Se han visto también enriquecidas por los investigadores que sin otro interés que el de aportar, han trabajado en el presente y durante años, poniendo a disposición del lector su labor escritural publicada en los medios principalmente locales, y también por supuesto en la red.
Estos tiempos de celebraciones históricas en que Tampico no tiene Cronista sino apenas, por su escaso perfil, a un feliz e inocente “encargado del Despacho de la Crónica” producto del amiguismo, cabildeado por la titular de Cultura del Municipio, recrean en mi mente las crónicas extraordinarias de Don Antonio Martínez Leal y las de mi entrañable Don Carlos González Salas, personajes que ilustraron con honestidad y conocimiento a los ciudadanos de este puerto.
Y me es preciso recordar que cuando partió al Oriente nuestro Carlos González Salas, sentí en aquellos días una urgencia de sueño.
Amigo y Maestro, me dejó un dolor aquí dentro. Me dejó dudas, muchas lecturas y cosas sin hacer. Me refugié en el sueño como un antídoto contra ese estado de ánimo y busqué en el inconsciente lo que me hacía falta en esos momentos.
A quien le visitara en su casa, preguntó si me habían visto. Les decía que me estaba esperando. Porque así le hubiese visitado un día antes o tres semanas antes, él me estaba esperando.
Llegaba yo a su lecho de enfermo y al besar su frente empezaba a llorar en silencio, sujetando con sus dos manos mi cabeza. Después venían los regaños, algunas veces merecidos y otras no.
Me preguntaba las noticias del puerto, quería saber de los políticos de ese tiempo y sus casi seguras fechorías; quería saber de lo que se publicaba en los periódicos locales; quería saber de lo que fuera y también recitábamos poemas.
Casi todas las veces me mandaba a buscar entre sus libros algún título, lo abría yo en la página indicada, le leía en voz alta presumiendo mi tono y él sonreía.
También durante esas búsquedas de libros me llegaba al oído desde su cama su voz de cantor, entonaba a veces canciones muy antiguas, y yo cómplice y cantarina le seguía en la letra.
Cuántas bendiciones los recuerdos! De gran hondura su alma diversa y múltiple. ¡Qué fervor en su plática, qué persistencia en sus creencias, cuán entrañable y aleccionador su aparente desorden de pensamiento! Carlos González Salas amó profundamente la tranquilidad y el silencio, y acaso ningún goce le fue comparable al que experimentó en su labor escritural.
Al que experimentó en la soledad adonde no llegaban las voces dispersas y fútiles. Adonde no, por más que estuviera allí, la ingenua “competencia de oficio” de los saqueadores que siempre estaban al acecho. ¿Cómo y dónde sino en la soledad escribió este hombre ejemplar sus obras innumerables?
En la soledad donde no se buscan la admiración y el aplauso; donde se llevan hacia dentro las afecciones y los pensamientos y se conciertan los deseos y el conocimiento.
En la soledad donde emerge el YO inseparable para decir cuanto se quiere decir, cuanto se tiene que decir. No en vano existe la tesis de que la soledad parece más propia para quienes dieron al mundo sus años más activos y floridos.
Cronista de Tampico desde 1976 y Cronista Vitalicio desde 1989, Don Carlos González Salas nació en Tampico, Tamaulipas, el 6 de Octubre de 1921.
Sacerdote en 1945; Diplomado en Filología Hispánica por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Salamanca; Licenciado en Ciencias Sociales por la Universidad Gregoriana de Roma; Canónigo Honorario y Archivista del Acervo Histórico de la Catedral de Tampico.
Sus actividades se centraron en la enseñanza, la escritura y la promoción social. Impartió cátedra en diversos centros de educación media y superior como el Seminario Conciliar de Tamaulipas, Seminario de Tampico, Universidad Autónoma de Tamaulipas, IEST, ICEST, Área de Enseñanza del IMSS Tampico–Madero, Universidad del Golfo, y Universidad de Monterrey (UDEM).
Fu e investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la UAT; promovió cooperativas de ahorro y crédito (cajas populares) de producción pesquera; fundó los grupos Juventud Obrera Católica, y Literario Siglo XXI. Dictó conferencias en diversas ciudades del país y fue colaborador en periódicos nacionales y en revistas de cultura. La Enciclopedia de México incluyó dos trabajos de su autoría: Diócesis de Tampico y Tampico. Sus datos biobibliográficos aparecen en Who is Who in México y su Enciclopedia, y en el Diccionario de Escritores
Mexicanos del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM.
Su ensayo Primero Sueño de Sor Juan Inés de la Cruz, como teoría del conocimiento, presentado en el Congreso Internacional sobre Sor Juana, fue incluido en el libro Sor Juana en su Tiempo, obra publicada y presentada en la Ciudad de México el 12 de noviembre de 1968, por la Universidad del Claustro de Sor Juana.
En una ceremonia en Tampico que guardo en la memoria, mi también muy querido Don Enrique González Moreno expuso: “Me place hacer un brindis en honor de un mexicano de Tampico, escritor de fina sensibilidad, historiador e investigador, espíritu señero, que permite la co-existencia de su vasta cultura junto a su innegable interés por las pequeñas cosas municipales.
Lo certifican sus crónicas de la ciudad que tanto ama, donde discurrió su juventud enardecida por la densa atmósfera de la costa.
Desdeñoso de materiales bienes, prefiere su sillón de pensador, su disposición nunca ociosa para aclarar las mentes, para orientar hacia el bien y la verdad los ajenos albedríos”.
A manera de colofón reiteraré, porque me es grato recordarlo, que en 2004 solicité al entonces Alcalde Arturo Elizondo Naranjo, inscribir el nombre de Don Carlos González Salas a una calle de Tampico, iniciativa que se vio apoyada por un grupo de amigos artistas.
Y el 23 de diciembre de ese mismo año, estando Don Carlos presente, se hizo realidad dicha postulación. De este tampiqueño ilustre mucho se ha escrito y leído.
Con más de ochenta obras de su autoría publicadas, sus enseñanzas seguirán rondando nuestras mentes. Estas palabras mías a trece años de su partida…
POR AMPARO BERUMEN