La gobernanza para el segundo tramo de la administración de Américo Villarreal Anaya pasa en buena medida por los resultados que obtenga Morena en la elección del 2 de junio.
Se impone como prioridad obtener una mayoría significativa en el Congreso, pero también ganar muchos más ayuntamientos de los que gobierna actualmente, porque a la fecha sigue vigente la disposición de que al menos 22 cabildos avalen cualquier reforma a la Constitución de Tamaulipas.
Es decir, para que Morena por fin rompa los candados que se aplicaron a diferentes áreas de la estructura pública del estado, necesita forzosamente de contar con el voto de al menos 24 diputados y más de la mitad de los ayuntamientos.
Durante los últimos dos años, la 4T en el Congreso ha tropezado una y otra vez con los números, por más sumas y multiplicaciones que ha ensayado, no ha pasado de los 20 ó 21 votos, insuficientes para tener la mayoría calificada que le permitiría por ejemplo, echar al Fiscal Anticorrupción, o disponer del cargo de Fiscal General de Justicia, si así lo desearan.
Pero no es solo una cuestión de matemáticas, la bancada morenista ha quedado retratada como incapaz, y salvo por uno o dos excepciones, ha mostrado además de una ignorancia escandalosa, una disfunción parlamentaria asombrosa.
Por eso, la 4T no puede volver a equivocarse en la selección de candidatos. Si de verdad quieren cambiar la historia de lo ocurrido en la 65 Legislatura, deberán postular personajes aptos para ganar elecciones, pero también para hacer política en el Congreso.
Tendrán que poner especial atención en los nombres que inscribirán en los primeros lugares de la lista de candidatos de representación proporcional.
En el equipo de enfrente, por ejemplo, ha trascendido que integrarán en esas posiciones a personajes como Gerardo Peña e Ismael García Cabeza de Vaca, dos políticos que por impopulares difícilmente ganarían una elección para cualquier cosa, pero que se han vuelto especialistas en la tarea de fastidiar al gobierno, y al mismo tiempo, defender las causas de su líder político, el ex gobernador.
Ha trascendido que en los cuartos de guerra de la 4T están conscientes de la necesidad de formar una bancada sólida, sin fisuras ni eslabones frágiles, y planean presentar una lista de candidatos -de mayoría y pluris- capaces de abanderar ahora sí los proyectos del Ejecutivo.
Según estas versiones, los elegidos no serían necesariamente los que impulsan las tribus morenistas para representar a sus intereses, sino personajes con más peso político, y sobre todo con experiencia legislativa.
El mensaje en todo caso, sería que Morena en Tamaulipas ya no está para experimentos.
El desempeño de su actual grupo parlamentario es la muestra de lo mal que pueden salir esas apuestas.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES