En un mes más inicia en Tamaulipas y en todo el país el proceso electoral de 2024, con la carta grande de la Presidencia de la República y la reconfiguración del Congreso de la Unión en juego. En el estado se anticipa una gran disputa por las diputaciones locales y las alcaldías de los 43 municipios, cuando transcurrirá el segundo año de gobierno del doctor Américo Villarreal Anaya.
Será una elección intensa en lo político, por la polarización que heredó la elección de 2022, que partió al estado en dos y que al final favoreció a Morena y a la 4T.
Pero en el estado, al menos en los últimos 13 años, la partidocracia abandonó la costumbre de presentar propuestas de campaña al electorado para aterrizar proyectos de gran envergadura para transformar a Tamaulipas, en lo económico, lo social, en lo político, en infraestructura y en gobernabilidad.
La crisis de inseguridad que detonó entre 2008 y 2010 desvió de la agenda pública el interés de la población de exigir a sus candidatos y a sus gobernantes el rendimiento de cuentas y acciones de gobierno que trascendieran a la cobertura de los servicios básicos.
Y fue a partir de ese momento que las instituciones locales y/o municipales colapsaron al nivel que arrastran principalmente las concentraciones urbanas más grandes del estado.
Lejos quedaron del imaginario colectivo los grandes proyectos que se orquestaron en la última parte del siglo XX.
Obras de gran alcance como la renovación de la infraestructura municipal emprendida durante el gobierno de Emilio Martinez Manautou, la construcción de accesos, de infraestructura de agua y drenaje y la pavimentación de calles que hasta entonces eran senderos rurales de tierra y con suerte, algunos empedrados.
Su sucesor, Américo Villarreal Guerra (padre del gobernador Villarreal Anaya), inició las primeras acciones que transformarían la cara de Tamaulipas y de Victoria con obras que hasta la fecha permanecen vigentes y son indispensables, como la construcción del acueducto que abastece a Victoria con agua de la presa Vicente Guerrero, o la perforación de pozos en la zona del antiguo IV Distrito que igualmente sigue abasteciendo a las poblaciones más pobres del Estado.
En la última parte del gobierno de Villarreal Guerra y durante toda la gestión de Manuel Cavazos Lerma se emprendió la renovación, casi a partir de cero, de toda la infraestructura carretera estatal y federal, que en cuestión de años convirtió al estado como uno de los lugares favorito en la logìstica para el tránsito de mercancías entre México y Estados Unidos.
Tomás Yarrington Ruvalcaba les dio continuidad al estratégico proyecto de la carretera ‘Rumbo Nuevo’ que conecta en una distancia más corta y menos accidentada al estado con San Luis Potosí, lo cual amplió el flujo de transporte.
Y aunque el gobierno de Eugenio Hernández Flores impulsó proyectos como la construcción del Parque Bicentenario y el Industrial en Ciudad Victoria, el estallido de la narcoviolencia frenó por completo cualquier proyecto ambicioso como los realizados en las anteriores gestiones.
El fenómeno de inseguridad afectó a todas las instituciones del estado y fue un factor propicio para el abandono de regiones completas que al final terminaron bajo el dominio de los grupos delincuenciales.
El control de los servicios públicos, del abasto de agua. incluso jugosos contratos, fueron acaparados por los grupos delincuenciales, y hasta en el último tramo del gobierno de Egidio Torre Cantú y los inicios del règimen cabecista se recuperó el control institucional.
El gobierno panista centró la inversión en seguridad pública pero quedaron pendientes importantes en materia de infraestructura.
Una década perdida en proyectos para transformar al estado o que dar continuidad a lo realizado las décadas anteriores. Y en la primera parte de la actual década, además de los proyectos presentados por el gobernador Américo Villarreal Anaya, se presenta la urgente necesidad de retomar las inversiones que estimulen el desarrollo económico de las regiones..
El próximo proceso electoral será una oportunidad más para que el electorado tamaulipeco cuestione y exija a los candidatos, cualquiera que sea el color, que demuestren si sus intenciones empatan con las expectativas de un estado que ha vivido oscuras etapas durante las últimas décadas.
Habrá que ver si presentan propuestas y proyectos que contribuyan al desarrollo y que no se queden en demagogias coyunturales.
La elección de 2024 será crucial para Villarreal Anaya y su resultado, con una oportuna selección de candidatos le permitiría dar continuidad a los proyectos perdidos y para consolidar proyectos como en el gobierno de su padre y de otros ex gobernadores, que independientemente de sus claroscuros, le cambiaron la cara al estado y sentaron los cimientos del progreso que detuvo la la embestida del crimen organizado..
POR ALFONSO GARCÍA
@pedroalfonso88