Al menos tres grupos se disputan el control de la bancada de Morena, que hasta nuevo aviso permanece a cargo de Úrsula Salazar Mojica, lo que la convierte en la Presidenta de la Junta de Coordinación Política.
Vale la pena recordar que nunca ha reinado la concordia entre los diputados morenistas.
La designación original de Armando Zertuche como su coordinador abrió las primeras heridas porque a los diputados que se ganaron su lugar en las urnas no les gustó que un plurinominal llegara a ocupar esa posición, a lo que se suma que el reynosense venía de ser integrante de la bancada del PT en la Cámara de Diputados.
Tuvo que venir Mario Delgado a Tamaulipas para disciplinar a quienes peleaban con insistencia por esa posición: el victorense José Braña y la tampiqueña -pluronominal como Zertuche- Ursula Salazar.
Este inicio viciado complicó la gestión de esta bancada, integrada sobre todo por personajes sin experiencia parlamentaria y con dudoso pasado político, muy lejanos a las luchas de la izquierda obradorista.
Bajo la conducción de Armando se registró la gran desbandada de diputadas que tanto le ha costado a Morena.
Si no se hubieran ido al PAN las legisladoras del sur de Tamaulipas, hoy el grupo parlamentario de la 4T tendría 21 integrantes. Con el apoyo de Gustavo Cárdenas y de las dos diputadas expulsadas por el PAN, contaría con los ansiados 24 votos de la mayoría calificada.
Cuando se fue Zertuche no mejoró la relación entre los legisladores morenistas.
Lejos de traer paz, la llegada de Úrsula Salazar a la coordinación pareció atizar la guerra interna.
Parece mentira, pero el arribo de Morena a la gubernatura del estado tampoco modificó las actitudes de sus diputados locales, quienes por el contrario mostraron a partir de entonces un renovado apetito por posiciones de poder.
Esta tendencia se agudizó aún más con la recuperación de la Junta de Coordinación Política.
Es evidente que buena parte del grupo parlamentario morenista ya no ve con buenos ojos a su coordinadora.
En público de manera cauta, pero en privado de forma mucho más abierta, al menos tres diputados han mostrado su molestia con la conducción de la diputada porteña.
Isidro Vargas, de Matamoros, actual presidente de la Mesa Directiva; el reynosense Humberto Prieto, identificado con el grupo de Maki Ortiz; y el ex priísta Eliphalet Gómez de Valle Hermoso, parecen cada vez más distantes de Ursula.
A ese grupo se suma el ex coordinador Armando Zertuche, que nunca ha tenido una buena relación con su compañera, y que la responsabiliza del fuego amigo que ayudó a tumbarlo de la Jucopo el año pasado.
Detrás de ellos se agrupan otros más silenciosos.
Cuando en el 2021, Morena arrasó en las urnas y logró colocar a 21 diputados en el Congreso, bastaba con leer la lista de integrantes de la nueva bancada para detectar que ahí faltaban experiencia y liderazgo.
Esas carencias son cada vez más evidentes.
Por Miguel Domínguez Flores