Para Carlos Olmos Tomasini,
hermano del oficio periodístico
El proceso electoral 2024 entró en el escenario de definiciones estratégicas: la senadora exlopezobradorista-neopanista Lilly Téllez reveló que el PAN representa a la derecha histórica que refiere, en automático, a los grupos conservadores del siglo XIX que desataron una guerra civil de Reforma y que fueron responsables de haber traído a México a un príncipe extranjero porque los mexicanos no podían gobernarse a sí mismos.
De paso, la senadora Téllez ayudó a la estrategia de polarización del presidente López Obrador, por lo que Palacio Nacional apoyó con entusiasmo a la exlopezobradorista porque le dio eje ideológico a la alianza PRI-PAN-PRD-Coparmex-Claudio X-Unid@s.
Y como hasta ahora no ha habido un desmentido contundente del PAN respecto a las definiciones ideológicas del partido que dio la senadora Téllez como pre-precandidata, entonces ha quedado fijado en el escenario político que el PAN encabezará la alianza opositora para restaurar la derecha histórica mexicana y en consecuencia se explica el papel del empresario ultraderechista Claudio X. González como pivote de la incorporación subordinada del PRI al proyecto de la derecha panista.
La derecha como definición ideológica siempre fue eludida por el PAN porque implicaba el recuerdo del peso histórico de esa corriente ideológica en el pasado decimonónico. Como candidato Coca Cola, Fox nunca invocó una propuesta de derecha y su campaña giró en torno a dos factores motivadores que en ese momento fueron fundamentales: sacar a patadas al PRI de Los Pinos y definirse como el candidato del cambio político.
Cualquier observador medio de la vida política sabe que la derecha es sinónimo de premodernidad porque sus valores tienden a mantener una estructura de privilegios en la propiedad y en la distribución de la riqueza, además de representar el ultraconservadurismo de la religión católica y sus prácticas inquisitoriales.
El modelo de educación pública ha introducido en el pensamiento de la niñez la interpretación histórica de que la derecha ha sido siempre conservadora, reaccionaria, monárquica y hasta puritana y que la dinámica social derivada de la libre circulación de la información ha corrido a los ciudadanos a un centro que repudia los viejos valores de la derecha: el aborto, la dominación ideológica de la religión, los derechos naturales que fundamentan la explotación social y sobre todo el derecho de casta.
El concepto de derecha moderna –por cierto, en una fase de posmodernidad– es un oxímoron imposible de sintetizar, como se ha podido apreciar en los gritones discursos ultraderechistas de la senadora Lilly Téllez, entre ellos su oposición profundamente reaccionaria e irracional contra el aborto con un problema de salud pública y como un avance en la toma de decisiones de la mujer.
La derecha mexicana nunca se había atrevido a decir su nombre y el PAN siempre disfrazaba su ultraderechismo con un discurso de defensa de la democracia, aunque consideraba a la democracia como un valor conservador frente al dinamismo de los sectores progresistas. En esta misma lógica, el PRI nunca se dijo de izquierda y de 1940 a 1970 borró el discurso constitucional del presidente Cárdenas de un socialismo utópico sin lucha de clases.
El discurso de la senadora Lily Téllez como precandidata de sí misma a la nominación presidencial del PAN ahuyentó votantes y simpatizantes en tanto que sigue vigente en el pensamiento nacional el hecho de que la derecha en la historia cometió los peores errores en contra de la lucha por la modernidad mexicana. El valor principal de la derecha es de la propiedad privada, en tanto que los sectores progresistas siguen convencidos de que la propiedad no es un derecho natural sino un derecho del Estado en función del interés público.
El PAN había ocultado su derechismo bajo el discurso de la democracia, pero ahora ya se sabe que el PAN representa a la derecha y está aliado al ultraderechista español Vox y sus resabios franquistas.
El discurso de la senadora Lilly Téllez le quitó la piel de cordero democrático al lobo derechista del PAN
POR CARLOS RAMÍREZ