Como parte de un fenómeno de franca apropiación cultural la clase media quiere convertir en patrimonio propio la legislación electoral, las instituciones electorales INE y TRIFE, el Poder Judicial y los organismos autónomos, que en teoría deben servir a la nación y de hecho y de derecho le pertenecen a todos los mexicanos.
Claudio X González el junior empresarial convertido en ideólogo y patrocinador de la formación de la alianza de partidos de la derecha integrada por el PAN-PRI-PRD ahora Coalición electoral Fuerza y Corazón por México, ha sido también junto con 200 organizaciones empresariales, organismos no gubernamentales y sociedad civil, quienes han asumido la defensa de esas leyes e instituciones de unos ataques imaginarios, que a su manera de ver los ponen en riesgo.
Para la defensa de estas instituciones han convocado a la realización de manifestaciones masivas en la avenida Reforma y El Zócalo de la Ciudad de México, y en las principales calles, avenidas y plazas, en algunas ciudades de la república.
La primera marcha se realizó bajo el lema EL INE NO SE TOCA para oponerse a la propuesta o iniciativa de reforma electoral constitucional y legal presentada al Congreso de la Unión por el Presidente de la República, cuya discusión y consenso obviaron los grupos parlamentarios de esos partidos de oposición y fue detenida por no contar con la mayoría calificada por tratarse de un proyecto de reformas a la Constitución.
La segunda marcha y concentración en El Zócalo de la Ciudad de México tuvo como fin alentar a la SUPREMA CORTE DE JUSTICIA, bajo la consigna NO AL PLAN B para que no permitiera la promulgación de las reformas a cuatro leyes electorales que habían sido aprobadas por la mayoría simple de las cámaras de diputados y senadores. La Corte declaró inconstitucionales las reformas aprobadas por las cámaras.
Ahora la tercera marcha esta convocada para llevarse a cabo el próximo 18 de febrero bajo la consigna POR LA DEFENSA DE LA DEMOCRACIA frente al Palacio Nacional en El Zócalo de la Ciudad de México y según publicó Claudio X González en la red social X, en más de 100 ciudades de la república.
Es pertinente decir que estas expresiones públicas aunque se hagan a nombre de todos, sólo representan a una pequeña parte de la ciudadanía de nuestro país y por lo tanto los discursos que se pronuncian a nombre de todos constituyen prácticamente un secuestro político de las instituciones democráticas que no han sido ni son víctimas de ningún ataque.
Porque no es un ataque proponer la reforma de la Constitución y de algunas leyes, proponer la modificación o desaparición de algunas instituciones autónomas no constituye un ataque. Una iniciativa de ley es una convocatoria a la discusión política y a la búsqueda de consensos parlamentarios para arribar a acuerdos en beneficio de las ciudadanos y las entidades federativas representadas en el Congreso de la Unión.
Los legisladores de la Constitución en 1917 pusieron como requisito para reformarla contar con una mayoría calificada en cada una de las Cámaras de Diputados y Senadores y la mayoría de los Congresos de los Estados de la República con el fin de evitar que una mayoría simple se apoderara por sí misma de todas las decisiones fundamentales, y de motivar una discusión plural que fortaleciera el desarrollo democrático del país.
Pedir que los ministros de la Corte, los magistrados y los consejeros electorales dejen de ganar sueldos y compensaciones excesivos no es atentar contra la Suprema Corte de Justicia, ni el INE, ni el TRIFE. Proponer que esos funcionarios sean electos por los ciudadanos no tiene como propósito destruir a las instituciones sino dotarlas de mayor legitimidad y de un compromiso de rectitud e imparcialidad frente a la sociedad que los elige.
Llevar a la plaza pública en manifestaciones multitudinarias la demanda de no tocar a las instituciones y a las leyes nos pone frente al curioso caso de una minoría representada por la clase media que se opone a la mayoría histórica en nombre de la democracia, una minoría que prefiere los cacerolazos callejeros al diálogo y la civilidad en los recintos legislativos que sí representan al total de la sociedad. En todo caso la mejor defensa masiva de la democracia la hacen los ciudadanos con su voto en las urnas electorales.
POR JESÚS COLLADO MARTÍNEZ