Dentro del valioso patrimonio de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, se encuentra el edificio del antiguo Teatro Juárez, que señoreó desde 1958 el Centro Histórico, sede de importantes eventos artísticos y cinematográficos de gran calidad.
El teatro, cuya vida se calculó de 100 años, solo tuvo una existencia de dos o tres décadas.
El Teatro Juárez modificó el corredor urbano al cortar la Calle Morelos, pero convirtió la vigorosa Plaza de Hidalgo, en un ramillete en movimiento de negocios y vida popular en las Fiestas Patrias y Navideñas.
La vitalidad del “Centro Histórico”, comprendía el abandonado Teatro Juárez, la cuadrícula desde el 9 Matamoros, Morelos, Hidalgo y Juárez.
La Iglesia de Nuestra Señora del Refugio, el Palacio Federal, el edificio de la Antigua Escuela Secundaria, Normal y Preparatoria del Estado, hoy Casa del Arte.
Los históricos hoteles Sierra Gorda y Los Monteros, la Casa del Poeta Juan B. Tijerina, la casona de la Familia Zorrilla, esta, propiedad de la UAT, donde vivió el distinguido historiador Juan Fidel Zorrilla y el edificio donde se encuentra el mural “Alegoría del Pan” , diseño del arquitecto León de la Barra y ejecución del maestro albañil Guadalupe Puga.
Pero lo más importante es la obra mural del magnífico artista “X Peña”, en el lobby del Teatro Juárez, y sus dos grandes paneles de oriente y poniente en el interior del teatro, cubiertos a tabla, desde hace casi treinta años encapsulada.
El extraordinario mural “La Tragedia y La Comedia”, clausurado por las propias autoridades universitarias.
El área aún mantiene trazos de dignidad arquitectónica, a pesar del notorio abandono por las autoridades respectivas. Es un sitio ideal como “Proyecto-Urbano-Cultural”, contempla el área de rectoría y su cabeza, el Teatro Juárez.
El inmueble, nos ofrece posibilidades cívico-culturales de gran alcance como seria un sitio de librería, galería, cafetería, sala de conferencias y cine club. Parada abierta para el disfrute de la música, la danza y las artes plásticas.
Años atrás he venido insistiendo en el descubrimiento y apertura de la sala principal del antiguo Teatro Juárez, y me he topado con la ceguera y sordera que no es otra cosa que la incultura y apatía de pensar y de extender las obligaciones de la Universidad y la autoridad municipal, para renacer ese vivo y popular “Centro Histórico.” Pero a esta amarga realidad, se agrega la apatía de la sociedad civil y los emprendedores que han hecho grandes fortunas a costillas de esta importante área urbana-económica.
El lema universitario de “Verdad, Belleza y Probidad”, no un eslogan sino un consenso de los valores universitarios y sus obligaciones sociales en la ciencia, la educación y la cultura.
Una mirada futura, que involucre los anhelos que dieron vida a la Universidad, y las tareas educativas por parte del gobierno del Dr. Norberto Treviño Zapata, figura primordial en el advenimiento del desarrollo económico, social y educativo de Tamaulipas.
Un proyecto de esta naturaleza colocaría a la UAT, a las autoridades municipales en una atmosfera de progreso, con espacios para la lectura, la imaginación significantes de una verdadera cultura popular.
En el primer cuarto de Siglo XXI, nuestra mirada no ha superado la barrera de la “carne asada”, que marco el filósofo José Vasconcelos en su “Ulises Criollo”.
Un circuito cultural contribuye a respirar y gozar la vida urbana que comprende sus edificaciones de preciosista arquitectura vernácula, el rescate de sitios de naturaleza estética, con una visión amplia de la ciudad.
El circuito cultural es un trazo de una T que abarca el Mercado Arguelles y sus colindantes áreas de la vitalidad social, los hoteles de paso y su desafiante colorido, las tiendas de viejo, las farmacias, como la de la Señora Luna, el ajetreo y el bodegón de frutas, el ir y venir de los espacios alternos del viejo mercado, de colorido en sí, el pasaje culinario, el olor a manteca, las carnes y los pollos, entre billetes de Lotería de Badillo, los Jugos de Arturo y la algarabía de los vendedores de ropa y calzado, entre las tiendas de cafés, abarrotes y la añeja cantina del 7 Hidalgo. El Mercado y su área colindante es un cinturón de historias de comerciantes, amores y desdenes que son el paisaje urbano más auténtico de mi ciudad.
Esa T desciende hasta la antigua Escuela Secundaria Normal, hoy Casa del Arte, en cuyo entorno nació y creció mucho de la pujanza de estudiantes de una generación de profesores de excelencia. Sitio olvidado por los propios normalistas que forjaron allí sus primeras letras, y curiosamente, permitieron que las añejas placas que rendían homenaje a la antigua Institución fueran trasladadas al nuevo edifico de la Escuela Normal.
En realidad hemos destruido el corazón de nuestra ciudad, espacios que resurgieron para la educación y el saber. Junto a este edificio de la Casa del Arte se levanta majestuoso el Palacio Federal, un diseño de avión, que pavoneo esa zona de la ciudad desde los años sesentas y contiguo a este, la señorial Iglesia del Refugio, sitio de Fe, de proezas urbanas, donde el Hombre Araña escalo a uñas hasta llegar al tope de su Cruz.
La zona hotelera es un placer, que entraña las historias amorosas y políticas más importantes de nuestra vida cotidiana. En los Hoteles Sierra Gorda y Monteros se sellaron amor y paz, políticas y casaderas, cuernos de la abundancia y cuernos notables que son parte del cuento citadino. En el Sierra Gorda se hospedaron las grandes estrellas de cine de los años cincuenta y sesenta. Y en esa área de la Plaza Mayor, el cine Rex fue el hábitat natural de las estrellas de la música, la risa y el canto mexicano, a un costado del derrumbado cine se sostiene el edificio que fuera la memorable Panadería de Don Alfredo Negrete, un monumento a la delicia del pan asturiano, y sobre todo, el Mural Alegoría del Pan, diseño del arquitecto León de la Barra y colocado por Don Guadalupe Puga, maestro de obras.
Este mural permanece oculto, tras un anuncio de Farmacias Similares.
El Circuito comprende la valoración de la Calle de Hidalgo, convertida en aventura de miedo por las noches, abandonada del mobiliario urbano. En esa colorida vieja calle prosperan negocios de la industria del zapato, como la Tienda de Don Lino Guevara, y Don Ramón Alvita, personajes iconográficos muy queridos por el pueblo, La Tienda de Don Diego Vidal, la preciosa casona del antiguo Hotel Victoria donde se hospedo Fidel Castro y sus guerrilleros.
La casona hermosa del 11 Hidalgo y Morelos de Don Emilio Villarreal. Todas esas casas y viejos comercios, contiene parte de nuestra historia vital. La Casa La economía de los Hermanos Medina, la casa de Moñitos, la Casona hermosa de los Arriaga, del Licenciado Poca Madre.
Los personajes populares que deambularon por el primer cuadro. Contiene una exigencia moral de quienes se enriquecieron a costillas de fructíferos negocios y olvidaron para siempre a esta hermosa Calle de Hidalgo, a la usura de las rentas. Los espacios son vida a la mirada de los niños y de la gente que recrea y consume en dichos lugares. Un ejemplo, el poderoso Banco Banorte, tiene frente a su puertas principal un adefesio de mobiliario, para recordarles a los viandantes que existen montados en un fierro.
Un Circuito Cultural que barca en línea recta hasta el 22 Hidalgo, abre a la belleza de la vieja Estación de Ferrocarril, sitio ideal para las manifestaciones culturales, apertura de un barrio pintoresco y vivo.
Un Circuito Cultural engloba así al glamoroso Centro Cultural Tamaulipas, la Plaza de Juárez y su lindura provinciana, pero bueno, soñar y pensar ni cuesta nada, dejemos que nuestros sueños sigan y lo hereden otras gentes que viene empujando la vida de nuestra ciudad.
Por Alejandro Rosales Lugo