En voz baja si se quiere, pero la mayoría de los candidatos de la 4T, sus operadores, y estrategas, advierten que no ha sido fácil aterrizar entre los votantes la explicación del llamado Plan C.
Resulta difícil entender por qué Morena, el PT y el Partido Verde tienen a los mismos candidatos para (casi) todos los puestos de elección popular que aparecerán en las boletas, pero no así para el Senado.
La fotografía del templete de Claudia Sheinbaum en Altamira servirá como testimonio para, en un futuro, recordar los extraños caminos que tomó la elección del 2024 en Tamaulipas.
Ahí estaban, en el centro y como protagonistas indiscutibles, los candidatos de Morena, Olga Sosa y José Ramón Gómez Leal.
En un extremo, los del Verde, Eugenio Hernández y Maki Ortiz; y en el otro los del PT, Cendy Robles y Francisco Chavira.
Todos, en el mismo manto de respaldo para la candidata presidencial, pero al mismo tiempo librando una férrea batalla por los votos que les permitan llegar a la Cámara Alta.
Ningún problema tendrán las fórmulas morenistas que avanzan con holgura en primer lugar de todas las encuestas, muy lejos del segundo y tercero.
Ahí es donde el terreno se vuelve pantanoso.
Si Maki Ortiz quiere alcanzar una curul sin necesidad de recurrir a la plurinominal suplente que le otorgó el Verde, tiene que redoblar esfuerzos pues no le alcanza el segundo lugar que actualmente le disputa a la coalición Fuera y Corazón X México.
El reto para todos los candidatos de la 4T está en calibrar el discurso: por un lado mostrar su respaldo sólido a la candidatura de Claudia Sheinbaum, pero en el caso del Verde y del PT, intentar diferenciarse de Morena para arañar puntos en las preferencias.
Ante este panorama complejo, la decisión al interior de Morena fue tajante: se procura una relación de cordialidad, pero que cada quien se rasque con sus uñas.
Y si hay agravios de alguno de los “aliados” habrá respuesta.
La advertencia fue clara, si Eugenio, Maki, Cendy y Chavira aspiran a ganar votos, deben buscarlos entre los indecisos, o en todo caso, entre quienes planean votar por el PRI, el PAN o lo que queda del PRD.
La estrategia, en ese contexto, se ha simplificado: en la calle, en sus spots, ante los medios de comunicación, los candidatos morenistas piden a sus simpatizantes que en las cinco boletas que tendrán en las manos el 2 de junio, los votos sean para Morena.
Lo mismo hacen los candidatos del PT y los del Verde, que la tienen más difícil, porque -sobra decir- la marca Morena representa el gran atractivo electoral en este proceso.
A Eugenio y a Maki les queda recurrir a su capital político personal, bien aquilatado en regiones como la frontera -Reynosa, por obvias razones-, y el centro del estado -Victoria, sobre todo- para aspirar a dar batalla en la elección.
POR MIGUEL DOMÍNGUEZ FLORES
