
El reto consiste en que sea quien sea el candidato, los demás se sumen a la campaña, sobre todo si se considera que no hay mayor margen de negociación, pues igual que en el proceso de la gubernatura, es una candidatura solitaria la que está en juego.
Sobra decir lo complejo que resulta, pero, una vez más: Morena y en este caso el gobernador, tienen a su favor el ejercicio del poder.
IMELDA O YAHLEEL POR EL PAN
Para Acción Nacional la situación está mucho más complicada. La bancarrota política que sufre ese partido desde el 5 de junio los pone en una evidente desventaja para afrontar la elección extraordinaria de febrero.
A eso se debe sumar que poco queda de la aparente unidad interna que podían presumir hasta hace unos meses.
El partido cruje por todas partes, gracias al cada vez menos soterrado enfrentamiento entre cabecistas y panistas.
En ese contexto, tendrán que elegir a una candidata que los represente en las boletas, porque así lo dicta un acuerdo aprobado por el Consejo General del Instituto Nacional Electoral.
Dos posibles aspirantes sobresalen en el horizonte azul: la diputada panista Imelda Sanmiguel, a quien el panismo le reconoce su actuación como presidenta de la Mesa Directiva del Congreso en los momentos más álgidos de la Legislatura; y Yahleel Abdala, la ex Secretaria de Bienestar a quien ayer, por cierto, le achacaron el presunto desvío de más de 120 millones de pesos.
Como se ve, el PAN y lo que queda del PRI, enfrentan una misión casi imposible
Por Miguel Domínguez Flores




