El arte de nuestros días es una vuelta a los símbolos, los toques mágicos que advierten el rostro interior del artista.
Pero toda obra se compone y se descompone a partir de la manera que se le mira, en la abstracción brutal y la abstracción configurada y hacia la variante de los sentidos del arte contemporáneo.
Entre el color y la forma se emparenta lo filial del amor y la muerte, de vida y sueño en los arquetipos de la pintura popular y la pintura de elite.
Parece ser que pretendemos diferenciar a la obra de arte para los neófitos y una obra de arte para los cultos. El mercado del arte ha creado un territorio exclusivo de artistas vendibles con una simbología inagotable y orilla a un mercado de la pintura popular convertida en artesanía.
Es el mercado, no la crítica ni la evolución sobre la obra de arte. Se antojaba que pintar flores era una suspensión de lo artesanal, pero las flores son una de las derivaciones simbólicas sagradas de la Humanidad.
La flor es la poesía erótica que irradia a los cuerpos, que acerca la mirada a los secretos de los dioses y las diosas y su perfume y su forma son símiles de la creación humana.
Grandes artistas pintaron flores, como extraordinarias flores fueron consecuencia del amor de los dioses, magia y embrujo, perfume, el elixir de la muerte y de la vida de los antiguos.
Ninfa Lerma es una flor de la pintura tamaulipeca en tanto aborda un jardín que convierte en manchas y definiciones primitivas de la flor, y en apariencia un desorden en la composición en la tela y ofrece un ramillete de posibilidades gráficas y de color.
Sin duda en el arte contemporáneo la obra de Georgia O, Keeffe, la artista norteamericana revalora el arte de cas flores en un mercado que absorbe a placer las obras en grandes forma – tos y de tonalidades sobrias, que pueden caer en lo decorativo.
Pero que Keeffe ha personificado sus flores con autenticidad y placer de formas y so – bruedad r. La obra de los artistas de flores como Van Gogh o Renoir, valoran los secretos y el encanto de las flores en el amor y la locura.
La sexualidad en las flores impresa en su color y en sus líneas, en un diseño mágico y creativo que toca a nuestra piel, las intensa mirada de las violetas, de las rosas, de y orquídeas en sus giros que son el retrato de espíritu en movimiento.
El amor del ser humano es como el amor de las flores, nacen sin encanto y se convierten en ma – ravillas hasta morir en nuestras manos y en nuestros ojos.
Escribía Vicente Huidobro; “Poetas porque cantáis a la rosa, haced – la florecer en el poema”. El poeta creacionista es un inventor de encantos. La obra de Ninfa Lerma es una flor de pasiones que se alternan graciosamente con un primitivismo pictórico de trazos bruscos y colores calientes y fríos.
Ninfa Lerma, originaria de Valle Hermoso, en la frontera de Tamaulipas, concilia esa pasión que expresa en sus telas con la pasión inédita de sus colores y de los amores perdidos en su andar. Todo artista recorre los caminos inéditos, se tropieza y se levanta hasta encontrar el verdadero camino, que se lleva en el alma y empuja a la vida.
El florece de una Ninfa cercana al Rio Bravo, por donde pasan los vientos al mar. Su trabajo me gusta, en tanto su paleta de co – lores con lo primitivo y exuberante de la flor, muy cercana de sensualidad en el “naif” de soluciones gráficas y pictóricas.
Todo empeño en el trabajo tiene consecuencias, la obra personal, alejada de las condiciones obligadas de una obra decorativa y tal vez de un mercado rápido.
Una artista adquiere obligaciones estéticas consigo mismo, la obra de arte en la dirección que le obliga su disciplina y preparación. Ninfa Lerma lo entiende, y si trabajo ha entrado en grandes formatos con una audacia de alegría y melancolía.
Ni es la flor de tristeza y si la flor salvaje, cálida, que mueve su espirito de guerre – ra de la pintura de Tamaulipas, su Valle Hermoso Querido.
Formada en los talleres de José Antonio Navalon, español de grata memoria y a la féru – la de Carlos Sánchez Tirado entre otros maestros, su obra se ha expuesto en galerías del norte de Tamaulipas y sur de Texas. Un trabajo que juzgo oportuno alentar.
En Tamaulipas contamos con exponentes mu – jeres de primera línea nacional e internacional y es bueno señalar, florecen cada día más artistas que como Ninfa Lerma, flotan, se mueven en los ríos de la imaginación.
POR ALEJANDRO ROSALES LUGO