Para el proyecto político de la 4T en Tamaulipas no hay mayor prioridad que ganar el Congreso en la elección del 2024.
Por ese triunfo pasa la gobernanza en la segunda mitad del gobierno de Américo Villarreal Anaya.
Es en principio un asunto cuantitativo, pues obviamente Morena y aliados necesitan la mayoría en el Legislativo para maniobrar de buena manera lo que resta de la administración estatal, que todavía es bastante.
Pero en el fondo es también un tema cualitativo.
Basta ver lo que ha ocurrido en la Legislatura 65 que inició con una sólida ventaja numérica para Morena, que involucionó hasta lo que hoy está a la vista: un grupo parlamentario diezmado, enfrentado entre sí, incapaz de sostener una estrategia política y legislativa que permita avanzar en los grandes pendientes que allanarían el camino para el Gobierno de Américo.
La imposibilidad de retirar de su posición al Fiscal Anticorrupción, Raúl Ramírez Castañeda es solo una muestra de la ineficacia parlamentaria morenista en Tamaulipas.
Por eso, ahora que están sobre la mesa las negociaciones para confeccionar las listas de las candidaturas, en los cuarteles centrales de la Cuarta Transformación habrán tomado nota de lo costoso que les ha sido ser representados en el Legislativo por este grupo de diputados, de los que salvo dos o tres honrosas excepciones, casi nadie merecería la reelección.
Mucho menos, ser premiados con alguna candidatura para las alcaldías por las que suspiran.
No es fácil, pero para los 22 distritos deberán encontrar perfiles que además de ser buenos candidatos capaces de ganar la elección, lo sean para cumplir con las tareas que les exige la labor parlamentaria, incluida la negociación política, en los hechos cancelada por ambos bandos desde que se instaló esta Legislatura.
Y las primeras posiciones de plurinominales deberían estar reservadas para políticos de experiencia, que además de los méritos partidistas que les quieran exigir, cumplan también con el requisito de estar bien preparados para legislar.
En ambos casos, obvio, lo mínimo que tendrían que reclamarles, es lealtad al proyecto político de la 4T para que no ocurra lo que pasó con las diputadas que brincaron de bancada tan pronto rindieron protesta.
Porque las tentaciones para los diputados morenistas, faltaba más, ahí seguirán el próximo año.
La guerra política por el control de Tamaulipas -ya deberían saberlo- no concluyó con el triunfo del año pasado y no terminará con el resultado, sea cual sea, de la elección del 2024.
Una bancada numerosa, sólida y talentosa en el Congreso del Estado es una herramienta indispensable para librar las batallas que vengan a partir del 1 de octubre del próximo año, cuando Andrés Manuel López Obrador ya no esté en Palacio Nacional
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES