Desde principios de julio en que el presidente Andrés Manuel López Obrador destapó a la senadora Xóchitl Gálvez Ruiz como candidata del frente opositor a la presidencia de la República, en todos los espacios analíticos impresos se dijo que había sido un grave error estratégico de Palacio Nacional; a casi ocho semanas, Xóchitl ha cumplido con creces las expectativas presidenciales: el bloque opositor está hecho bolas.
La percepción de López Obrador se basó en el perfil público de la senadora Gálvez y en su posicionamiento muy rápido como figura no partidista que movilizó a las redes que critican, aunque no votan, con la experiencia presidencial para percibir las contradicciones en los grupos políticos que han sido armados sólo para confrontar al tabasqueño.
Toda la cauda estridente de analistas que potenciaron la figura de Xóchitl en bicicleta como la única con capacidad para vencer al presidente López Obrador sólo respondieron al proyecto presidencial de introducir una figura limitada, ingobernable y exageradamente carismática, pero dentro de una coalición de grupos de interés ideológico que andaban en busca de una botarga y no de una figura con capacidad propia de gestión.
Desde Palacio Nacional salió la estrategia muy audaz para potenciar la figura de Xóchitl, incluyendo la versión filtrada de que en el entorno presidencial había arrepentimiento y miedo por el crecimiento mediático de la figura de la senadora panista. Sin embargo, la política es maratón de largo plazo y requiere de resistencia, además de liderazgos sinceros en el terreno coalicionista. La experiencia política del presidente López Obrador pudo percibir la falta de entendimiento real entre el bloque empresarial conservador de Claudio X. González-Coparmex y los tres partidos políticos tradicionalistas que no están pensando en la democracia sino en la defensa de sus intereses políticos personales de sus dirigentes.
El argumento del “pánico en Palacio” por el crecimiento mediático de la senadora Gálvez fue inducido para inflar el globo de aire caliente de una personalidad con cola que le pisen, sin experiencia en las lides de la confrontación política y con un equipo asesor que ha fracasado en todas estas semanas.
El pasado fin de semana la coalición opositora mostró sus primeras fracturas graves: Xóchitl ya no crece, no se deja administrar, se ha rodeado de un grupillo de panistas resentidos, no se entiende con los priistas, convirtió el PRI en su principal adversario y no obedece a los hilos titiriteros de Claudio X. González, en tanto que la figura de Santiago Creel se ha ido consolidando en el escenario y ya se discute que el PRI de Beatriz Paredes Rangel le está quitando tendencia de votos al PAN y a Xóchitl, que el panismo pierde expectativas con dos precandidatos y que se está llegando al punto estratégico de que se requerirá de una declinación: o Creel declina a favor de Xóchitl o Xóchitl podría dar el sorpasso de declinar a favor de Creel porque estaría representando los verdaderos intereses estructurales del PAN.
Xóchitl ya llegó a su punto máximo de exposición de potencialidades y todo lo que ha dicho en los últimos días ha generado decepción al interior del bloque opositor conservador, sobre todo porque se han encontrado que la senadora precandidata ya no escucha razones y se siente la designada por los dioses de la política como la única que podría derrotar a López Obrador y a quien sea el candidato de Morena.
El fin de semana se prendieron los focos de alarma en el bloque del Frente Amplio porque la priista Paredes Rangel ha sabido movilizar las estructuras electorales del tricolor y el candidato Santiago Creel estaría siendo reforzado por las estructuras panistas que no han sido recibidas por el equipo de panistas resentidos o expanistas que ya aisló a la senadora Gálvez. Este grupo panista está presionando para evitar que el presunto gabinete de Xóchitl y el plan de gobierno sean decisiones de Claudio X. y que el PAN tradicional, como ocurrió con Fox en 2000, tome el control del Gobierno e inclusive le cierre espacios al PRI asociado en la alianza.
En este contexto, López Obrador no se equivocó al imponer a Xóchitl como candidata opositora y Creel y Paredes no alcanzarían votos suficientes para derrotar a quien vaya a representar a Morena en la candidatura sucesoria.
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Política para dummies: La política es un juego de perversidades.
Por Carlos Ramírez
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