“Todo esto realmente amenaza con un conflicto con el uso de armas nucleares y la destrucción de la civilización. ¿No lo entienden?” fue la respuesta que le dio el presidente de Rusia Vladimir Putin a la declaración del presidente francés Emmanuel Macrón acerca de que el envío de tropas terrestres de la OTAN a Ucrania “no podía excluirse”.
La guerra en Ucrania lleva ya dos años y no tiene visos de solución, como todas las guerras es por búsqueda de poder, aunque lo vista de búsqueda del bien común.
En este caso las razones esgrimidas por Putin para la invasión de Ucrania han sido principalmente dos: la necesidad de “desmilitarizar” y “desnazificar” el país vecino. Putin busca su quinto mandato, y este discurso lo pronunció dos semanas antes de las elecciones en Rusia. Ambos argumentos son fáciles de rebatir, ya que Ucrania había entregado su arsenal nuclear a fines de 1994 para que le garantizaran su independencia, la cual fue apoyada por el 92,3% de los ucranianos.
En cuanto a la “desnazificación” es aún mas fácil echar abajo, el país ha tenido un primer ministro judío; Volodimir Hroisman y un presidente; Volodimir Zelenski muy difícil que tengan ideología nazi.
No, lo que busca Putin es extender su poder. En sociedad se requieren liderazgos, liderar a un grupo es una forma de ejercicio del poder, sin embargo, se requiere discernir entre aquellos que quieren efectivamente ayudar a los demás de los que buscan satisfacer su ambición.
Maquiavelo y Spinoza coincidían en que la esencia del hombre es el deseo y que es necesario cultivarlo de forma que sea benéfico para la sociedad, ejemplo de ellos son Martin Luther King, Gandhi, Nelson Mandela, entre otros, que poseyeron cualidades humanas como humildad, tolerancia, autocrítica, alegría. Sin embargo, otros como Putin, George Bush, Hitler, Perón, Fidel Castro se volvieron adictivos al poder y mostraron su intolerancia, megalomanía, narcicismo, demagogia, impulsividad, exceso de confianza que les hizo pensar que eran infalibles.
El médico David Owen definió como síndrome de Hybris a estos comportamientos. Estudió los perfiles psicológicos de los primeros ministros de Inglaterra y los presidentes de Estados Unidos de los últimos cien años y publicado en su libro “En el poder y la enfermedad”.
En un principio, el líder puede estar temeroso y dudar de su capacidad para gobernar. Sin embargo, con el paso de los días la incertidumbre disminuirá y empezará a atribuirse para si mismo todos los triunfos alcanzados por su régimen, además normalmente se rodea de personas que le festejan sus acciones, esto provoca, de acuerdo con Carlos Carvajal (“Síndrome de Hybris: descripción y tratamiento”) que el gobernante crea que nada de lo que dice, hace o piensa puede ser contradicho y se ve a sí mismo como infalible. La vida del líder se divide en un mundo de ganadores y perdedores, y él se cree el máximo ganador, el que lidera a los “buenos”.
Como producto de esto el gobernante es capaz de cometer fraudes, alterar hechos por medio de actitudes amenazantes y causar daños irremediables por la toma de malas decisiones que afectan al bienestar social. Entre los síntomas más comunes están el narcisismo, la elevada confianza en su propio juicio, la impulsividad, la pérdida de contacto con la realidad, la incompetencia y el rechazo a la crítica. Existen muchas formas de manejo del poder, influenciando, convenciendo, coaccionando, presionando, comprando voluntades o utilizando la fuerza.
Dado que nunca dejan de existir tensiones al ocupar un puesto de liderazgo oficial y la legitimidad con que llegó a obtenerlo quien lo ocupa, existen ritos y rituales para su entronización. Para ejercerlo, quien lo ocupa, lo hace de dos formas básicas: seducir y atemorizar. Asegurar la sucesión y reafirmar la legitimidad del mandatario entrante, constituyen un reto para toda organización humana.
Putin amenaza con destruir a la raza humana si la OTAN osa enviar fuerzas armadas a Ucrania, tomando una postura irreductible y amenazando con una guerra nuclear. El conflicto, que él pensó iba a resolverse a su favor en un lapso de días, no muestra indicios de solución.
Aunque no hay cifras oficiales, un informe desclasificado de los servicios de inteligencia estadounidenses enumeraba 315.000 soldados heridos o muertos en el bando ruso, 70,000 soldados ucranianos y mas de 10 000 civiles, muertes y daños a las personas causadas por una guerra que no tiene otro objetivo que el de expandir el poder del presidente ruso quien ya amenazó con usar las armas atómicas si lo considera necesario, aunque eso signifique la destrucción de la civilización.
Afortunadamente la mayoría de los miembros de la OTAN descartaron el envío de tropas a Ucrania.