“Para el primer trimestre de 2023, el volumen de la población que residía en el país era de 129 millones, 52 % correspondió a mujeres y 48 % a hombres.”
-INEGI, julio 2023-
Dos cosas parecen estar muy claras en los procesos internos que llevan a cabo la mayoría de los partidos políticos agrupados en dos grandes bloques o alianzas. De acuerdo con los resultados de las encuestas más acreditadas, la primera cosa que parece segura es que Claudia Sheinbaum encabeza la intención de voto para la elección de Coordinador, en este caso, Coordinadora, de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación de Morena y sus aliados el PT y el PVEM. La segunda cosa de la que parece no haber duda es que Xóchitl Gálvez será la Coordinadora del Frente Amplio por México, integrado por el PAN-PRI-PRD.
Todos saben, en medio de esta gran simulación electoral nacional, de la que todos los ciudadanos y las autoridades electorales son cómplices, que los coordinadores electos para sus respectivas tareas partidistas serán primero precandidatos y después candidatos a Presidente de la República y que seguramente habrá un tercero que será postulado por Movimiento Ciudadano en diciembre cuya relevancia en la contienda, sea quien sea, se deberá a sus merecimientos personales y no al prestigio del Partido. De tal manera que existe la posibilidad bastante cercana de que las candidaturas más importantes para ocupar el Poder Ejecutivo Federal estén en manos de dos mujeres.
No ha sido ni será fácil llegar a esas candidaturas, primero porque falta un mes aún para que se confirmen y nueve meses más hasta el día de la elección el primer domingo de junio de 2024, y después, porque en ese tiempo los otros aspirantes de ambas alianzas deberán vencer todas las inercias propias de una sociedad con una cultura patriarcal profundamente arraigada, con claros tintes de machismo, misoginia y en algunos casos ginecofobia, para reconocer plenamente el triunfo de sus compañeras. Los ejemplos de la presencia del fantasma de la intolerancia hacia las mujeres son múltiples y uno de los ejemplos más visibles es que Xóchitl se queja de ser discriminada por razones de género por el Presidente y al mismo tiempo ataca a Claudia, su futura adversaria, con una descalificación discriminatoria afirmando que es una marioneta impuesta por un hombre.
En ese contexto, el escenario ideal para ambas aspirantes a coordinadoras-precandidatas-candidatas es que sus contendientes, en una gran muestra de civilidad democrática, acepten el resultado y de inmediato se pongan a trabajar a favor de su respectiva coordinadora dando con ello la mejor prueba de disciplina y de unidad.
Para ello se requiere, en el caso del Frente Amplio por Mexico, que el PRI se resigne a trabajar por la candidatura de derecha del PAN, el partido que le ha generado el mayor desprestigio de su historia desde que surgió para oponerse al gobierno comunista-socialista del Presidente Lázaro Cárdenas y que hoy lo mantiene como el referente negativo de la política nacional, tal como lo planteó apenas hace unos días Claudio X González en su cuenta de Twitter, en la que afirmó que Morena no nada más está repleta de ex-priistas sino que es la peor versión del PRI. Si los dirigentes del PRI y su erosionada militancia siguen dispuestos a tragarse esos agravios habrá candidata y Xóchitl podrá contar con lo que queda de la mejor estructura política y los mejores operadores del país.
En el caso de Morena y sus aliados, sería necesario que en su momento los aspirantes concedan el triunfo de su adversaria y trabajen para garantizar la continuidad del gobierno y la alianza de partidos a los que han servido y pertenecen, y cesen de inmediato las reclamaciones veladas de que no hay supervisión en los gastos, acusaciones de acarreo, o de falta de claridad en cuanto a la metodología para las encuestas que definirán quién será elegido, además de eso se requerirá la participación activa de todos para hacer la campaña de su candidata frente a los ciudadanos.
El peor escenario para las aspirantes es que aun con esas tendencias tan marcadas a su favor, una o la otra o las dos, sean víctimas de alguna o de varias mapacherías que las dejarían fuera de la contienda para dar paso a alguna o algunas candidaturas masculinas sin importar los resultados de las encuestas. Si esos obstáculos se superan con éxito, en la primera semana de septiembre se definirá la ecuación a conjugar: una candidata mujer contra otra candidata mujer será igual a una mujer Presidenta Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
Después de eso, las dos candidatas harán campaña hasta el 28 de mayo frente a toda la ciudadanía, expondrán y debatirán sus propuestas y los ciudadanos elegirán a la primer Presidenta de México, 60 años después de haberse promulgado el decreto que otorgó a las mujeres el derecho a votar.
POR JESÚS COLLADO MARTÍNEZ