A partir de hoy, faltan exactamente siete meses para que mas de 2 millones 700 mil votantes de la entidad acudan a las urnas para votar por la primera presidenta de la República, si no es que ocurre una sorpresa inusitada de aquí a esa fecha.
A juzgar por los resultados de las últimas elecciones locales, donde Morena se ha impuesto, todo hace pensar que Claudia Sheinbaum sería la candidata presidencial mas votada, sobre todo porque en el ambiente se percibe aun la inercia que llevó a Américo Villarreal Anaya a ganar la gubernatura, pero nada está escrito.
Ayer, se instaló oficialmente el Consejo Local del Instituto Nacional Electoral que conducirá el proceso en Tamaulipas que de hecho ya está en marcha.
En la 4T por ejemplo, están abiertos los registros para sus aspirantes a competir por el Senado o por alguna de las ocho diputaciones federales.
Al mismo tiempo, se afinan los detalles y se aceitan las estructuras para salir a pelear los votos en una elección trascendental para el futuro del país.
Es cierto que Tamaulipas no está entre las entidades más atractivas en términos electorales, por un padrón electoral que no llega a los 3 millones de potenciales votantes.
Pero -sobra decirlo- con lo que está en juego en el 2024, cada voto cuenta.
A eso se suma que históricamente, el electorado tamaulipeco ha tenido un comportamiento poco predecible en las elecciones presidenciales.
En 1994, tras el asesinato de Colosio, el PRI arrasó en la entidad como arrasó en todo el país.
Aquí, el 46.23 por ciento de los votos fueron para Ernesto Zedillo, el 26.49 por ciento para Diego Fernández de Cevallos y el 18.52% para Cuauhtémoc Cárdenas.
Es decir, los resultados en Tamaulipas fueron coincidentes con los de toda la República.
Algo similar pasó en la elección de la alternancia, a pesar del férreo control que todavía tenía el PRI en la estructura política del estado -Tomás Yarrington recién había asumido la gubernatura- el candidato Vicente Fox obtuvo el respaldo 47.45 por ciento de los votos tamaulpecos.
El segundo lugar fue para el priísta Labastida con 40.56 por ciento, y Cuauhtémoc Cárdenas sacó el 8.32 por ciento.
La situación empezó a cambiar en el 2006.
Seis años después, con Eugenio Hernández en la gubernatura de Tamaulipas, ya con los primeras fisuras en el partido-gobierno, las posiciones de la elección presidencial en Tamaulipas fueron las mismas que a nivel nacional, pero los porcentajes fueron muy distintos.
Felipe Calderón arrasó en el estado con 41.3 por ciento de los votos, contra el 26.51 por ciento que obtuvo Andrés Manuel López Obrador, mientras que la estructura priísta alcanzó a sacar el 25.89 por ciento.
Fue la famosa elección del fraude electoral, y de las llamadas de Elba Esther Gordillo a los gobernadores priístas.
Para el 2012 se consolidaron las preferencias electorales del PAN en Tamaulipas al tiempo que se cocinaba la debacle priísta, dos factores que contribuyeron a un resultado sorpresivo: Josefina Vázquez Mota, quien en el contexto nacional quedó en tercer lugar, aquí fue la candidata más votada con 41.77 por ciento de los votos, contra el 30.66 de Enrique Peña Nieto y el 13.87 por ciento de López Obrador.
En esa elección, llegó al Senado Francisco García Cabeza de Vaca, quien cuatro años después ganó la elección por la gubernatura de Tamaulipas por primera vez para la oposición.
Luego, en el 2018, Tamaulipas volvió a sintonizarse con las tendencias y nacionales no fue ajeno al fenómeno López Obrador, quien arrasó en el estado con 40.33 de los votos contra el 26.91 por ciento del panista Ricardo Anaya.
Por si queda alguna duda de la trascendencia de la próxima elección, vale recordar que ese año, también llegó al Senado el actual gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal Anaya.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES