No toco lo correspondiente al patrimonio arquitectónico, ni a la herencia de nuestro lenguaje popular que es inmenso e intenso en la sociología y psicología del ser tamaulipeco.
Me interesa el patrimonio plástico, sencillamente olvidado, y fuera de algunos ejemplos notables no ha sido un esfuerzo programado, y son un acto espontaneo sin componer una Política Cultural.
Chispazos de intenciones y al final quedamos a la deriva. Algo está claro en el contorno de una política cultural; a disposición del hacer y llevar cultura, en tanto no se potencialicen los vínculos entre creadores, investigadores, no podemos crear un pueblo para el arte y no arte para el pueblo.
Implica educar para el arte. Quiero decir la formación del capital artístico; profesores, mobiliario, materiales, que contribuyan a estadios mejores de vida para los ciudadanos.
Primeramente nos enfrentamos a una realidad. Las tareas se encomiendan a la improvisación de quienes administran la cultura, y entre saltos y sobresaltos se pretende hacer cultura.
Que lo juzgo imposible sino se planifica a partir de la educación, la integración de los museos y escuelas con la formación de profesores y edecanes difusores de cultura.
Si mal no recuerdo, dentro de las instancias políticas del régimen del Adolfo Ruiz Cortines, se instituyo en 1957 el programa” Las Puertas de México”, que era un pabellón de exposiciones de lo que somos como estado fronterizo y país.
El programa era rico en posibilidades pues abría las puertas al conocimiento de nuestro estado y su patrimonio. Matamoros, Tamaulipas, fue la aduana que recibió más impulso y abrió espacios para las muestras de cultura de nuestro país.
Este programa era de gran significación. Aprovechar nuestro potencial de estado en frontera con tres formidables aduanas, Laredo, Reynosa y Matamoros, como muestra de nuestra potencia económica y cultural.
Desde hace cuarenta años he venido pugnando por rehacer este positivo programa que sería una muestra de lo que hacemos y creamos los mexicanos y los tamaulipecos en particular.
Esto comprende salas de exposiciones en los ingresos fronterizos señaladas donde nuestros artistas y artesanos y productores presentan lo que tenemos y lo que podemos hacer.
Dentro de este panorama ha sido olvidado la valoración de las obras de arte publico, tan elocuentes como el Mural “La Tragedia y la Comedia” de Xavier Peña, oculta en el Teatro Juárez patrimonio de la UAT, inadmisible, dentro de una Institución educativa de primer nivel.
La obra Mural de Ramón Cano Manilla, en Ciudad Mante, que integran el patrimonio artístico de nuestro país.
La obra Mural de Ramón García Zurita de Palacio de Gobierno, en Ciudad Victoria, que requiere de una pronta restauración, porque al paso de los años, 61 años, puede desprenderse el soporte de los muros preparados para pintar..
Siendo esta obra mural que narra la parte medular de la vida cultural y política de Tamaulipas. Cuando en las oficinas y promociones de cultura no contaban con fondos, ni a la sociedad civil ni a funcionarios les parecía atractivo detentar los mandamientos por la cultura.
De manera que cuando se inyectaron fondos a los programas culturales se presentaron al andamiaje cultural la disputa por su administración, y así llegaron neófitos, oportunistas, sin un programa trascendente como política de estado.
Uno de los fundamentos principales de un trabajo cultural de integración de los programas de la Casa del Arte, restaurada, pero no enriquecida desde hace dos décadas, y obviamente el empuje que le dio el Dr. Emilio Martínez Manautod con la edificación del Centro Cultural Tamaulipas que propicio un abanico de posibilidades en pro de la educación y la cultura.
Y la imperiosa necesidad de correlación de los programas de museos y actividades educativas a la tutela de conocedores.
No se trata de cambiar “espejitos por oro”, como lo hicieron los españoles con nuestros indígenas.. Se trata de modificar sistemas de distribución de productos culturales y formación de artistas para el progreso de la vida cultural de Tamaulipas.
En síntesis, la obra “La Comedia y la Tragedia” del gran pintor Art Deco, X Peña, patrimonio de la UAT, debe restaurarse y abrirse al público. La obra de Mural de Ramón Cano Manilla, el artista del “Globo” en el Museo nacional de Artes Populares, murales en las Escuelas del Ingenio del Mante.
Dignificar el patrimonio artístico más allá de la miopía de los administradores de cultura. Y finalmente, la necesaria restauración de la obra mural “Tamaulipas Histórico” del gran pintor y maestro Tamaulipeco Ramón García Zurita, antes de que el tiempo destruya uno de los más importantes obras murales del Noreste Mexicano.
POR ALEJANDRO ROSALES LUGO




