CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- Cuando tu vivienda es de capote y techo de lámina se convierte en un horno después de mediodía, con una sensación de temperatura realmente insoportable que obliga a más de 2 mil familias a dormir en la intemperie, en el piso, entre víboras, arañas y alacranes.
Habitantes de las colonias Tomás Yarrington, Bethel y Ampliación La Esperanza advierten que no saben ni “donde meterse” para escapar de temperaturas mayores a los 47 grados que han enfermado a sus hijos y ancianos, en ocasiones sin agua y luz eléctrica, servicios que tienen de manera intermitente.
Un kilómetro de subida y otro de bajada
Al realizar un recorrido por estas colonias, no al pie de la sierra, sino literalmente sobre ella, es fácil toparse por con una pareja de adultos mayores que suben una colina realmente difícil sin la ayuda más que de su fiel compañero el bastón.
Eran las 8 de la mañana, pero pareciera que fuera mediodía en canícula, ya con una temperatura mayor a los 30 grados, sin ninguna nube que pudiera proteger de los rayos del sol.
Ignacio Sánchez de 78 años y Micaela presumen tener 56 años de feliz matrimonio y afirma cada día hacen tortillas a mano para almorzar; sin embargo así como comparten momento felices, también dificultades como el subir diario una distancia de dos kilómetros que equivalen a escalar hasta cuatro pisos de altura.
“Sufrí una embolia y estoy malo del corazón, pero qué más hago, fuimos al Seguro y a fuerzas tiene que ir uno en veces me detengo por la presión porque hasta parece que me estoy ahogando”.
Problemas de diabetes, presión, una embolia y hasta la llamada culebra no son suficientes para detener a esta pareja de abuelitos, quienes suben y bajan la loma, pero no por gusto, sino por necesidad de alimentarse o ir por medicamento.
“Tenemos puro abanico pero ese avienta el aire muy caliente, hasta ni hambre le da a uno por la calor”, afirmaron al despedirse para seguir su camino.
Nomás se siente la ropa arder
Está también la historia de un joven albañil, uno de los oficios que más sufren ante estas temperaturas por requerir un gran esfuerzo físico y resistencia al trabajar en la intemperie.
Vestido con una camisa blanca, totalmente empapada (no sabría decir si de sudor o agua), short de mezclilla y tenis, el trabajador nos reveló que tuvo que tomar medidas para no sufrir golpe de calor, (ya que varios compañeros se han hasta desmayado).
“Llevo cinco años como albañil, para no sufrir golpe de calor tomo pura agua, bueno una cervecilla de vez en cuando, trabajo temprano para ganarle al sol, para las siete empiezo” señalo mientras con un único retocaba el estuco de una casa.
Entre las veredas que existen de la Tomás Yarrington a la Bethel nos encontró una madre de familia.
Ana María González señaló que ya no pueden más, pues carecen de agua, la energía eléctrica se va sin avisar y las pipas del agua no suben hasta la colonia Bethel ya que afirman los camiones no pasan por lo accidentado del camino.
Ya en su domicilio muestra que es imposible estar dentro de su casa, la cual es de material, pero que no cuenta más que con un abanico, el cual se quemó por las altas temperaturas (incluso el motor olía a plancha caliente).
Afirma que desde hace medio mes no duermen dentro de su casa, ya que el calor lo hace imposible ya que tuvo que sacar su cama al patio, en donde si bien está un poco más tolerable, ahora tienen que batallar con los mosquitos que no los dejan en paz.
Tras descansar un poco y ofrecernos un vaso de agua, nos señaló el abuso que sufren por parte de los vendedores de garrafones, ya que mientras que en el centro de la ciudad lo venden en 14 pesos, a ellos les dan el precio de 20 a 25 pesos cada uno, algo que si bien es vital en cada hogar, también es casi imposible en familias de escasos recursos que consumen el menos uno al día.
Dormir en el piso
La colonia Ampliación la Esperanza es un asentamiento irregular compuesto por un grupo de familias quienes habitan casas de cartón, madera, con paredes de cobijas, techo de lámina y si bien les va, un poco de energía eléctrica y agua surtida con pipas.
En este lugar nos recibió Olivia Hernández.
La madre de familia explicó que tienen más de una semana durmiendo fuera de su casa sobre el piso, en donde solo tienden unas cobijas para descansar junto a sus tres hijos y su pareja.
“Nos estamos durmiendo afuera, como está el calor muy fuerte y la lámina se calienta mucho, aunque se esconda el sol en la tarde la casa está muy caliente, como es de madera, es de lámina, se calienta muchísimo”.
En cuanto a cómo le hacían para soportar la ola de calor señaló que ni ella lo sabe ya que las plantas se quemaron como si les prendieran lumbre, además los abanicos que tenían se quemaron por completo por no soportar las altas temperaturas.
“Nada más cheque las matas como están de quemadas, como si les pusieran libre ahí abajo, tengo tres niños, somos cinco los que vivimos en esta casa. Nomás encomendarnos a dios que no nos piquen los alacranes porque ahora con los calorones van a salir animales”.
Por Raúl López García
Fotos: Jorge Castillo