2 julio, 2025

2 julio, 2025

¿Apego o manía?

Ramón atesora sus cosas celosamente, y no le importa lo que los demás digan o piensen

CD. VICTORIA, TAM.- El Caminante conoció a Ramón hace poco, ya que estaba interesado en comprar un rin 15 y por medio de Facebook se puso en contacto con él.

Luego de un breve intercambio de mensajes, pactaron una visita en casa del ‘Monche’ en una céntrica colonia de esta capital.

No fue difícil localizar el domicilio, que en su fachada parecía ser de lo más normal. Ramón llegó en su bicicleta minutos después sonriendo y saludando muy amablemente. – ¡Buenos días ‘mai’! a’i disculpe la tardanza, es que fui a comprar unas veladoras ahí a Subodega – dijo el hombre aquel como de 55 años, chamarra militar, cabello cano y barba desaliñada.

Con pausada calma sacó sus llaves y abrió los dos candados y la cerradura de su casa. Entraron a un pequeño cuarto sin ventanas que da hacia la calle, con una cama individual y el espacio restante repleto de cajas de cartón, con lo que parecían ser revistas y periódicos.

Entre la oscuridad avanzaron a otra puerta que comunica al patio trasero. Lo que vio el Caminante es una de esas estampas que solo se muestran en programas de televisión.

El terreno, delimitado con una alta barda, carecía de construcción, a excepción de otro pequeño cuarto de madera al fondo, toda la demás área estaba ocupada por un universo de triques y chácharas apilados, que creaba dos estrechos pasillos.

Estufas, bicicletas y triciclos infantiles, trastos de cocina, llantas de todo tipo, abanicos descompuestos, tanques de gas, láminas acanaladas, herramienta oxidada o aceitosa, pedazos de carrocería de lo que parecía ser un sedán Volkswagen, tinas de lavadoras, mesas de madera con infinidad de fierros, fierritos y fierrotes viejos, bocinas y parlantes, escaleras rotas y un viejo refrigerador blanco (con más objetos en su interior) entre muchas, muchas otras cosas más.

Al principio, el Caminante pensó que aquello era o lo fue, una compra de fierro viejo, aluminio cobre etc. – ¿A poco aquí es compra de fierro jefe? – preguntó el Caminante. – Nombre, aquí es mi casa – dijo el hombre enseñando sus dientes amarillos al sonreír.

– Perdón mano, es que como tienes bastantes cosas de metal aquí. – ¡Ah!, ¿lo dices por los fierros? lo que pasa es que ‘no he ordenado’. – Tienes de todo aquí carnalito. – Si, ya sé, mi hermana cada que viene me regaña, me dice que ya limpie y que me deshaga de todo, pero pues hay muchas cosas que todavía ocupo.

El hombre se quitó la gorra y se rascó la cabeza con una mirada inexpresiva. – Yo no sé por qué les preocupa tanto que yo tenga mis cosas aquí, me dicen que es puro criadero de ratones y tlacuaches, pero la verdad que ni eso. – ¿Y desde cuándo guardas tus cosas aquí Ramón? – preguntó el Caminante. – ¿Aquí? Ora verás… yo llegué aquí en el 92, ¿31 años? – ¿Y llegando luego luego empezaste a guardar tus cosas? – ¡Ah, no! de hecho empecé a construir, aunque no lo creas abajo de todo esto hay cimientos, mira ahí se alcanzan a ver unas varillas que salen del piso. – ¿Y ya no le seguiste con la construcción? – Nomás alcancé a hacer el cuarto de la entrada, porque luego murió mi esposa.

– Lo siento mi amigo, me imagino que eso debió ser muy triste. – La verdad si, ahí fue cuando me perdí en el trago. – Újule, eso sí es gacho. – Si amigo, el alcoholismo es como un pantano, te destruye por completo … luego me ‘dieron pa’ fuera’ de la chamba, total que toqué fondo, pero pues ya ando mejor, ya no tomo – relata Monche con la voz entrecortada por un nudo en la garganta.

– ¿Y a qué te dedicas ahora? – Compro y vendo herramientas y fierros, y los vendo en los tianguis, no siempre, también limpio solares y hago otras chambitas, luego me voy por temporadas a Xico con mi hermana. – ¿Y cómo empezaste a juntar tantas cosas carnal? – Todo empezó con un refri que me regalaron, lo usaba para guardar bocinas adentro, hasta que ya no cupieron, luego conseguí esa mesa de allá, pa’ las partes de un carro que deshuese, y pues de ahí me fui haciendo de ‘mis cositas’ poco a poco.

– Me imagino que todo esto sirve todavía, Món? – ¡Claro que sirve! no es basura, todo lo voy vendiendo poco a poco, un señor de ‘la Estudiantil’ me va a comprar esas partes de ‘vocho’… Ramón movió unas llantas apiladas en un rincón y sacó el rin 15 que habían comentado por inbox.

Pactaron un precio razonable, realizaron la compra-venta, y se despidieron como si hubiesen sido camaradas desde hace mucho tiempo.

Aunque le cuesta aceptarlo, Ramón está consciente de que es un acumulador, y que detrás de eso hay broncas y emociones atoradas que debe sanar. Ojalá que le vaya bien con la vendimia. Demasiada pata de perro por esta semana.

POR JORGE ZAMORA

Facebook
Twitter
WhatsApp