Estampas que hablan de la decadencia imperial y fueron noticia este fin de semana. Asume en Londres CARLOS tercero, monarca apático y cansado, de mirada lánguida y aburrida que tímidamente asoma desde sus ojeras profundas.
Poco respeto inspira entre la comunidad internacional pues el poder verdadero no reside en el Palacio de Buckingham sino en el número 10 de Downing Street, despacho del primer ministro, electo en las urnas.
Le llaman “nuevo rey”, pero camina encorvado y arrastra los pies. Le abruma ese gravoso atuendo entre capas y botoneras, (oiga usted, ¡un cetro en cada mano!), charreteras, colguijes. Espadas que jamás conocieron batalla pero lucen cuajadas de orfebrería.
Como igual le pesa la corona de oro macizo salpicada de topacios, rubíes, amatistas y zafiros. Tan pesada la corona que, mientras la portó, la difunta reina ISABEL segunda consideraba poco saludable voltear hacia abajo, hacia el pueblo, ante el riesgo objetivo de romperse las cervicales. Humor británico, por supuesto.
Llega fatigado el rey CARLOS, cuando ya cumplió 74 y habrá de quedar inscrito en el libro GUINESS como la persona de mayor edad que haya asumido el trono de la Gran Bretaña.
Aparatoso es también su nombre original en inglés, CHARLES PHILIP ARTHUR GEORGE, como ostentosa la colección de títulos nobiliarios que ha recibido de manera gratuita y sin mayor mérito que el parentesco.
Es monarca, en efecto, del Reino Unido y la Mancomunidad de Naciones, pero antes fue Duque de Cornualles, Duque de Rothesay, Príncipe de Gales, Conde de Chester, Duque de Edimburgo, Conde de Carrick , Barón de Renfrew , Gran Mayordomo de Escocia, Señor de las Islas, Conde de Merioneth y Barón de Greenwich, entre otras payasadas.
Designaciones y patentes que, por su ausencia de legitimidad, podrían fácilmente calificarse como basura, si no fuera por los privilegios y estipendios que llevan incluidos.
Asume con una colección de achaques que le vienen de la vida regalada. Nunca ha trabajado. Su lesión en la espalda no es recuerdo heroico de alguna batalla sino efecto de un porrazo que se dio jugando polo.
Ceremonia chabacana la suya, rebosante de cursilería, excesos extraños para la humanidad del siglo 21. Atuendos que el público convencional solo conoce en los cuentos infantiles y en el cine de Hollywood, pero resultan chocantes a la mirada global.
Si la soberbia sorprende, el lujo ofende. Hablamos de una nobleza cuyos miembros ocupan espacio real y muy sustantivo en el presupuesto anual de egresos. La vieja polémica sobre la monarquía vuelve a los medios.
EL EFECTO DIANA
Un momento especial en esta disputa sucedió en 1997, durante los días y semanas posteriores al mortal accidente automovilístico de DIANA SPENCER, princesa de Gales, esposa del entonces príncipe CARLOS y nuera de ISABEL.
Figura muy popular, la gente se volcó masivamente al funeral, mientras el Palacio de Buckingham guardaba un silencio culposo y ofensivo, dando pie a una variedad de teorías conspirativas.
Y aunque solo algunos grupos responsabilizaban directamente a la monarquía, todos los sectores censuraron la frialdad de la reina.
Recordaban los escándalos en torno a esa relación matrimonial que nació muerta, con un príncipe CARLOS que se casó por órdenes de su madre con una dama joven a la que apenas conocía.
Y, peor todavía, le fue infiel desde la víspera. Pasó los días previos a la boda junto a su amante CAMILA PARKER BOWLES, relación que habría de oficializarse tras la muerte de DIANA. Hoy CAMILA es reina consorte de Inglaterra.
Fueron días de intenso ajetreo para las trincheras antimonárquicas y los medios de comunicación afines. Sus seguidores se inmiscuyeron oportunamente entre las manifestaciones de duelo popular.
Exigían a gritos la claudicación de la monarquía y una nueva constitución que permitiera el advenimiento de un modelo moderno y libre de privilegios, cercano a las democracias liberales, alemana, francesa y norteamericana..
Los buenos oficios del entonces primer ministro laborista TONY BLAIR consiguieron suavizar los ánimos al lograr que el Palacio de Buckingham hiciera suyo el luto popular y que la reina se dejara ver en los homenajes públicos a DIANA.
TERCO REFORMISMO
Y bueno, en los tiempos actuales, a raíz del fallecimiento de ISABEL segunda (septiembre de 2022) y la coronación el presente mayo de su hijo CARLOS tercero, volvieron a ondear las proclamas republicanas.
Interesante coincidencia, un antepasado de CARLOS tercero, llamado CARLOS primero fue derrocado, condenado a muerte y decapitado en 1649, por una insurrección militar de corte liberal capitaneada por el parlamentario OLIVER CROMWELL.
El sueño plebeyo duró poco más de una década. En 1660 la monarquía sería restaurada en la persona de CARLOS segundo, hijo del rey ejecutado. Se diría que el episodio no pasó a mayores, pero dejó marca imborrable en la historia imperial.
En fechas recientes ha cobrado nueva fuerza la bandera antimonárquica. A lo largo del siglo 20, el sector más radical del Partido Laborista ha emprendido desde el parlamento diversos proyectos de reforma para que la Familia Real ya no sea parte necesaria de la constitución británica.
Es decir, buscando abolir el principio hereditario y la presunta superioridad derivada de los linajes de sangre para eliminar el argumento genético como factor sucesorio. Anularlo en bien del voto, igualitario y democrático.
Molestan también los lujos de la familia real. Se dice, por ejemplo, que el rey CARLOS posee 12 casas, además del palacio, varios castillos y haciendas.
En efecto, andan muy activos los reformistas, pero todavía no logran el consenso. Por supuesto, en los años de CROMWELL no había encuestas. Pero hoy la estadística en favor de la república ha ido subiendo.
Los sondeos regulares realizados en 1996, 2001, 2006, 2011, 2016 y 2021 muestran tendencias más o menos consistentes que ya rozan el 30%, en favor del cambio. Mientras los simpatizantes de la monarquía descienden y aumenta la franja de indecisos.
La pluralidad étnica que hoy avanza en Gran Bretaña podría moverlos en dicha dirección, si recordamos que el actual primer ministro es de ascendencia india, se llama RISHI SUNAK y ocupa la misma oficina donde antes despacharon BLAIR, THATCHER y CHURCHILL.
POR CARLOS LÓPEZ ARRIAGA
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