Recientemente el economista en jefe del Banco Mundial para América Latina, William F. Maloney, declaró que México tiene un gran potencial de crecimiento económico; sin embargo debe desarrollar una estrategia puntual para aprovechar el potencial de relocalización de cadenas productivas en el país. Muchas empresas globales tienen interés en instalarse en el norte de México, pero antes, dijo, hay que superar varios retos.
Entre ellos la carencia de agua, el suministro de energía, la eficiencia de puertos, así como otros de mayor profundidad, como mejorar la productividad y aumentar los niveles educativos.
Si bien hay interés de las empresas en México, también lo hay para establecerse en Colombia o Brasil. Maloney, diplomático, evitó tocar puntos que otros no dudan en señalar; los requerimientos de seguridad, estado de derecho y continuidad de la prioridad de contar con finanzas gubernamentales sanas. Lo que hasta la fecha ha significado austeridad en el gasto público.
El país se encuentra en proceso de definición de su futuro en más de un sentido. Aunque no aporta mucho a la reflexión de fondo el concurso de huipiles, los voceros empresariales están siendo bastante claros, Aprovechar el nearshoring, es decir la posibilidad de que en alguna medida podamos substituir a China como proveedor de insumos para los Estados Unidos, no aterrizará de manera fácil.
No basta que ahora los obreros mexicanos ganen menos que los chinos. Los requerimientos de Tesla previos a iniciar la construcción de su armadora en Nuevo León, ayudan a ilustrarnos.
Específicamente pide una espuela de ferrocarril, es decir el acceso a trenes a sus futuras instalaciones; accesos desde cuatro carreteras, lo que incluye pasos a desnivel; una planta tratadora del agua que va a utilizar y, también, suministro de agua potable; alcantarillado; un gasoducto para su abastecimiento de energía y exención del pago por el uso del puente internacional Solidaridad Colombia que conecta a Nuevo León con Laredo, Texas.
La reciente modificación al documento de entendimiento entre Tesla y el gobierno de Nuevo León, al calor de la duda de si Tesla se retractaría de la inversión, reconoce que el proyecto detonará el crecimiento de la región, de ahí la importancia de invertir en infraestructura, en escuelas para la formación de capital humano, en centros de salud y en servicios básicos.
Ahora incluyó el compromiso del gobierno estatal para reclutar y capacitar a los futuros trabajadores de la empresa. Tesla empezaría a operar en unos tres años y se piensa que podrían llegar unas 50 empresas proveedoras de insumos para su armadora.
Que, naturalmente, también tendrán requerimientos de varios tipos. Importa tener muy claro que lo que se plantea como la oportunidad de una nueva etapa de globalización tendrá altos costos en gasto público. Variarán según se sepa negociar y si entendemos que esas empresas tienen motivos para ubicarse en México: mano de obra más barata que en China; energía más barata que en Europa; cercanía con su mercado objetivo, Estados Unidos.
No obstante ya han iniciado las demandas y presiones para un gasto público que eleve la rentabilidad de estas futuras empresas orientadas a la exportación.
El asunto de fondo es ¿de dónde saldrán los recursos necesarios? El empresariado nacional y los organismos internacionales plantean que será indispensable una reforma fiscal, siempre y cuando no los afecte. Hasta el momento destacan tres propuestas. Una, poco viable, es ampliar la base tributaria para incluir a la población informal sin estudios profesionales.
El costo – beneficio de la persecución fiscal a los changarritos y a los informales banqueteros es prácticamente nulo e implica un fuerte riesgo. Por ejemplo, si las comidas de banqueta donde comen los obreros, empleados y burócratas, incluso policías, se formalizan y llegan a pagar impuestos, elevarían sus precios y esto redundaría en deterioro del salario real de los formales. Lo mismo se puede decir del microcomercio, los tianguis y otros.
En la práctica la informalidad no profesional subsidia al trabajo formal. Los que plantean formalizar fiscalmente a los marginados, tendrían que pensar en que también tendrían derecho a la seguridad social. Lo que sería excelente, pero es un costo que tampoco han considerado.
La informalidad existe no porque los informales no quieran pagar impuestos, sino porque el sector globalizado de la economía no ha sido capaz de ofrecerles empleos dignos, con prestaciones de ley.
Una segunda propuesta en boga consiste en elevar los impuestos; no a los más ricos o al consumo extravagante, sino al consumo popular. Se dice mañosamente que el gobierno pierde 5 mil 692 millones de pesos anuales porque los artículos de higiene femenina tienen IVA tasa cero.
De lo que puede desprenderse, forzadamente, que si las mujeres pagan ese impuesto con este se podría pagar parte de la infraestructura que demanda Tesla. No se trata solo de las mujeres.
Ponerle impuestos a los alimentos y medicinas daría otros 466 mil millones de pesos; y con impuestos a periódicos y revistas se tendrían algo más de 6 mil millones adicionales. Es decir que el dinero saldría de la mayoría. Una tercera propuesta es que el gobierno cambie sus prioridades de inversión en infraestructura.
En ves del sur, hay hacerla en el norte del país, dicen. Así que para globalizarse habrá que gastar, y mucho. Y ya en los medio está la campaña para que los que paguen ese costo sean los informales, las mujeres, los que comen y compran medicinas, los que acostumbran leer y el sur del país.
Antes de entrar a la siguiente fase globalizadora conviene evaluar lo ocurrido hasta el momento. Y la palabra que viene a la mente es sencilla: fracaso. El campo destruido; décadas de deterioro salarial; millones de emigrados, familias destruidas, hijos abandonados y una gravísima ruptura en la transmisión de valores de honestidad y trabajo; más de la mitad de la población excluida del empleo formal.
Conviene aquí reproducir lo que expresa el Fondo Monetario Internacional a resultas de su último dialogo anual con las autoridades mexicanas. (Article IV – México). Su diagnóstico es que el crecimiento del producto por capita de México se ha rezagado respecto al de países similares. Eso a pesar, señala el Fondo, de su apertura comercial; de los costos moderados de su mano de obra; de las ganancias en productividad generadas por las inversiones externas; y de su integración a las cadenas de valor de los Estados Unidos.
O sea que cumplimos con la tarea y a pesar de ello sacamos mala calificación. La única explicación posible es que la tarea y sus promesas son un engaño. Hay que tener cuidado con lo que ocurre en otros lados. Irlanda es uno de los tres países con mayores ingresos per capita del mundo.
Y tiene una población muy enojada. Es un paraíso fiscal en el que se ubicaron las matrices de las transnacionales más poderosas del planeta, prácticamente no generan empleos, y mediante transacciones intra filiales radican sus enormes ganancias en el paraíso fiscal.
Eso genera una estadística de gran riqueza para el conjunto del país, pero sin que la población se beneficie. Estamos en riesgo de entrar en otra etapa de globalización, que le quiere imponer altos costos a la población a cambio de más de lo mismo. Habrá que transformar el modelito.