El supremo gobierno realizó la segunda nacionalización de la industria eléctrica al adquirir en sorprendente operación diversas plantas a Iberdrola, la empresa española convertida en monopolio gracias a la complicidad del neoliberalismo que sin escrúpulos entregó el patrimonio social a la iniciativa privada. Por supuesto los conservadores reprobaron el hecho bajo el argumento de que se trata de “chatarra” cuando la realidad es que la CFE estará en mejores condiciones para hacer llegar energía a menor costo y a más cantidad de familias.
Es un triunfo de AMLO el concretar este objetivo de enorme significado en todos los sentidos. Cumple promesas, pero además va limpiando el camino para que el próximo régimen (que sin duda será morenista), cuente con mayor libertad para avanzar en la transformación social y de conciencias por medios pacíficos. Recordéis que Adolfo López Mateos inició el rescate el 27 de septiembre de 1960. En tal fecha el secretario de Hacienda Antonio Ortiz Mena tomó posesión de lo que se denominaba “The Mexican Light and Power Co.”. Después los trabajadores pidieron al Presidente izar la bandera en el zócalo quien emitiría un discurso alusivo desde el balcón central, mismo en el que palabras más palabras menos, advirtió estar atentos para que en el futuro otros mexicanos no traicionaran el interés de la patria.
Y sucedió que sí traicionaron: Carlos Salinas de Gortari reformó la constitución iniciando la entrega de la industria eléctrica a particulares, como lo hizo Ernesto Zedillo y desde luego Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Este último que ni se midió al contar con el respaldo de Jesús Zambrano, Ma. Cristina Díaz Salazar y Gustavo Madero, dirigentes respectivamente del PRD, PRI y PAN, por medio del tristemente célebre “Pacto por México” firmado el 2 de diciembre de 2012 en el Castillo de Chapultepec el cual legitimó los cambios estructurales de indudable perjuicio para las mayorías como ha quedado constancia en los últimos tiempos.
La introducción de dicho pacto señala. “el presidente de la república, junto con líderes de las principales fuerzas del país, sientan las bases de un nuevo acuerdo político para culminar la transición democrática e impulsar el crecimiento económico que genere empleos de calidad para los mexicanos y permita disminuir la pobreza y la desigualdad social”…¡jijos de su malagueña salerosa!.
El asunto es que, gracias a la compra a Iberdrola, la 4T da un paso más hacia la justicia social, como lo hace en los programas de Bienestar, la eliminación de privilegios para la burocracia de cuello blanco, también exhibiendo a los corruptos o señalando con claridad y valentía a empresarios, medios de comunicación o “anolistos” inclinados hacia el neo porfirismo, es decir, al retorno de la hipocresía y al saqueo sin límite del patrimonio que pertenece a todos…pelaos estos.
TRASCENDIDOS EN EDUCACIÓN
Aunque hay quienes aseguran haber visto el respectivo nombramiento, no deja de ser un rumor que Abelardo Ibarra Villanueva estaría a punto de convertirse en sub secretario de Educación básica. La probable conversión a funcionario de la SET causa polémica hacia el interior del SNTE. Y es que pareciera una mala jugada no solo para la sección 30 sino para Arnulfo Rodríguez Treviño ya que quizá se trataría de un acto de revanchismo después de resultar triunfador en la pasada elección.
Los trascendidos de pasillo insisten en que Abelardo podría ser confirmado concluyendo las vacaciones. Hay señalamientos, asimismo, de que el anuncio oficial se pospuso hace dos semanas para “enfriar” un poco el enojo del dirigente magisterial quien convocó a sus compañeros a un evento bajo el propósito de mostrar “punch” y recordar que algunas de sus condiciones no han sido respetadas.
Sea como fuere y a pesar de los abrazos y las fotos de sonrisa amable, no hay duda de que entre la SET y el SNTE las diferencias persisten. Le digo, mortificaciones no faltan.
SUCEDE QUE
La compra de plantas a Iberdrola por parte del supremo gobierno agarró a los conservadores como al “tigre de santa Julia”.
Y hasta la próxima.
POR MAX ÁVILA