El Caminante subía sus bolsas de mandado al carro, cuando se topó con Felipe. – ¡”Queabidoooo”! ¿te mandaron a hacer la despensa? – preguntó el hombre. – Así es mi Pipe, no vengo, me traen, ¿y tú cómo estás, qué cuentas? – Ando con las compras de última hora, fíjate que se va a casar mi hermano Lalo. – ¡Hasta que se animó! ¿y qué, dónde va a ser el pachangón? – Ahí en casa de mi mamá en la Libertad. – ¿La recepción? – Sí, ahí mismo los casan y ahí mero tenemos el jolgorio.
– ¡Ah que bien! todavía recuerdo tu boda y la de tu hermana Luisa, fueron en ese salón bien elegante ahí por la central de abastos. – Ya sé, pero ahora no quisimos hacer un evento así muy grande. – ¿Y eso? ¿Andan las vacas muy flacas mi Pipe? – Pues esas siempre, pero ahora es por lo de mi mamá. – No manches, ¿está muy malita Doña Lucy?
– No, no es eso, pero ¿te acuerdas hace años que ya no le gustaba salir de la casa? – Ajá, que prefería quedarse en casa para descansar. – Ándale, pues con eso de la pandemia se le agravó. – ¿Cómo que se le agravó? – Si, ahora sí de plano ya tiene tres años que no sale casi que para nada.
Incluso hemos tenido que traer un doctor a la casa cuando se nos enferma. – ¿Y ustedes qué le dicen? – Al principio no le dábamos importancia, de hecho nos dejaba más tranquilos, tú sabes, con eso de la inseguridad y las situaciones de riesgo, pues era mejor que no saliera y menos de noche.
– Bueno, desde ese punto de vista está bien. – El problema fue cuando una vez la sacamos casi a fuerza al velorio de mi tía Lupe, ahí en los funerales se nos puso muy mal, al principio creímos que era por la impresión de ver tendida a su hermana, pero luego notamos que era algo más, y la llevamos con un doctor en ese rato. – ¿Y qué les dijo el médico? – Que mi mamá padece de un trastorno psiquiátrico que se llama agorafobia. – ¡Oh sí! he conocido un par de personas que lo padecen.
– Nosotros nunca habíamos escuchado de eso. Mi tío Cuco decía que mi mamá siempre fue así, desde que vivían en el rancho, que “se engentaba de volada” y que por eso de chiquita no la traían a Victoria al mercado Argüelles. Luego cuando se casó con mi papá, que en paz descanse, él se enojaba porque mi mamá no quería ir a los bailes ni a la plaza a ‘la noche del grito’ ni nada. – ¿Entonces ya desde joven padecía de eso? – Al parecer sí, pero nadie se había dado cuenta, hasta ese día del velorio.
Mi cuñada Lolis es psicóloga y empezó a atenderla, y dice que es una enfermedad muy fea. – ¿Y ella cómo se siente? ¿qué les dice? – Pues dice que es una ansiedad que siente cuando está en un lugar desconocido, o lejos de casa, o con mucha gente o gente desconocida. Se le acelera el corazón, le sudan las manos, se marea, le dan náuseas, cosas como esas. – ¿Pero si está en la casa no pasa nada? ¿ahí sí se siente bien?
– Eso pensábamos, pero luego llegó este pedo del coronavirus y todo empeoró. – ¿Pues qué pasó? ¿se enfermó de covid? – La bronca no fue esa, sino que vivía aterrada, no dejaba entrar a nadie, ni a nosotros nos dejaba visitarla, se ponía en un plan bien infantil, luego empezó a descuidarse, no se tomaba la pastilla de la diabetes y en ocasiones hasta se quedaba sin comer porque no salía ni a la tienda a comprar ni un huevo pa’ almorzar.
– Me imagino que la pandemia le afectó bastante. – Yo iba y le hablaba desde el portón y platicábamos un poco, pero fácilmente nos aventamos un año sin vernos de frente, hacíamos videollamadas pero pues no es lo mismo.
Cuando volvimos a visitarla la vimos muy desmejorada, ¡flaca flaca! la casa estaba muy sucia y desordenada, y pues nos preocupamos mucho.
Luego empezó la vacunación, y casi que la tuvimos que obligar, lo bueno que la llevamos en el carro y no se tuvo que bajar ni estar entre un montón de gente, que eso es lo que la desespera.
Y sí se nos enfermó de covid, pero fueron solo síntomas leves. – ¿Y ya está en tratamiento? – Ese fue otro broncón, no quería que la lleváramos a atenderse. Le tenía terror ir al ‘seguro’, decía que ahí se iba a volver a enfermar, total que mi cuñada empezó a darle terapia en la casa, pero nos dijo que lo de ella es algo psiquiátrico, o sea que necesitaba medicamento y pues ya después la empezó a visitar una psiquiatra. – ¿Y ya se le ve mejoría? – Sí, pero la psiquiatra dice que eso no se cura, solo se controla con terapia y pastillas, pero ya se ve mejor, incluso la saco a pasear en el carro pero no se baja, mucho menos entrar a una supertienda o a una plaza o donde haya mucha gente, ya no se marea ni le dan náuseas ni se inquieta, pero por su bien es mejor que no se exponga. – Y por eso la boda de Lalo va a ser algo sencillo… – Así es mi amigo, y discúlpame que no te invite, pero solo vamos a ser pura familia y sin niños por cierto.
– No te preocupes mi buen, yo lo entiendo perfectamente. Felipe y el Caminante se despidieron y el vago reportero emprendió el regreso a casa. Ojalá que Doña Lucy pueda recuperarse para que mejore su calidad de vida. Demasiada pata de perro por esta semana.
POR JORGE ZAMORA