En mi recorrido habitual por las arterias de Ciudad Victoria –que es intenso por ejercer el periodismo– acostumbro invariablemente observar el estado de sus calles y avenidas, parques y jardines, por lo que he sido, soy testigo de la transformación que el alcalde Eduardo Abraham Gattás Báez procura para devolverle a la capital del estado la imagen de ser una ciudad limpia.
El programa de bacheo ha rendido los frutos proyectados –esto puede confirmarse al transitar sobre la cinta asfáltica– aunque sé que aún quedan deterioros sin atender por la carga de trabajo; igual otros proyectos para la rehabilitación de áreas verdes, por lo que veo con simpatía es el empuje cotidiano de los trabajadores del ayuntamiento para chapolear camellones, poner rodetes a los árboles, retirar la basura, marcar con piedras pintadas de blanco zonas no accesibles para caminar y, lo mejor, hasta siembran plantas, contribuyendo a la reforestación y embellecimiento de la localidad.
También quitan de andadores cualquier obstáculo que pudiera poner en peligro la integridad física de los peatones, tiñen cordones –a fin de delimitar el área peatonal–, rasuran palmeras, arrancan árboles inertes y en su lugar siembran nuevos.
Usted, seguramente, ha transitado en los últimos días por el otrora libramiento (hoy llamado boulevard) Naciones Unidas, sobre las rúas Fidel Velásquez, del llamado 17 (Francisco I. Madero) y las avenidas 5 de Mayo (conocida como el 16), La Paz, Adolfo López Mateos, José López Portillo y otras, dándose cuenta del cambio en lo que toca a su rehabilitación y limpieza.
No hay grandes obras en esta administración municipal, es cierto, pero esa ‘manita de gato’ (o el ‘zarpazo de jaguar’) que reclamaba la ciudad lo atiende (y bien) el alcalde, por lo que da gusto transitar por las arterias citadinas observando la transformación de su imagen.
Por cierto, hace días, el gobernador Américo Villarreal Anaya y Gattás Báez dieron el banderazo de salida a seis nuevos camiones recolectores de basura, una barredora, un camión de bomberos, un camión ‘Detroit’, once motocicletas y dos motocarros; además entregaron mil luminarias ‘Led’ adquiridos en donación y con recursos propios del municipio y Fideicomiso de Capitalidad, con una inversión superior a los 17 millones de pesos.
Sondeos que fallan
La percepción ciudadana discrepa de las estadísticas que ofrecen las empresas encuestadoras en relación al posicionamiento de los tres candidatos a la Presidencia de la República, tras haber sido registrados ante el Instituto Nacional Electoral (INE).
Sobre todo, porque éstas, según se sospecha, podrían alterar sus resultados a capricho de los clientes ocasionales, con el fin de inducir el voto, tempraneramente, a favor o en contra de actores predeterminados.
Nunca antes, como en este proceso comicial, la mercadotecnia se hubo involucrado tanto en una justa –incluso ni en 2018–, y menos los candidatos a la jefatura del Poder Ejecutivo Federal les dieron tanta importancia a los parámetros con que ahora se miden los escenarios rumbo a la jornada comicial de junio próximo.
Pero hoy también son ellos, los candidatos, quienes se encargan de desacreditar los sondeos de opinión.
Y más cuando aparecen con menos puntos porcentuales que uno o más de sus pares que sí han sabido cómo, dónde y en qué gastar el dinero que les llega vía prerrogativas.
La danza de corporativos registrados o no ante el INE, es otra de las causas que estimula la incredulidad del pueblo ante las cifras divulgadas al menos en los días más recientes.
Y con justa razón, pues cada mes se publican al menos una decena de estudios demoscópicos.
Las empresas (todas), por su parte, arguyen ser independientes, éticas; aplicar en su levantamiento una metodología probada con índices menores de error; practicar entrevistas aleatorias en todo el país –aunque hasta la víspera no sé de persona alguna que haya sido alguna vez consultada ex profeso–, y hasta se disputan el derecho a anticipar el resultado de los comicios.
En otras circunstancias, como en 2018, no acertaron en sus pronósticos –hay que reconocerlo–, porque Andrés Manuel López Obrador dio la sorpresa al adjudicarse más votos que sus contrincantes.
Por tanto, desmeritar su triunfo por los más de 30 millones que obtuvo, resultaría estúpido e irresponsable, aunque se haya votado no a su favor, sino en contra del poder omnímodo de la mentada gran familia revolucionaria.
Refiero lo anterior para confirmar que las encuestas fallan y no son del todo confiables.
Lo que ocurre en esta ocasión, es que la percepción ciudadana difiere en mucho de la medición practicada en segmentos poblacionales con menos hambre que la que nos sobra.
Usted bien puede comprobar esta apreciación, si acaso se diera tiempo para preguntar en familia, entre amigos o conocidos, qué opinan al respecto.
POR JUAN SÁNCHEZ MENDOZA
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