El presidente de la república presentará, sus últimas cuatro reformas constitucionales para ser aprobadas antes de que termine su gestión, que no son el tema de esta columna el día de hoy, pero que seguramente serán usadas para generar propaganda política en el congreso, esto trajo a la memoria a dos miembros singulares; me refiero específicamente a César Garizurieta “El Tlacuache” y a Uriel Avilés.
El primero hizo un aporte a la cultura que “caló hondo” entre los políticos y lo viven diariamente, y es que el acuñó la frase de “Vivir fuera del presupuesto es vivir fuera del error”, creando la cultura del “chapulín”, y muchos de nuestros ilustres políticos ya están viendo a donde saltar. Probablemente una de las aportaciones más practicadas en nuestra política.
Singular era en su accionar “El Tlacuache”, cuentan que un amigo le fue a pedir trabajo y le contó que por padecer cáncer había perdido los dos testículos. César lo contrató y le dijo que su horario comenzaba a las 10 am, cuando la entrada oficial era a las 8. Al preguntarle su amigo a que se debía la diferencia, “El Tlacuache” le contestó: “Mira, como en este departamento no hay mucho trabajo, los demás se la pasan rascándose los huevos de las ocho a las diez, como tú no tienes puedes llegar a las diez.”.
Garizurieta quien gozaba del aprecio del presidente Ruiz Cortines, fue invitado por éste a comer un domingo, durante la comida se quejó de que en el departamento donde trabajaba había muy poco trabajo, le dijo -Señor, consígame otra chamba, me aburro mucho. Ruiz Cortines le sugirió -Róbele tantita chamba a su director, a lo que “El Tlacuache” con un gesto de sorpresa contestó -¡Señor!, ¿Cómo cree, como supone que yo pueda robarme algo en pleno régimen de la honestidad? Desde entonces andamos con la honestidad valiente.
Por su parte el coronel Uriel Avilés Maya fue diputado por el distrito de
Zinapécuaro, Michoacán, en el Congreso Constituyente y en las Legislaturas XXVII, XXVIII y XXIX, fue un político de lo más chusco, inculto pero audaz, le gustaba reclamarle a los diputados fuereños que dejaban su terruño para irse a vivir a la capital, se “afifizaban” decía, e iban por las “argentíferas cuantas sustanciosas monedas”.
Una de sus más célebres intervenciones fue cuando a petición del ejecutivo, Luis Cabrera, siendo secretario de Hacienda allá por 1918 pidió al congreso facultades extraordinarias para resolver el problema del ferrocarril en Yucatán, la petición fue concedida, poco después el Ejecutivo pidió se le ampliaran dichas facultades, de nuevo se le concedió, sin embargo, hubo una tercera petición, y Uriel ya alarmado por tantas solicitudes pidió la palabra y dijo:
“Señores diputados, el Ejecutivo ya se parece al chamaco latoso y pedinche que un día se puso a chillar, la mamá le preguntó qué porque lloraba, el mocoso le dijo que quería un cuadro que estaba en la pared, la mamá lo bajó y se lo dio, pero al ratito otra vez estaba chillando, la mamá va y le pregunta, -¿Ora porque chillas?, -Es que quiero el clavito donde estaba colgado, la mamá consentidora, saca el clavo y se lo da. Pero nuevamente a los pocos minutos el escuincle se pone a llorar, la mamá ya molesta le reclama -Otra vez llorando, ¿Pos ora que quieres? – El agujerito, dijo el chamaco, -quiero el agujerito.
Lo mismo con el Ejecutivo, nos pidió facultades extraordinarias, se las dimos. Quiso que se las ampliáramos, le volvimos a decir que sí. Y ahora quiere que renunciemos a nuestros derechos legislativos en los ferrocarriles de Yucatán. O séase, nos pidió el cuadrito y el clavito y ya que se los dimos, nos pide el agujerito. Allá ustedes si se lo quieren dar. Yo prefiero votar en contra.
Sería de gran utilidad que nuestros congresistas tuvieran en mente este relato ahora que tengan en su poder las solicitudes del Ejecutivo.
POR FRANCISCO DE ASÍS