En política las certezas son la columna vertebral de toda propuesta electoral. Por una razón no conocida que sólo se explicaría en función de la desarticulación del acuerdo político entre los tres principales partidos de oposición, el Frente Amplio por México cambió el título de su organización que mandaba un mensaje muy claro de coalición y alternancia y pasó a un título que desinfló expectativas: Coalición Fuerza y Corazón de México, una frase que ilustraría más un concurso de canciones y cantantes que disputa por el poder presidencial.
Los tres presidentes de los partidos de oposición no entendieron que el principal obstáculo para influir sobre el ánimo de los votantes estaba en tres rubros importantes: el desprestigio de las siglas partidistas PRI-PAN-PRD, el desdoro –para decir lo menos– de las tres figuras políticas que presiden a la oposición y el mensaje de una oposición real a contra Morena y López Obrador.
El concepto de Frente Amplio fue rescatado por Manuel Camacho Solís en 2006 para blindar un poco la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador y para rescatar el mensaje de unidad opositora que había abierto Cuauhtémoc Cárdenas y el Frente Democrático Nacional en 1988 y que el PRD por sí mismo había desgastado en las presidenciales de 1994 y 2000.
Con una cultura política de argumentaciones sólidas, Camacho detectó que el concepto de Frente Amplio venía de experiencias latinoamericanas en donde la oposición había derivado a formaciones de izquierda socialista. El primer Frente Amplio mexicano nació con sentido político; bastaba por sí mismo el concepto de Frente Amplio para dejar entrever alianzas entre partidos con ciertas formaciones internas opositoras, pero el tercer apellido fue Progresista y con ello diluyó bastante el efecto político de la oposición. Pero nada se podía esperar de un PRD en modo priista y nacionalista revolucionario, un PT salinista con grupillos anarquistas muy regionales y el Partido Convergencia que ya perfilaba el oportunismo político de Dante Delgado Rannauro.
Aún con todas estas limitaciones y contradicciones, el concepto de Frente Amplio se convirtió en una propuesta política opositora que vendía cuando menos una alianza entre las tres fuerzas –sin el PRI– más importantes que estaban siendo borradas por López Obrador y Morena. En este contexto, la liquidación del concepto de Frente Amplio PRI-PAN-PRD y su transfiguración en Fuerza y Corazón de México causó ya un desánimo porque perdió el impulso que traía la coalición opositora para quedar en una candidatura sin lenguaje político de alternancia.
Si la candidatura de Claudia Sheinbaum Pardo conserva su nombre como “Juntos Haremos Historia”, la potencialidad del lenguaje político presentará a un grupo dominante que controla el poder sobre una oposición que se identifica con un nombre muy común en juegos florales poéticos de provincia.
Y si a ello se agrega la disociación al parecer irreconciliable entre el bloque Xóchitl-derechismo panista-Coparmex-ultraderecha-Vox española-Yunque-Claudio X. con respecto a los tres partidos opositores, entonces se verá que la oposición habrá perdido potencia en el lenguaje político propositivo para confrontar al bloque López Obrador-Morena.
El cambio de nombre de Frente Amplio a Fuerza y Corazón de México debe leerse como un deslindamiento de la fibra real que parecía tener la oposición luchando por el poder y el agotamiento de la candidata Gálvez Ruiz respecto del apoyo y participación de los tres partidos opositores. Y el problema se va a agravar si el nombre de la Coalición Fuerza y Corazón de México también se utiliza en las campañas por nueve gubernaturas, 500 diputados y 128 senadores.
MENSAJE POLÍTICO. Muy interesante resultará la Convención Nacional Magisterial que se realizará este fin de semana en la Ciudad de México, sobre todo ante la crisis que padece este sector tanto en lo laboral como en lo profesional. Hay que recordar que para la OCDE México está en el top de los de los países que menos invierten en educación y ese será un tema para tratar.
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Política para dummies: en política todo se define con el nombre.
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Por Carlos Ramírez
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