Las ruinas de la escuela del Viejo Padilla resguardan entre sus muros historia pura de Tamaulipas, no solo de quienes ahí habitaron, sino también es un indicador de cómo cada vez hay menos agua en la ahora presa Vicente Guerrero.
Sus vestigios, que en su tiempo estuvieron cubiertos de agua, son testigos de cómo la sequía va terminando con nuestro recurso más preciado.
En mayo de 2020, la presa Vicente Guerrero presentó uno de los síntomas que alarmó a la población victorense, al registrar un nivel del 48 por ciento, a raíz de ese descenso quedó libre de agua la escuela, pero también la plaza principal del Viejo Padilla, en donde fuera fusilado Agustín de Iturbide.
Para febrero de 2022, las alertas se volvieron a encender, el nivel descendió a 32 por ciento; y algo que llamó la atención de medios locales, nacionales e incluso internacionales, fue el cementerio que quedó al descubierto.
En ese momento muchos se preguntaban si aún había cuerpos enterrados ahí, al pasar de los días, personas que habitaron en antiguo Padilla señalaron que la mayoría exhumó los cuerpos de sus familiares, pero que también hubo quienes no tuvieron los recursos para hacerlo.
Al día de hoy, la presa Vicente Guerrero se encuentra al 18.19 por ciento de su capacidad, según el Monitoreo de Presas de México del Sistema Nacional de Información del Agua.
Esto significa que cuenta con 711.54 millones de metros cúbicos de agua, con los cuales puede satisfacer la demanda de la capital tamaulipeca, pero además también debe proveer el liquido para el riego de campos de Aldama y Soto La Marina.
Las autoridades señalan que para este 2023 el abastecimiento del agua para Ciudad Victoria está garantizado, pero a la vez advierten que de no haber lluvias importantes durante este año, el 2024 será extremadamente complicado.
Por Jorge Castillo