“Hoy lucho a solas con una palabra. La que me pertenece, a la que pertenezco: ¿cara o cruz, águila o sol?”
-Octavio Paz, ¿Águila o Sol?, 1954-
En los pasados 100 años México ha tenido tres cambios radicales impulsados por alguna fuerza que los ha hecho posibles.
1.-La Revolución Mexicana que generó, por la fuerza de las armas, un Proyecto Nacional que preservó la democracia liberal y plasmó en la Constitución de 1917 los derechos fundamentales de los trabajadores y los campesinos.
Los principios del nacionalismo revolucionario hicieron posible un gobierno de izquierda popular como el de Lazaro Cardenas y los que lo siguieron, que construyeron durante 55 años la justicia social, un gobierno sostenido por la violencia represiva contra cualquier disidencia no consensada.
2.-El Neoliberalismo, primero el PRI contra PRI, y después el PAN, que al final del los 80 y los 90 del siglo pasado y los primeros 18 años del siglo 21, desde el gobierno impulsaron reformas para revertir los logros de los gobiernos de la revolución, privatizaron el campo, hicieron nulos los derechos de los trabajadores, adoptaron las reglas de la economía y la política neoliberales y legalizaron la acumulación de capital durante más de 30 años en un reducido grupo de empresarios, inspirados en el liberalismo social.
Para lograrlo, el gobierno del PRI acudió a la la violencia mediante el encarcelamiento de los lideres del Sindicato de PEMEX, los lideres de las federaciones de trabajadores de la CTM, la amenaza a los lideres del SNTE y la renuncia forzada de 17 gobernadores.
3.-La Cuarta Transformación que al final de la segunda década del siglo 21 accedió al gobierno por la legitimidad del mayor numero de votos obtenido para ejercer el cargo de Presidente de la República, inició en 2018 un gobierno de izquierda popular que implementó una serie de políticas y programas sociales que hizo posible que los beneficios económicos del desarrollo nacional lleguen directamente a los ciudadanos que menos tienen. Propuso reformas constitucionales y legales para suprimir los privilegios del neoliberalismo y al mismo tiempo modificar o crear nuevas leyes e instituciones que den viabilidad a una nueva concepción de la nación.
La oposición convocada a negociar los contenidos de esas propuestas se negó a discutirlas e impulsó la realización de grandes marchas y manifestaciones para obstruir la aprobación de la Reforma Constitucional y el llamado Plan B.
En ese ambiente de polarización política la elección del 2024 será de hecho plebicitaria porque someterá a la consideración de los ciudadanos el destino de México entre dos formas de concebir el estado y sus deberes frente a los ciudadanos.
Por una parte, Morena, el PT y el PVEM, proponen mantener lo hecho y construir lo pendiente: seguridad, sistema de salud y mejora sensible de la educación y para lograrlo proponen el Plan C, ni un voto a la oposición para obtener la mayoría calificada en el Congreso de la Unión y en la mayoría de los congresos de los estados.
Por otra parte, el PAN, el PRI y el PRD proponen mantener las ayudas sociales que sean sustentables, respeto al estado de derecho, a la división de los poderes del estado y a las instituciones y organismos autónomos que dan equilibrio al ejercicio del poder, y para lograrlo proponen no dar ni un voto a Morena y sus aliados.
En ese contexto la decisión se simplifica, solo habrá dos sopas para los electores, Claudia Sheinbaum, o Xóchitl Gálvez, Morena y aliados o el Frente Amplio, la izquierda popular o el neoliberalismo, conmigo o contra mi, águila o sol.
POR JESÚS COLLADO MARTÍNEZ