Movimiento Ciudadano, salió a aclarar porqué no participará en las elecciones extraordinarias. En voz de su dirigente, Juan Carlos Zertuche, dijo que esa tarea representaba para su partido un gran “desgaste emocional y económico”.
O algo así.
El discurso pobre, del pobre Zertuche, es una gema.
Es un retrato de lo que el MC representa en el espectro sociopolítico del Tamaulipas. No se aleja ni un milímetro, de su compañero de partido y de mentalidad, Samuel García, gobernador del vecino, Nuevo León.
El dirigente naranja en la región, exhibió su escasa cultura política, su placentera vida en las esferas del mundo fifí, y su visión frívola y superficial del rol que juegan los partidos en las sociedades modernas.
Para él las organizaciones políticas, son fuente de estrés y de gastos económicos irracionales.
Él no entiende, que esas entidades son agrupaciones de interés social por lo que llueva, truene o relampaguee, tienen que estar en movimiento. Sin importar que sus pobrecitas mentes se cansen, se agobien, y se pongan al borde de la conmoción anímica.
Zertuche manda un mensaje grotesco a la ciudadanía tamaulipeca: el MC, trata de evitar la fatiga y las inversiones, a su juicio no remunerativas.
Por eso, Andrés Manuel López Obrador, sigue siendo un actor imbatible para esas oposiciones de temporal, de temporada. AMLO, tiene más de cuarenta años de batalla cotidiana para concretar sus proyectos. Inicia sus actividades a las cinco de la mañana y las termina pasada la medianoche; todos los días de la semana.
Por lo que se ve, el cuasi fifí naranja, se despierta al mediodía, toma café, desayuna y se incorpora a su tarea de dirigente partidista pasada la 1 de la tarde; y como es natural en los jóvenes del milenio, para evadir el agotamiento en sus labores, utiliza la herramienta de moda para liderar: el “home office”.
Pocos dirigentes como Zertuche.
Ni siquiera el panista Cachorro Cantú, que es un actor evidentemente menor, ha caído en tan deplorables declaraciones.
Vamos: ni el ex candidato a la gubernatura, Arturo Diez Gutiérrez, cometió deslices tan patéticos.
La militancia del MC del estado, no merece ese tipo de dirigentes.
No se diga de la sociedad, que ha estado clamando por políticos de nuevo cuño.
Deplorable en esta coyuntura, que parecía favorable para la emergencia de renovadores cuadros de un partido que iba en ascenso.
¿A quién se le ocurrió poner a un sujeto de tantas anti-virtudes al frente de la que pudo convertirse en la tercera fuerza política de la entidad?
¿Con ese tipo de especímenes, se intenta renovar a la oxidada clase política tamaulipeca?
¿Quién le vio empaque de líder, a ese lastre naranja?
La visión empresarial de la política de las élites naranjas tamaulipecas, se filtró en la narrativa de su representante. No van a la elección extraordinaria, porque es un gasto –se infiere– innecesario.
Ese es el problema de la óptica neoliberal del sistema de partidos: suponer que es una erogación prescindible, lo que se invierte en todo tipo de actividad político-electoral.
Como si el dinero fuera suyo.
Aunque para decir verdad, esa postura –considerar que los fondos son de su exclusiva propiedad y los pueden emplear a su gusto– prevalece en la mayoría de los partidos de derecha.
Justo por eso, el MC, va en retroceso: alinearse por la derecha, se paga con un alto costo en estos días de consolidación hegemónica de la Izquierda.
Con ese marco referencial conservador, será complicado que encuentren explicaciones a su declinación en el 2024.
Por José Ángel Solorio Martínez