CD. VICTORIA, TAM.- La capital tamaulipeca es de las pocas ciudades que cuentan con un área verde totalmente de tanta importancia como pulmón urbano, así como por las especies que ahí habitan.
Actualmente está protegida gracias a los voluntarios que cuidan de él.
El bosque urbano fue reconocido como zona protegida en el 2001 y desde entonces, aunque es administrado por SEDUMA, son diversas las asociaciones que se encargan de cuidarlo, regarlo y velar
por la protección de la flora y fauna.
Víctima de varios incendios forestales los cuales han consumido más de 20 por ciento, hace más de una década se construyó un estanque para captar el agua de la lluvia y así utilizarla para riego o bebedero de la fauna, lamentablemente no se le dio continuidad a este proyecto y ahora solo quedan ruinas
del aquel depósito de agua.
No existe infraestructura urbana en su interior, más que ocho palapas colocadas para descanso de los visitantes, pero no se cuenta con red eléctrica ni drenaje, más allá de las tuberías para regar las plantas.
Comprende 28 hectáreas con una pista perimetral de mil 800 metros que se usa para caminar y ciclismo. En el interior se pueden visitar las diferentes áreas que cuentan con flora y fauna natural que se encuentra protegida.
La zona es considerada como un reducto de la flora y fauna que abundaba en Victoria hace cien años atrás, se ha conservado y se mantiene en su forma cien por ciento natural con especies como
conejos, correcaminos, e insectos abundantes.
En el año 2001, la socióloga Teresa Baeza Condori promovió la creación de la ONG Tonantzin Tlalli Venerable Madre Tierra, la cual tiene como uno de sus objetivos brindar educación ambiental a
los habitantes de esta ciudad y su base se encuentra dentro del bosque.
La cantidad de voluntarios frecuentes es de al menos una docena de personas entre los cuales se encuentran Martha, Magda, Juan, Lupita y sus dos hijos y la socióloga Teresa quienes acuden cada semana a realizar trabajos de conservación.
“Hemos tenido problema de algún disturbio de fuego que generalmente son originados por algún tipo de descuido en el perímetro, sin embargo hemos podido controlarlos antes de que pasara a más”.
Juan Luevano Castañón es el encargado de proteger las 28 hectáreas de esta zona con más de 208 plantas nativas y naturalizadas, quien junto a dos trabajadores, cada día recorren desde las seis de la
mañana hasta las 16 horas.
El administrador y guardián del bosque urbano reconocen la ardua labor de los voluntarios quienes a lo largo de la semana acuden, sin ningún tipo de salario, para sembrar, mantener, desmontar
y rehabilitar zonas que en años pasados el fuego arrasó.
El administrador del bosque urbano señala que el último gran incendio fue en el 2019, el cual causó la pérdida de dos hectáreas de flora en la parte norte del polígono y debido al pronóstico de sequía ya se preparan para combatir algún próximo.
“Hemos trabajado con la construcción de brechas corta fuego que son de cuatro metros de ancho en ciertas partes del polígono y eso nos reduce la probabilidad de que se nos extienda un incendio,
lo podemos controlar de cierta forma.
Explican que las acciones preventivas son el prohibir cualquier acceso de fuego, ya sea personas fumando o que no dejen basura como vidrios que puedan iniciar alguna chispa.
“Tenemos llaves domésticas que son con lo que se riegan, pero no contamos con alguna respuesta mayor ante algún siniestro, por lo que viene bomberos cuando es algo con efecto fuerte”.
POR RAÚL LÓPEZ GARCÍA