Desde hace días la ciudad se ha ido llenando de corazones rojos. Pronto, en días previos al día del amor y la amistad- como se denomina al 14 de febrero- el oficio de amar y ser amado se plasmará en cuadernos escolares, en la conversación de muchachas y muchachos, en bardas, en la luz de los ojos que descubren el amor en otros, en un beso largamente esperado, en un inesperado regalo, un peluche, en costosos o baratos chocolates, en la decoración de restaurantes, hoteles y moteles de paso, adornos de negocios, en la canción dedicada en la vieja estación de radio, en frases cursis y reiteradas en las redes sociales.
Serán parejas haciéndose arrumacos, tomados de la mano por la calle Hidalgo. Tal vez se vuelvan más notorios los pichones haciendo el amor al aire libre en la plaza de armas.
¿Y por qué no?, los corazones rotos en pedazos recordadarán al ser amado, al amigo ausente, a lo que no pudo ser, al amor que se fue. En virtud de lo cual, como dice una canción: Para el amor no hay olvido. El amor es sacrificio y es amor, es un pretexto para irse de pinta, para ver el reloj, para establecer una cita.
¡Cómo no! Si el amor lo es todo. ¡Ay amor que no ocupas un día sino todo el año! Pero este día es el de las rosas y las flores amarillas. Habrá amor instantáneo, el del suave roce de la mano, amores secretos, amor platónico, amor que se esconde y otro que se la rifa, amores extraños, amores imposibles. Existirán también aquellos que entre el odio y el amor estén a un paso.
El mundo ha tenido de todo junto a ese gran sobreviviente que es el amor, amor se hizo una guerra, Cleopatra entregó Ejipto, una mujer abandonó a su marido, el Rey David agarró a la esposa de su hermano. Platón se enamoró de Socrates que tal vez no existió.
“Qué es poesía” , se preguntaba Baquer, para después contestarse en un breve poema: “¿Y tú me lo preguntas?, poesías eres tú” . Igual se puede decir del amor. El amor es total, multitudinario e individual, abarcador, masivo, contradictorio y acertivo, es único y lo es todo.
Quienes escribieron la Biblia refieren que alguna vez le pidieron a Jesús resumiera los diez mandamientos, a lo que respondió que el primero es “ama a tus semejantes como a ti mismo”. De ese tamaño es el amor. Quizás por eso se nace amoroso.
Con el tiempo el amor se esconde o se prodiga, eso por afanes de sobrevivencia, por si las dudas, por prejuicio o por ignorancia. Y sin embargo, siendo el amor una totalidad, está en todas partes aunque se cubra. Abajo de una piedra aunque se instale otra, la fuerza del amor es capaz de moverla.
La palabra amor dicha por un poeta es otra; dicha con sinceridad, a todos nos hace poetas bajo la lluvia o en una noche de luna. Voy a apagar la luz, para pensar en ti, y el pensamiento viaja, rompe distancias y el amor todavía existe en el recuerdo, en la ilusoria utopía de los días con sus noches oscuras.
El gran poeta mexicano Jaime Sabines confiesa: ” Los he visto en el cine, frente a los teatros, en los tranvías y en los parques, los dedos y los ojos apretados. Las muchachas ofrecen en las salas oscuras sus senos a las manos y abren la boca a la caricia húmeda y separan las piernas para invisibles sátiros. Les he visto quererse anticipadamente, adivinando el goce que los vestidos cubren, el engaño de la palabra tierna que desea, el uno al otro extraño. Es la flor que florece en el día más largo, el corazón que espera, el que tiembla lo mismo que un ciego en un presagio”.
Son tal para cual – dice la gente – está el sapo para la pedrada. Busca la media naranja, su otra mitad y la deja ir, me gustaba más la otra que traía, ella es muy interesada, se ve viejo para ella, pero para el amor no hay edades, andan desde la secundaria, fue amor a primera vista, hasta que la muerte nos separe. Y quien sabe.
HASTA PRONTO
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POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA