CD. VICTORIA, TAM.- Como cada septiembre, a Chano las fiestas patrias lo ponen muy nostálgico. Con casi 28 años trabajando en el valle de Texas, el oriundo de un ejido de Ocampo, nunca ha podido amoldarse al estilo de vida del vecino país del norte.
Tenía solo 17 años cuando decidió embarcarse en esa aventura: emigrar de ‘mojado’ a los Estados Unidos, con la ilusión de cumplir “el sueño americano”.
“Cuando llegué acá no tenía ni idea de lo que iba a hacer, empecé trabajando en la pizca de hortalizas, luego aprendí a manejar un tractor, anduve en ‘la yarda’ y así muchas otras chambas, pero ahora estoy enfocado 100% en la construcción” cuenta el amigo que en la secundaria se ganó el apodo de “el menona”, por ser rubio y de ojos azules.
Y es por esos rasgos, confiesa él, que las autoridades migratorias ni lo voltean a ver. Crecenciano describe su día como una larga jornada de trabajo. “Hay veces que me clavo tanto en el jale, que pa’ cuando me doy cuenta ya está haciéndose de noche” dice el amigo del Caminante, a quien conoció allá en los primeros años de la década de los noventa.
Su única distracción es ir el fin de semana a un restaurante elegante y comer un buen ‘filete’.
“A veces no me alcanza el tiempo o las fuerzas y solo me distraigo un rato yendo a la ‘marqueta’ por mi stuff” comenta.
El Menona tiene la fortuna de aún contar con su padre y su madre ya muy ancianos, pero no se habla con sus tres hermanos, pues éstos nunca le han perdonado haber abandonado el terruño.
“Solamente un primo que está allá en el ejido es con quien tengo comunicación aparte de mis papitos, y fue el mismo quien me dijo que ya no le mandara dinero a mi papá, porque todo se le estaba bebiendo, yo no lo quería creer hasta que me dijeron que estaba muy enfermo del hígado” narra triste el tamaulipeco en estatus de indocumentado.
Chano no ha podido “arreglar” con el ‘Tio Sam’ su estancia en aquel país. Su única esperanza por ahora es aguardar hasta que su hijo Julio cumpla la mayoría de edad dentro de 4 años, para que por medio de esto le puedan dar la ‘residencia’.
“Me junté con una gabacha y tuvimos dos hijos, pero nunca me casé, luego nos separamos y tuve un hijo con una mujer afroamericana, pero su familia no me puede ver y hasta una vez me intentaron matar” cuenta el ocampense.
Pero Chano dice que él nunca ha sido “de los que se tiran a llorar”, su carácter ‘entrón’ le ha ayudado tanto a conseguir trabajos que le han dejado muy buena ganancia como a ganarse enemigos innecesarios debido a su temperamento colérico.
“Tengo ese defecto de ‘tener la mecha corta’, ya por eso ni voy a los bailes, porque me he buscado muchos problemas, además acá sí puedes andar armado, y eso da pie a que te sientas muy valiente, varias veces han tratado de balacearme, pero Diosito me ha cuidado” cuenta en videollamada el paisano.
Cuando ha llegado a ganarse un buen dinerito, Chano decide invertir en lo único que sabe que podría generarle ganancias: bienes raíces.
– Le compré una casa a mis viejitos y unas tierritas, luego hubo oportunidad de hacerme de unos solares ahí cercas, la verdad es que los he conseguido muy baratos – comenta Chano al Caminante. – ¿Y no tienes planes para regresar? – le pregunta el vago reportero.
– Si me regreso ahorita estaría muy complicado, eso sería si logro arreglar acá, pa’ poder ir y venir. – ¿Pero si te gustaría venir a México? – ¡Claro que sí! no te imaginas lo que daría por poder darle un abrazo a mis papás otra vez, porque ya están muy viejitos, y por más dinero que les mande, eso no paga la falta que les he hecho todos estos años – dice entristecido – pero también tengo mis hijos acá y aunque no vivo con ellos, me necesitan, espero pronto poder arreglar mis papeles, a ver si me alcanza el tiempo para alcanzar a ver a mis viejitos con vida.
El pasado 15 de septiembre, Chano vio en Youtube la ceremonia del grito en palacio nacional y según dice, no pudo contener una lagrimita al sentirse tan lejos de su tierra.
– Aquí la vida pasa muy rápido y se te va en puro trabajar, y no me quejo, sí he ganado buen dinero, pero cuando estás lejos de los tuyos en un país extraño el dinero no sirve para nada, pues no puedes comprar la presencia de quienes amas – reflexiona Chano.
“No vengan para acá, es un espejismo, una trampa, a menos que estén dispuestos a sacrificar lo más importante de la vida que es la familia, y por más dólares que metas en tu bolsa el tiempo no regresará para poder disfrutarlos con tus seres queridos” concluye.
Ojalá el Menona pueda volver a ver a sus papitos. Demasiada pata de perro por esta semana.
POR JORGE ZAMORA