CD. VICTORIA, TAM.- Temo llegó a su colonia cuando empezaba a oscurecer, secándose el sudor con las mangas de su camisa Magellan.
Ese día en especial, el calor se había ensañado con la capital tamaulipeca, rebasando varias veces los 40 grados centígrados.
Cuauhtémoc bebía el resto de una botella de agua de litro y medio, cuando de pronto notó algo que lo hizo preocuparse de manera alarmante: no había luz en su cuadra. – Ya le hablamos a la comisión – gritó desde su portón doña Chayo, la señora más chismosa del barrio – que dicen que ‘orita’ mandan a arreglarlo. –
¿Desde a qué horas se fue la luz Chayito? – preguntó Temo. – ¡Uy como desde las dos! El albañil hizo una mueca y apuró el paso. Al entrar a su casa lo primero que checó fue el refrigerador.
Lo que vio lo hizo soltar una mentada de madre: el jamón, la leche, el queso de puerco, el queso amarillo y varios alimentos más se habían echado a perder, y del congelador escurría agua, producto de la escarcha derretida.
Pero lo peor no era precisamente eso: sin su abanico ventilador, la noche prometía ser un tormento despiadado.
Y para colmo, tenía muy poca presión de agua. Casi casi encomendándose a todos los santos fue a la cama e intentó dormir.
Todo fue en vano. El bochorno y la ausencia de viento se conjugaban de manera criminal, y Cuauhtémoc literalmente se cocía a “baño María” en su colchón.
Ya para las 2 de la mañana su desesperación era tal, que recurrió al viejo truco de mojar una toalla y taparse con ella para mitigar el calor.
No funcionó. El suministro eléctrico regresó alrededor de las 5 de la mañana, pero el ventilador chafa con el que contaba, era literalmente una máquina para hacer ruido que de pronto, simplemente dejaba de funcionar.
“Necesito un ‘aire’…” dijo Temo. A la mañana siguiente, el joven se puso a hurgar en el Marketplace de Facebook, en sus grupos de ventas, en Mercado libre, y sitios similares para checar en qué precios andaban los ‘minisplits’ …todo por las nubes.
Finalmente halló uno usado que se apegaba más a su presupuesto. El vendedor le aseguró que el aparato “se había quitado trabajando”. Temo le llamó a su hermano, a quien la raza apoda “el Quick” …porque su nombre real es Cuitláhuac, y que le sabe a eso de las instalaciones y mantenimiento residencial.
En cuanto Cuitláhuac vio el aparato aquel se preocupó. – Hay que sacar una línea eléctrica del interruptor hasta acá, única y exclusivamente para el minisplit y comprar mangueras nuevas carnal. – ¿Tú crees? el que me lo vendió dijo que estas estaban ‘jalando’ bien – respondió Cuauhtémoc. – A lo mejor sí, pero cuando lo desinstalaron como que lo hicieron a la brava y con el jalón las dañaron, mira – dijo Quick señalando las líneas.
El hombre tuvo que desembolsar más dinero para echar a andar el aparato, pero compensó lo gastado gracias a que su hermano no le cobró la instalación (solo compartieron un par de caguamas ‘pa’ la calor’ y un kilo de chicharrón de res) Después de ponerle gas al aparato y conectarlo, los carnales lo encendieron.
Al principio parecía no funcionar. “Ahorita enfría” dijo Cuitláhuac mientras Temo se tronaba los dedos y se secaba el sudor.
Finalmente, un fresco aire se dejó sentir en la pequeña habitación y los hombres respiraron aliviados. Esa noche de domingo, Temo durmió como nunca antes lo había hecho. “Pero tengo que medirme, o el recibo de la luz va a llegar bien cargadito” pensaba el joven albañil. Y es que con la actual ola de calor, el consumo eléctrico se eleva tanto como las temperaturas. Temo creyó que su problema se había resuelto, pero tres noches después la realidad golpeó a su puerta: a eso de las 8 de la noche se escuchó un estallido a 50 metros de distancia, y todo quedó en la penumbra.
En la calle se escuchaba a doña Chayo dar la mala noticia: – ¡’Tronó el transformador, tronó el transformador, háblenle a la comisión’ – gritaba casi histérica la mujer. Cuauhtémoc llamó a la CFE para reportar la falla. La operadora le proporcionó un número de folio y le aseguró que “en menos de 24 horas quedaría resuelto el problema”. “No pues gracias por la rapidez” pensó el albañil. –
Es que reemplazar un transformador es complicado mi Temo – le comentaba el Caminante poco después. – Lo que me purga es que se vaya la luz precisamente cuando más se necesita – dijo Temo. – Pues es por eso flaco, imagínate cuántas casas echaron a andar ‘los aires’ casi al mismo tiempo. – Si ya sé, las líneas se saturan con tanto aparato conectado ¡y es cuando truena el transformador chingao! Al parecer la ola de calor se va a extender hasta el mes de julio y se va a cruzar con la canícula. Dios nos agarre confesados.
POR JORGE ZAMORA