CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- El fútbol te da la oportunidad de que con el paso de los años, tengas muchas historias que contar… desde viajes, torneos ganados, otros tal vez pérdidos, decepciones, alegrías, experiencias y todo lo que se puede vivir por estar dentro de este hermoso deporte que es la pasión más grande de millones de personas en el mundo.
Gregorio Espinoza, o ‘Goyo’, como lo conoce la mayoría en Ciudad Victoria, es un libro lleno de esas historias, pues el fútbol y él han estado prácticamente ligados desde nacimiento, hoy se mantiene como su gran pasión a pesar de lo injusto que pudo ser la pelota con él en su momento, pero eso quedó en el pasado y hoy lo vive de forma diferente.
Actualmente ‘Goyo’ es de los jugadores más destacados del fútbol de ‘barrio’ en Ciudad Victoria y la región, su habilidad, técnica, velocidad, idea y experiencia, lo hacen ser ‘el diferente’, ese jugador que constantemente se pelean los equipos para que enfunde la playera de sus franquicias.
“Me siento halagado, siento una responsabilidad por la confianza que me dan, yo sólo disfruto del fútbol, se siente bonito ser reconocido en el fútbol de aquí, que te busquen, eso motiva y disfruto más, pero me deja responsabilidad de cuidarme, de no tener vicios para dar lo mejor de mí”, dice Espinoza.
Siempre serio y reservado, pero dentro del campo se convierte en otra persona: ríe, se enoja, llora, grita, disfruta, el semblante cuando toca una pelota, le cambia y comunica lo que no es un secreto, “el fútbol para mí es todo”, es contundente.
A la par del balón, lleva su trabajo en una maquiladora, esto para ayudar a su familia que es conformada por su esposa Guadalupe Martínez e hija Sofía Guadalupe, pero a pesar de ello, siempre encuentra la forma de jugar al fútbol.
Y es que desde pequeño creció con eso en la mente, pues su padre, jugaba y hasta la fecha juega a este deporte, “mis abuelos viven en El Carmen, cuando estaba allá me cuenta mi papá que me iba en el andador a la cancha de fútbol, estaba cerca, pero ya me llamaba la atención ir, hay fotos de eso, mi papá jugaba y siempre quería ver”, cuenta ‘Goyo’ con una sonrisa al recordar esas anécdotas.
‘Goyo’ desde niño empezó a jugar fútbol, hizo un desfile por equipos como: Escuela Correcaminos, escuela en Monterrey, Argentina Victoria, entre otras, “yo me dí cuenta que era bueno en Argentina, empecé a tomar confianza y jugaba bien, también jugué en Agronomía, jugaba como menor”.
El fútbol para él llegó a ser su mejor aliado y su mejor psicólogo, pues con la pelota se olvidaba de problemas que pasan muchos en la escuela, en la casa o en la vida diaria, pues incluso confesó que tuvo problemas de ‘bullying’ con sus compañeros de primaria, pero eso no evitó que disfrutara la vida y su infancia.
En su juventud pasó a jugar con el equipo Troyanos, con el que vivió sus primeras grandes experiencias, “estuve con el profe Osberto Vera -que en paz descanse-, esa fue mi primera experiencia bien, teníamos un entrenamiento ya más serio, físico, fútbol, este entrenador me marcó, nos empezó a dar charlas, psicología, motivaba, me apoyó mucho. Desde que empecé a jugar ese torneo, me entró la espina por ser profesional”, confesó.
‘GOYO’ Y SU ÉPOCA DE ‘REY’
Reyna FC fue un equipo que hace varios años fue de los mejores a nivel juvenil en Copa UAT, ganaron un sinfín de trofeo de copa de liga, campeón de campeón, además de participar y ser campeones estatales en Copa Telmex, torneos de Asociación y destacar en Nacionales, ese equipo dirigido por Daniel Reyna y después fusionado con Edgar Flores y Pachuca SUTSPET de Mario Coronado.
“Eso fue una gran etapa de mi vida en el fútbol, éramos una familia, convivimos mucho entre todos, nos íbamos juntos a los partidos, ganamos muchas cosas, pero la verdad yo siempre recordaré ese equipo por lo que pudimos lograr fuera del campo, Daniel siempre me apoyó mucho”, confesó Espinoza.
Con Reyna-Pachuca, vivió lo que fue el torneo que más recordará, “fuimos campeones de la Copa Mineros en Guadalajara, ese torneo nunca se me olvidará, yo me di cuenta desde entonces que podía llegar más lejos, ganamos ese torneo y esa medalla siempre digo que es la más valiosa de todas”, aseguró quien peleó el título de goleo de ese certamen con Ronaldo González, también tamaulipeco, quien finalmente llegó a debutar en primera división y actualmente está en la Liga Expansión Mx.
TIGRES: SU MÁS GRANDE AMOR Y DECEPCIÓN…
El victorense empezó a hacer notar y en un torneo nacional con Reyna, fue visto por uno de los visores de Tigres, equipo al cual siempre ha apoyado, “me hablaron después de que tuvieron mis datos, me dijeron que habría una visorias que si podía ir, yo la verdad no tenía mucho dinero y mis papás tampoco para hacer ese gasto, pero me fui a la aventura, yo no podía decir que no”.
“Como pudimos, conseguimos lo del pasaje, después hubo gente que me apoyó para irme, recuerdo que fue un domingo después de jugar en el Barretal cuando me fui, cuando llegué en la noche, la gente estaba vuelta loca en Monterrey, había quedado campeón Tigres, imaginate, yo siempre he sido aficionado de ellos, entrar a la ciudad y mirar todo eso fue, como un ‘quiero vivirlo’, me ilusioné”.
Después de varios días de visorias a las que asistieron 200 jugadores, Goyo quedó, fueron muchos días de muchos sufrir, pero al final llegó la recompensa pues quedó seleccionado junto a unos cuantos más, entre ellos Jesús Garza que actualmente está en el primer equipo, “sí era muy bueno, marcaba diferencia”.
Justo el 25 de diciembre, Espinoza firmó su contrato, “me avisaron unos dos días antes porque mis papás tenían que ir, yo aún era menor de edad, el 25 fue cuando firmé, fue mi regalo de navidad”.
Goyo no ocultó su sentimiento, pues era un camino muy largo que había recorrido para llegar a este sueño, “sí lloré, no te voy a decir que no, firmé llorando y cuando me tomaron la foto para la Federación salgo con los ojos rojos, porque había llorado antes -entre risas-”, comentó el victorense.
Todo era color de rosa, pero todo iba a cambiar, lamentablemente. La categoría Sub-20 de Tigres ya era un equipo que tenía años de estar juntos, ya existía una base y eso no iba a hacer cambiar al entrenador.
Empezó a sentir el lado amargo del fútbol, pues no era considerado, no jugaba, sólo entrenaba, “yo sabía que tenía que ganarme el lugar, pero por más esfuerzo no veía un campo, en mi posición había dos extranjeros y dos más que estaban en el primer equipo, yo decía a mi mamá: ‘me quiero regresar, no soy tomado en cuenta ¿qué hago aquí?, yo quiero jugar’, ella me decía que aguantara”.
Y sí, fiel a su sueño y con el aliento de su madre, aguantó unos meses más, pero la situación no cambió, conoció el lado oscuro del fútbol en fuerzas básicas, “una temporada después yo entrenaba con el equipo de Segunda División, empecé a tomar ritmo después de una lesión que tuve, jugamos algunos amistosos y era titular, pero después de un mes de pretemporada, eliminaron la franquicia, prácticamente nos dijeron ‘busquen equipo y que les vaya bien’”.
DEPRESIÓN Y CERO AMOR AL FÚTBOL
Por increíble que parezca, aquel niño que se divertía con el simple hecho de mirar cómo pateaban una pelota, el niño que disfrutó hacer goles, el joven que fue campeón muchas veces y añoraba ser jugador profesional, estaba destrozado y no quería saber nada del fútbol.
“Sí me entró como una depresión, yo me regresé acá a Victoria y lo primero que hice fue buscar trabajo y de verdad no quería saber nada de fútbol, sentía que no era lo mismo, ni si quería jugar en la calle, estaba desilusionado, hasta mi mamá me decía ‘¿por qué no vas a jugar?’, yo no tenía ganas de nada, fue un golpe muy duro, una situación que te marca lo que vives, el esforzarte y que te hagan a un lado”, señaló.
REVIVIÓ SU PASIÓN
Después de varias semanas y ya con un trabajo formal, recibió una invitación, Johan Sánchez le ofreció formar parte del equipo de Las Palmas, “yo ya trabajaba en la maquiladora, acomodé todo para que me quedaran libres los fines de semana, yo quería empezar a jugar de nuevo”.
“Me invitaron en Las Palmas, me animé a ir para jugar con ellos en Santander, había jugadores de gran nivel, de experiencia, el que yo como joven fuera considerado, me empezó a motivar, jugué y cuando pude me salían bien las cosas, empecé a sentir de nuevo esa pasión”, dijo.
Ahí empezó a darse a conocer, después lo hizo en otros torneos en los que era invitado, posteriormente empezó a jugar con Deportivo Martínez, equipo en el cual, empezó a ser conocido, “imaginate jugar en este equipo fue lo mejor, pues es de los mejores, Chuy (Martínez), siempre busca a los mejores jugadores para competir y yo estaba entre ellos”.
Con el Ferrari y otros equipos locales, ha podido ser campeón del torneo de La Cima, de la Champions, Liga Santander, Torneos de Colonias, además de ser campeón o destacar en torneos de Padilla, Santa Engracia, Tula, entre otros.
LA VIDA EN LA ‘TALACHA’
Aunque él disfruta siempre jugar, no siempre las cosas salen y esa es la parte difícil para él, “a mi siempre me ha gustado cumplir en todo, en el trabajo, en la vida y pues en el fútbol, es difícil porque a veces las cosas no salen. En mi caso yo me levanto a las 5:30 de la mañana para ir a trabajar, me toca a veces salir muy tarde, luego tengo partidos y a veces las cosas no salen, si es desgastante, pero yo disfruto jugar, el trabajo lo veo como un entrenamiento para el fútbol”.
Para Goyo no hay mejor recompensa al jugar que el ser reconocido o las palabras de aliento de los aficionados o compañeros, “se siente bonito la verdad, el tener esa responsabilidad de que los equipos confíen en tí”.
SE ABRIÓ UNA PUERTA, ÉL LA CERRÓ POR SU BIEN
Después de destacar en el fútbol de barrio, sin esperarlo llegó una oportunidad que pudo hacer que tuviera una revancha en el fútbol profesional, pues Correcaminos después de unas visorias se interesó en él y en otro talento victorense, “yo falté un día al trabajo, fue a la visoria y me aceptaron, quería que fuera otra vez, pero imaginate, perder otro día de trabajo para mi era lo peor, porque no me pagaban”.
“Lo pensé y hablé con el supervisor de mi empresa, él sabía que jugaba fútbol y me dijo ‘si hay la chance, dale’, no me iba a perjudicar pero no me iba a pagar los días, aún así me aventuré, quería esa revancha. Hablaron conmigo después de entrenar varios días y pidieron mi baja a Tigres, cuando me hablaron para que me presentara ya formalmente, yo lo pensé”.
“Primero pensé en mí y dije que sí, pero después pensé en mi esposa, en mi niña, yo ya sabía cómo estaba el tema de los sueldos en el ‘Corre’, eran muy bajos y se tardaban en pagar, yo le dije a mi esposa que igual y me cambiaba de turno a la tarde para entrenar en la mañana, pero me cayó ‘el 20’, no iba a tener tiempo para la niña, para la familia, no quise arriesgarme, pueden ser seis meses o un año, perderé un trabajo con sueldo aceptable y me disculpe y rechacé”, confesó.
A pesar de que era una oportunidad de oro, Espinoza no se arrepiente, “en su momento tal vez sí dije o arrepentí, pero la verdad fue la decisión correcta, yo siento que si hubiera aceptado, la hubiéramos pasado muy mal por el dinero, después encontrar trabajo de nuevo, no me arrepiento en estos momentos de nada”.
GOYO Y SU LADO MÁS PERSONAL
Pocos conocen a Goyo fuera del terreno de juego, fuera de que es serio, reservado y muy centrado, no saben muchas de las cosas que tuvo que vivir fuera de la cancha, desde ser molestado en la primera a ser padre y madre de su hermana menor.
“Yo siempre estaré agradecido con mis papás, porque me dieron siempre un ejemplo de trabajar día a día, de esforzarme, no teníamos lujos, a veces no alcanzaba para cosas asi, pero comida nunca faltó, mis papás se levantaban a las 5-6 de la mañana, y trabajaban todo el día, yo me quedaba con mi hermana, yo tenía 13 años y yo le ayudaba a arreglarse, la llevaba a la escuela, iba por ella, aprendí también a ser responsable, porque yo le apoyaba a mi mamá en el aseo de la casa, trabajaban mucho y sabía del esfuerzo y era una forma de apoyarlos y eso me dejó una gran enseñanza”, declaró.
Dentro de las experiencias de Goyo, una de ellas es el ser papá jóven, pues apenas tenía 19 años cuando se convirtió en papá, lejos de ‘venirse la noche’, fue una bendición para él, para su esposa y sus familia, pero el momento más incómodo fue cuando le avisó a sus padres.
“Mi esposa empezó a sentir síntomas, vómito, tenía ese pendiente, se hizo la prueba y dio positivo, yo lo primero que dije fue que me iba a ser responsable, no dudé, hablé con mi mamá, ella ya sospechaba, mi papá fue un poco más difícil, siempre él ha sido más estricto, pero la verdad desde el primer momento me apoyó también, ‘¿y que quieres que haga? ¿Yo qué? Ustedes decidan, nosotros los apoyamos’, los padres de mi esposa también aceptaron y pues ya formalizamos todo”.
“A mi me cambió la vida, miras las cosas de forma distinta, yo siempre he sido responsable, pero con ese momento he sido más, todos dicen que soy como mi mamá en su carácter, noble pero responsable a mi hija y esposa, no les puede faltar nada, por eso trabajo y me esfuerzo día a día, siempre les digo que son mi porra fiel y siempre quiero que estén ahí para apoyarme”. añadió.
Por último ‘Goyo’ mandó un mensaje a sus familiares que siempre le han apoyado en diferentes etapas de su vida, “a toda mi familia, papás, hermana, tías, tíos, abuelos, todo lo que he logrado y aprendido se lo debo a ellos, también a los que confían en mí en los equipos, los que me invitan y ayudan, siempre tendré un agradecimiento especial con todos los equipos, a Chuy Martínez, a Don Chino y todos”.
A pesar de los golpes que puede dar la vida lo importante es no rendirse, seguir avanzando con una sonrisa y con humildad, tal y como lo ha hecho ‘Goyo’, quien seguramente brillará por muchos años más en los campos de fútbol, mientras las piernas le den, la pelota y él siempre sonreirán.
POR DANIEL VÁZQUEZ
EXPRESO-LA RAZÓN