El Caminante dirigía sus pasos hacia una tienda de abarrotes allá por el rumbo de “la Japalma” cuando se topó con Juan Pablo, mejor conocido entre sus amistades como ‘Palillo’, debido a su delgada silueta.
Juan Pablo se casó muy joven con una vecina, Myrna, de la que siempre estuvo enamorado, y quien, al quedar viuda, se volvió el interés romántico del flaco muchacho.
Myrna tenía ya dos hijos cuando le dió el ‘sí’ a Palillo, que en aquel entonces trabajaba repartiendo gas propano en una pipa de esas que dan kilos ‘mochos’.
De ese forajido amor nacieron Perlita y Pablito Jr. dos ‘cuatitos’ que llegaron a completar su felicidad. La familia vivía una limitada, pero en feliz armonía, hasta que llegó la pandemia y el mundo se puso ‘al revés’.
Palillo fue despedido de su trabajo en la gasera y su situación económica colapsó. Las discusiones con su esposa, diez años mayor, se volvieron cada vez más frecuentes e incontrolables hasta que un día pasó de las palabras a los golpes; pero en este caso, quien recibió un puñetazo en la cara fue Juan Pablo.
El flaco se había jurado que nunca le pondría una mano encima a una mujer, luego de ver las golpizas que su padrastro le propinaba a su madre años atrás.
Lo peor de todo era que los padres y hermanos de Myrna vivían frente y a los lados de su casa, y ejercían mucha presión familiar sobre Juan Pablo. Los tres años que duró la contingencia sanitaria fueron un calvario para Palillo.
Sus ingresos se limitaron a chambitas ocasionales por aquí y por allá, limpiando solares, pintando casas, impermeabilizando azoteas o lavando coches.
A la par de esto, fueron creciendo en intensidad y frecuencia los golpes que su esposa le asestaba. Juan Pablo ni siquiera se detenía a pensar que eso era un problema, pues de alguna forma creía que se merecía tales agresiones, por no cumplir totalmente con su función de proveedor del hogar.
Las huellas de violencia eran cada vez más evidentes: muy seguido se le veía con ojos morados, labios reventados y hasta cojeando. Esto sin contar con el penoso hecho de volverse la comidilla del barrio, al ser señalado por todos como “Palillo el que le pega su vieja”.
Esa tarde que el Caminante se lo encontró, notó que Juan Pablo traía una severa hemorragia en el ojo izquierdo y un raspón con la ‘carnita viva’ en un codo.
Aunque el Caminante ya sabía de su situación, no quiso ‘moverle’ al tema, simplemente le invitó un refresco a Palillo. Sin embargo, el daño emocional que el hombre presentaba, hizo que en un momento estallara en llanto al sentirse reconfortado por su amigo el reportero aplana calles.
Con detalles narró cómo su esposa y un cuñado le cayeron a golpes y puntapiés, y lo habían dejado encerrado en el baño por horas …y todo porque en vez de comprar dos kilos de tortillas llevó sólo uno. – No puedes seguir así compi, tienes que denunciar eso que te pasa – le dijo el Caminante.
– ‘Tas loco… que pinche pena, de por si de mandilón no me bajan, imagínate si ‘rajo leña’… – Flaco, pero si tú me has contado de las tranquizas que le ponía tu padrastro a tu ‘ama’. – Sí pero yo soy hombre ¿qué van a decir si digo que mi mujer me ‘madrió’? – ¡Que digan misa flaco! por si no lo sabes esto está tipificado como violencia doméstica.
– ¡Sí pero yo soy hombre! ¿no lo entiendes? ¡las leyes esas son solo pa’ las viejas! – La ley también protege a los hombres de violencia intrafamiliar, por si no lo sabías Juan Pablo, pero tienes que hacer una denuncia, además por lo que me dices también te golpeó tu cuñado –
¿Y si no me creen y no hacen nada? – Primero lo primero flaco. – ¿Y si luego nos tenemos que divorciar? Son capaces de quitarme a mis hijos, no mejor así lo dejamos, además pues también yo tengo la culpa de muchas cosas. – ¿Cómo qué cosas? – preguntó el Caminante. – Pus ya sabes, no tengo trabajo fijo y en la casa siempre acabo haciéndola enojar por como soy.
Ella tiene mucha presión encima pa’ criar a cuatro hijos. – Flaco, eso de que te peguen no tiene justificación, abre los ojos carnal, pide ayuda. – ¿Y luego qué? ¡noombre me va a ir peor! – Pues de hecho ya está empeorando, mira nomás como andas, ¡y eso es solo lo que se ve a simple vista! Palillo se terminó su chesco ‘de seiscientos’ en silencio y se despidió del Caminante con un apretón de manos.
Juan Pablo, como 4 de cada 10 hombres en México, sufre violencia física por parte de su pareja y no lo denuncia como en el 98% de los casos. El daño físico y emocional que esto provoca suele ser devastador para su autoestima y habilidades sociales. Ojalá recapacite y busque ayuda psicológica y legal pronto. Demasiada pata de perro por esta semana.
POR JORGE ZAMORA