Los precandidatos de Morena llegaron a un acuerdo partidista y en los próximos días presentarán sus respectivas
renuncias para participar abiertamente en el proceso.
Hasta el momento, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal ya están libres y temporalmente fuera de la nómina, mientras
que Claudia Sheinbaum dejará la gubernatura de la CDMX y Adán Augusto López se ha aplicado los últimos días al activismo político y a limpiar su escritorio en SEGOB.
Los cuatro se dedicarán de tiempo completo a promover sus precandidaturas, pues todos creen que son la figura que el país necesita para avanzar.
En Tamaulipas, las corcholatas son motivo de fricciones entre las fuerzas morenistas, y sus simpatías han enfriado relaciones, y en otros casos, dividen el corazón de algunos personajes y sus grupos de poder.
Por lo pronto, es un hecho que el gobernador Américo Villarreal Anaya y sus operadores políticos de la AVANzada, desde un inicio, se han inclinado por Claudia Sheinbaum y que, unidos al Partido Verde, construyen una plataforma electoral para la aún gobernadora de la Ciudad de México.
En el caso de Marcelo Ebrard, es el diputado local Armando Zertuche Zuani su principal promotor, y otras figuras ya han manifestado sus simpatías con el ex canciller, entre ellos los hermanos Cantú Rosas, la familia Peña Ortiz y Adrián Oseguera.
La Avanzada Nacional es la organización de los marcelistas que mueven a los victorenses Wendy Guerra y Miguel Cantú.
También es potente y en ascenso la corriente local que se la juega con el aún secretario de Gobernación, Adán Augusto López.
El diputado federal Erasmo González Robledo y el senador José Ramón Gómez Leal se identifican con el grupo del tabasqueño.
González Robledo es también cercano al presidente nacional de Morena, Mario Delgado, quien estuvo vinculado durante años a Marcelo Ebrard.
Secretarios del gabinete como Olga Sosa, Héctor Villegas y Adriana Lozano comparten las simpatías de González Robledo. Adán Augusto tiene también una relación directa con Adrián Oseguera.
Ricardo Monreal ha cultivado su presencia en Tamaulipas y sus arietes principales son el diputado local Javier Villarreal y el titular federal de Radio y Televisión, Rodolfo González Valderrama, quien en 2022 trabajó fuerte para ser candidato a gobernador, posición que finalmente quedó en manos de Américo Villarreal Anaya.
El grupo de Matamoros que encabeza Mario López ha simulado a la avestruz y mantiene la cabeza bajo tierra, pero es
inocultable que su amigo, cómplice y asociado es el polémico reynosense José Ramón Gómez Leal, identificado abiertamente con Adán Augusto.
“La Borrega” también tiene una relación muy estrecha con Rodolfo González Valderrama. En algún momento, pensó en
convertirse en el estratega y gran asesor del director de RTV cuando quiso ser gobernador, pero el sueño se derrumbó para ambos.
Los alcaldes Lalo Gattas, de Victoria, y Armando Martínez, de Altamira, parecieran no tener un gallo en específico aunque pertenecen al grupo de Erasmo.
En el estado, las fuerzas políticas tienen una mayor inclinación por Claudia Sheinbaum y por Adán Augusto López, quien aún no decide si contenderá en serio por la candidatura o simplemente sigue el juego orquestado por el Presidente. Se conocen tan bien que juntos traman lo que más conviene a su proyecto.
Las simpatías por los presidenciables en el estado reflejan las redes de intereses que llevaron a Morena al poder y los grupos que intentan controlar la zonas más estratégicas de la geografía de Tamaulipas.
Se trata de una composición heterogénea, a veces complicada, que explica alianzas y enemistades, y que definirá el papel de las fuerzas políticas en otra parte importante de la elección de 2024: la renovación del Congreso Local, de los 43 ayuntamientos y de los escaños en el senado de la República y la cámara de diputados.
El nuevo entramado político se construirá a partir de quién resulte ser el candidato presidencial de Morena y de cómo se acomoden los grupos de poder locales que, en este momento, parecen padecer un agudo contagio de ambición y de protagonismo.
En cuanto a quien resulte agraciado en las encuestas y se convierta en el candidato a suceder a Andrés Manuel, tendría que caer un meteorito para que no llegara a Palacio Nacional, pues no hay indicios de que una oposición nacional paralizada, diezmada y sin brújula pueda captar la atención del electorado.