A pesar de que China no solo está del otro lado del planeta, sino que tiene una concepción muy diferente, y en algunos casos hasta antagónica acerca de cuál debe ser el modelo de país, se ha apoyado en los EE. UU. para su crecimiento. En 1976, ya que Mao Zedong había muerto, su sucesor Deng Xiaoping, llevo a cabo reformas a las que llamó «socialismo con características chinas» y que incluía reformas de apertura comercial al mundo, por supuesto los EE. UU. tendría un papel central para la economía de China como principal destino de sus productos manufacturados, y principal origen de sus importaciones de tecnología. Este proceso permitió que para 2010 la economía China fuera la segunda más grande del mundo.
La integración de la economía China al mercado mundial y en especial al de los EE. UU. le permitió crecimientos cercanos al 10% anual durante ese período y sacar de la pobreza a 800 millones de chinos. Este proceso creó una gran interdependencia entre estos dos países. De acuerdo su oficina del censo de los EE. UU., el monto de lo importado por este país durante 2022 de China fue de 499,451.6 MM de dólares y las exportaciones fueron de 140,047.5, es decir, un saldo desfavorable de 359,404 MM.
Esto a pesar de la “guerra comercial” iniciada por Donald Trump durante su mandato con el objetivo de “desconectar” las dos economías.
Otro factor económico importante, fue la interrupción de las cadenas de abasto durante la pandemia del COVID y que mostraron su vulnerabilidad por encontrarse tan alejados del mercado. Esto último ha motivado la implantación de nuevas estrategias de comercio exterior como el nearshoring, que no es otra cosa que acercar la producción al punto de consumo, y el mayor consumidor del mundo es EE. UU de quien somos vecinos con una frontera de más de 3000 km.
El gobierno del presidente Joe Biden ha dado continuidad a las medidas iniciadas por Trump, aunque ha dado prioridad a la cooperación con sus aliados para evitar colapsos en sus suministros.
Así pues, según lo publicado por la Casa Blanca, durante la cumbre de los lideres de América del Norte, uno de los acuerdos más importantes fue: “Los tres países buscarán desarrollar cadenas de suministro regionales más sólidas, así como inversiones específicas en industrias clave del futuro, como los semiconductores y las baterías de vehículos eléctricos”, una oportunidad de oro para México.
Para tener una idea de lo que se trata, solo el tema de los chips semiconductores tiene un valor en el mercado por arriba de los 500, 000 millones de dólares a nivel mundial. Actualmente Taiwán, China, Corea del Sur, EE. UU. y Japón son los líderes en la producción de chips, mientras que Europa ha perdido una importante participación en este mercado.
Dado que Taiwán es el gran productor de chips (produce el 64%), el aumento de la actividad militar china en Taiwán durante los últimos meses ha causado preocupación a nivel global. Si China, lo invade quedara bajo su control esta producción, incluyendo aquellos que se fabrican para propósitos de seguridad nacional de los EE. UU. Esta es otra razón para buscar países alternos donde se puedan elaborar.
Para aprovechar esta oportunidad en México, tendremos que tomar acciones en temas como la ecología, la educación e inversión en infraestructura. tanto Inmobiliaria Industrial, comercial como de servicios en México se está desarrollando, en Monterrey, Guadalajara y el Bajío. En nuestra zona sur de Tamaulipas se puede crear, integrando Gobierno Estatal, Local e Iniciativa privada. Tenemos muchas ventajas competitivas y comparativas, además de 2 Puertos, importantes extensiones de terrenos, la Administración Portuaria Integral, ferrocarriles, servicios de energía eléctrica, agua, etc. así como Instituciones académicas de 1er nivel que permiten el eficaz desempeño de las empresas. Condiciones indispensables para aprovechar tan grande oportunidad.
Ojalá no se nos vaya este tren del crecimiento, que tanta falta nos hace para mejorar las condiciones de los 53 millones de mexicanos pobres que hay en el país.
POR FRANCISCO DE ASÍS