El proceso electoral de Morena se ha complicado, al menos, en tres municipios del estado debido a las pugnas de poder entre sus propias tribus. En Victoria, Matamoros y Tampico, el PAN tendría la oportunidad de capitalizar un escenario de pugnas entre sus grupos políticos.
En Victoria, por ejemplo, el alcalde Eduardo Gattás ha mantenido en funcionamiento una maquinaria de operación política para hacer frente a los grupos panistas y priistas que aún conservan fuerza, pero mantiene fricciones constantes con grupos que deberían ser aliados.
Los principales roces del alcalde se han dado con el PT, que promueve al diputado local Pepe Braña, cercano también al senador José Ramón Gómez Leal.
Como tercero en discordia, el empresario Jorge ‘Tico’ García es respaldado por un sector del morenismo cercano al poder. Aunque Tico mantiene una postura de no entrar en conflictos, su grupo consciente o inconscientemente genera división entre aliados.
La fuerza que aún mantiene, por otra parte, el exalcalde priista y ahora panista Oscar Almaraz y la diputada local del PRI Alejandra Cárdenas vaticinan una contienda reñida, principalmente por el capital político que aún conserva el exalcalde y el respaldo de cabecistas y truquistas que aún poseen el capital suficiente para solventar una elección local.
En el otro extremo del estado, en Matamoros, los grupos políticos locales mantienen una buena relación con el alcalde Mario López, pero no sucede lo mismo con sus aliados.
Mientras el diputado local Alberto Granados perfila su candidatura para el ayuntamiento de la ciudad fronteriza, “La Borrega” impulsa a su titular de Bienestar, Carlos Ballesteros.
Las fricciones entre López y Granados son evidentes, e incluso el alcalde ha aprovechado el estrado para arremeter contra el diputado local.
En medio de la pugna del grupo de Mario López y de Beto Granados, respaldado desde Ciudad Victoria, la Secretaría de Finanzas también alzó la mano para entrar a la contienda, pese a sus dudas de abandonar un puesto clave del gabinete ameriquista.
Lozano posee la suficiente fuerza y respaldo de los grupos para enfrentar a la exalcaldesa Leticia Salazar. Una tarea difícil para el morenismo matamorense, sobre todo si Mario López continúa con su berrinche de imponer a su sucesor.
En Tampico, el panorama es distinto y desde un principio una misión imposible para los morenistas. Pese a las fricciones que se han dado entre Mon Marón, Rosa Azcárraga y Pepe Sheckaibán, el liderazgo que mantiene el alcalde Jesús Nader Nasrallah le da al panismo local los suficientes activos para ganar la elección sin contratiempos.
La única figura porteña que conserva una fuerza competitiva es la secretaria del trabajo Olga Sosa y la regidora Mónica Villarreal Anaya, hermana del gobernador del estado.
Mónica tiene las suficientes credenciales para llevar a cabo una elección competitiva, pero sin dar señales de buscar la candidatura, pese al respaldo que le dio en su informe la élite ameriquista.
La diputada local Úrsula Salazar ha invertido una fortuna en promover su imagen, que no ha logrado repuntar pese al despilfarro de recursos públicos. Hasta el momento, la sobrina del presidente Andrés Manuel López Obrador se ha autodenominado como la candidata para enarbolar la causa cuatroteísta en el Puerto Jaibo.
Son tres lecturas de tres municipios de peso electoral que encienden desde ahora las alertas al interior del morenismo, y cuyas pugnas ponen en riesgo el resultado en unas de las elecciones más importantes de la historia.
Altamira, la Huasteca y el Altiplano
El exalcalde de Altamira Juvenal Hernández dio la sorpresa a propios y extraños al obtener su registro como precandidato de Morena a la alcaldía.
Es evidente su fricción desde el inicio con el alcalde Armando Martínez, pero la fuerza de su grupo político le da la misma oportunidad para lograr la candidatura.
Y demuestra además la emergencia de grupos políticos que fueron apabullados en el pasado pero han tomado un segundo aire por la falta de cuadros políticos en el municipio y por las pugnas que se dan entre morenistas.
En la periferia, la Huasteca y el Altiplano, cualquiera sea el candidato y/o partido, el sello del “Truco” Verasteguí se mantiene como un claro ejemplo de los cacicazgos que aún prevalecen en la zona rural del estado.
Verástegui además ha logrado extender su dominio hasta el centro del Estado, lo que le permite mantener una relación fría con el cabecismo que aún no asimila que perdió hasta el control de su partido.
POR ALFONSO GARCÍA RODRÍGUEZ
@pedroalfonso88