En el estado de Jalisco hay una familia que destaca por su participación en sucesos cruentos como parte de la milicia y/o cuerpos policiales, aunque la opinión pública regularmente sólo refiere a tres varones, que, de una u otra forma estuvieron dos ligados al poder presidencial y el otro va por el mismo camino. Son:
+ Marcelino García Barragán;
+ Javier García Paniagua; y
+ Omar García Harfuch.
El primero (nacido en el municipio de Cuautitlán), estudió en el Heroico Colegio Militar y muy joven se enroló en las filas revolucionarias de Pancho Villa a quien traicionó por instrucciones de Venustiano Carranza, primero, y de Álvaro Obregón, posteriormente. De 1943 hasta su destitución en 1947, fue gobernador en su tierra natal tras su participación en un complot contra Miguel Alemán Valdés.
Hacia 1953 colaboró en una conjura militar para derrocar al presidente Adolfo Ruiz Cortines, pero al fracasar el levantamiento henriquista se borró, prácticamente, del escenario político.
Reapareció en 1960 durante el régimen de Adolfo López Mateos como comandante de la vigésima zona militar (con sede en Toluca) y después se hizo cargo de la décimo sexta zona militar (Querétaro) de donde pasó a ser secretario de la Defensa Nacional, a invitación de Gustavo Díaz Ordaz, por todo el sexenio, aun cuando en 1968 fue acusado de ser responsable junto a Luis Echeverría Álvarez y Alfonso Corona del Rosal de la brutal represión contra estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas (Ciudad de México).
Su hijo, Javier, oriundo del municipio Casimiro Castillo (Jalisco), cursó también estudios en el Colegio Militar, pero desertó a los dos años ante su ‘falta de vocación’ para la carrera militar. Entonces se dedicó a actividades agropecuarias. Primero en la comunidad de La Parota, municipio de Nuevo Urecho, Michoacán; y luego, en el rancho ‘El Tacuán’ –ambas propiedades suyas–, que se localiza en el municipio de La Huerta (Jalisco).
Para entonces ya era militante priista; en 1957 trabajo en la Secretaría de Gobernación y fue comandante aduanal en: Tuxtla Gutiérrez (Chiapas), Nogales (Sonora) y Tijuana (Baja California).
A la par ofrecía servicios de seguridad al gobierno, aprovechando sus vínculos con el Ejército Mexicano gracias a la influencia de su padre, como ocurrió durante el movimiento estudiantil de 1968, en que infiltró al Consejo Nacional de Huelga y los comités de lucha de distintas instituciones, donde, por cierto, elaboró fichas de los estudiantes y maestros más revoltosos que entregaría a las secretarías de la Defensa Nacional y Gobernación, como a la Dirección Federal de Seguridad (DFS).
Como titular de la DFS García Paniagua acordaba directamente con el presidente José López Portillo, quien lo premió con tal posición por impedir el secuestro de su hermana Margarita; lo utilizó para acabar con los grupos guerrilleros ‘Liga Comunista 23 de septiembre’, las ‘Fuerzas de Liberación Nacional’ y el ‘Ejército Popular de Liberación Unido de América’, incluyendo labores de espionaje, seguridad nacional y combate al narcotráfico.
El tercer García, Omar, es oriundo de Cuernavaca (Morelos), nieto del general Marcelino (qepd) e hijo de Javier (qepd). Estudió la licenciatura en Derecho en la Universidad Continental; y posteriormente, en la Universidad del Valle de México (UVM) cursó la licenciatura en Seguridad pública; hacia 2008 ingresó a la Policía Federal del estado de Guerrero, tomando a la vez diversos cursos y diplomados para complementar su formación académica. Entre ellos está el diplomado Senior Executive in National and International Security de la Universidad de Harvard.
También ingresó al FBI para tomar un Seminario para el Desarrollo de Agentes del Orden de Gobierno de la República Mexicana, que se impartió en Quantico, Virginia. Asimismo, se inscribió al Narcotics Unit Commanders Course de la agencia antidrogas de Estados Unidos, mejor conocida como DEA, por sus siglas en inglés.
Formó parte de la Policía Federal en 2008, como jefe de departamento de la Coordinación de Inteligencia para la Prevención del Delito, durante el régimen de Felipe Calderón Hinojosa; en 2012 fue ascendido a coordinador estatal de esa corporación en Guerrero –corría el sexenio de Enrique Peña Nieto–, fungiendo como tal durante la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural ‘Isidro Burgos’, a manos de policías del municipio de Iguala, Guerrero.
Nadie lo acusa de haber participado en la desaparición de los jóvenes, pero sí, al menos el presidente de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del caso Ayotzinapa, Alejandro de Jesús Encinas Rodríguez, ha dicho que estuvo presente en reuniones para fabricar la ‘verdad histórica’.
Obviamente él niega el hecho
Igual que, en su oportunidad, su abuelo Marcelino y su padre Javier no aceptaron su participación en sucesos ignominiosos.
Se hace camino al andar
De las cinco entidades del noreste de México, Tamaulipas registra una tasa de prevalencia delictiva menor que: Nuevo León, Coahuila, San Luis Potosí y Durango.
Esa tendencia confirma que la estrategia de prevención del delito es la correcta, como lo dijo el gobernador Américo Villarreal Anaya, en Reynosa, al clausurar la segunda reunión de la Conferencia Nacional de Secretarios y Subsecretarios de Seguridad Pública.
Ahí están las estadísticas del INEGI que no admiten dudas.
POR JUAN SÁNCHEZ MENDOZA
Correo: jusam_gg@hotmail.com