CIUDAD MANTE.- La sequía extrema y la reciente ola de calor que abrumó a gran parte de la zona temporalera de El Mante aceleró la mortandad de ganado mayor, y ahora lo que abundan son aves de rapiña devorándose los cadáveres putrefactos de vacas y becerros que murieron al no resistir más la falta de agua y pasto para alimentarse.
En comunidades como Magdaleno Aguilar, Lázaro Cárdenas, División del Norte, Los Dorados y Viejo Tantoán, los productores pecuarios coinciden que ya se han cumplido tres años de no recibir una buena lluvia, situación que los condujo a experimentar prácticamente todos los niveles con los que se clasifica la sequía; desde moderada, severa y extrema, y están al límite de enfrentar el punto más crítico del estiaje, la sequía excepcional.
Productores del ejido Magdaleno Aguilar como Fernando Colón, explican que la escasez de agua y pastos para alimentar a sus animales desde enero de este año provocó que el estado de salud del hato estropeara, pues primeramente enflacó, se debilitó y recientemente con la ola de calor que provocó temperaturas promedio de hasta 45 grados, terminó por siniestrar al ganado.
“Desde hace tres semanas, se están muriendo entre cinco y ocho animales diariamente por ejido, se desató la mortandad, aunque sabíamos que tarde o temprano sucedería esto no deja de generarnos tristeza porque en el campo esto es parte de nuestro patrimonio, esto apenas comienza, se vienen meses dramáticos para la actividad y no estamos preparados para ello”.
Y es que explicó que, las vacas que están “cargadas” mueren de calor, sed y hambre, o de plano al intentar parir, pues las altas temperaturas y la desnutrición las debilitó y les impide salvar a sus terneros, elevándose más sus pérdidas materiales y económicas.
Oswaldo Zapién, ganadero del poblado Nueva Apolonia, explicó que la situación es insostenible por el encarecimiento de los insumos que demanda la producción pecuaria, y los niveles de siniestralidad, una época que jamás había vivido así.
“Las pacas ya andan en 60 pesos, y no es tanto el precio sino el déficit de forraje para cubrir las necesidades del ganado, siempre ha existido el problema de sequía, pero en comunidades donde la ganadería es de riego desconocemos la forma de trabajar ante esos eventos, se viene meses negros para la actividad, solamente la lluvia puede evitar la catástrofe”.
POR RAMIRO ORTEGA