Este 15 de junio falleció el tamaulipeco Elías Orozco Salazar, uno de los más férreos activistas de izquierda, participante de un hecho histórico que marcó al país con la trágica muerte del empresario Eugenio Garza Sada en Nuevo León.
El oriundo de Río Bravo Tamaulipas murió este sábado en Ciudad Mante, donde se había establecido con su familia, fue un apasionado miembro del PT, la UGOCM, la Liga Agraria 23 de Septiembre y el Frente Amplio de Tamaulipas.
En agosto del 2018, el periodista Francisco Cuéllar entrevistó al Ing. Elías Orozco Salazar y habló sobre el crimen del empresario Eugenio Garza Sada, ocurrido el 17 de septiembre de 1973.
“La situación se salió de control”, afirma. En la entrevista, el ex guerrillero pidió perdón por la muerte de Garza Sada y relató los hechos. Elías Orozco Salazar fue diputado local por el PT, pero su lucha inició desde su juventud cuando era estudiante de Agronomía en Cd. Mante (UAT).
Fue un destacado militante de la lucha por la Autonomía Universitaria y un luchador social de la Generación de 1967, primera expresión de lucha de la izquierda democrática.
Orozco Salazar participó en el intento de secuestro del empresario Eugenio Garza Sada en Monterrey el 17 de septiembre de 1973. Tras el fallido ataque, el magnate regiomontano murió en el fuego cruzado.
Elías logró huir, pero fue detenido en Amecameca, Estado de México, el 6 de octubre, Su militancia en la lucha democrática después de la matanza del 2 de Octubre de 1968 y la represión de la Guerra Sucia del viejo régimen, la llevó a su máxima expresión en la lucha como militante del Movimiento Espartaquista Revolucionario, Liga Espartaco y en la Liga Comunista 23 de Septiembre.
-“La muerte de Don Eugenio nos marcó de manera trágica y dramática, y con el paso del tiempo me di cuenta que no era necesario que eso sucediera, pero no por culpa de nosotros, sino por una época marcada por la polarización política alentada por el gobierno y los empresarios”, relató Orozco Salazar.
A continuación, unos extractos de la entrevista del 2018. El 17 de septiembre de 1973, el tamaulipeco Elías Orozco Salazar, formó parte del comando guerrillero que dio muerte al empresario regiomontano Eugenio Garza Sada, crimen que pagó con más de 10 años.
Casi 45 años de aquel suceso pide perdón a la sociedad Sentado en una mesa de un café, sobre el Paseo de los Leones, con 75 años en sus espaldas, el ex guerrillero, Elías Orozco Salazar, a su paso por Monterrey, ha decidido sacarse el dolor que trae desde hace 45 años en su corazón: “Quiero pedirle perdón a Nuevo León, a México, a mi familia, a todos, el dolor que les causé por haber participado en aquella trágica mañana en el operativo donde murió Don Eugenio Garza Sada”.
Como activista Orozco Salazar, formó parte del comando que la mañana del 17 de septiembre de 1973, intentó junto con seis compañeros guerrilleros secuestrar a Eugenio Garza Sada, el empresario más poderoso e influyente de México en esos años.
Sostiene que por “la improvisación y errores de cálculo” tuvieron que matarlo junto con sus dos escoltas; también murieron dos integrantes del grupo subversivo: Anselmo Herrera y Javier Rodriguez Torres.
Aunque no está arrepentido de haber participado en la lucha armada, sí lamenta que haya perdido la vida un líder empresarial tan influyente como Eugenio Garza Sada.
“Me da pena y me da mucha vergüenza lo que pasó. Tengo un gran dolor desde entonces. Con el tiempo, nos dimos cuenta que no era necesario que sucediera”, confiesa.
Elías Orozco, desde que dejó la prisión se dedica al extensionismo rural, asesora y organiza a grupos de campesinos en Tamaulipas y en la huasteca potosina sobre proyectos productivos.
Fue diputado local por el PT. Recordó su protagonismo y sus años en el Movimiento Espartaquista, que lo llevó al intento de secuestro y muerte de Eugenio Garza Sada. -“El asunto de Don Eugenio fue un acontecimiento que nos marcó a muchos jóvenes. Nos marcó de una manera muy trágica, que con el paso del tiempo me di cuenta que no era necesario que eso sucediera, pero no por culpa de nosotros, sino por una época marcada por la polarización política alentada por el gobierno y los empresarios.
-“El problema fue cuando quise estudiar. No había carreras universitarias en Tamaulipas. Fui a la UNAM, a Chapingo, en Nuevo León intenté ingresar a la Facultad de Economía, pero me rechazaron. Busca tu universidad, me dijeron, y me fui a la Universidad de Tamaulipas, a la Facultad de Agronomía en Mante. Fui la primera generación, por cierto. Los maestros daban clases gratis”
-“había entonces un contexto de odio terrible dañó a los jóvenes y al pueblo. A los estudiantes nos iba muy mal…ocurrió lo del 68. En el país había una represión visceral y rabioso de parte del gobierno y de parte de los empresarios contra los movimientos simpatizantes del comunismo. Don Eugenio Garza Sada llegó a ser el Presidente de la Cruzada Nacional Anticomunista; se opuso al texto gratuito en 1962, al reparto de utilidades de la ley laboral; fue un hombre muy protagónico en contra nuestra”. “ No éramos ni comunistas, solo defendimos los derechos que defendieron en su tiempo Villa, Flores Magón. Todo esto nos fue impactando y radicalizando”, sostiene el ex guerrillero .
-Ante este enojo…¿en qué momento aparece Don Eugenio como objetivo de su lucha?
-“Hubo aquí en Monterrey un secuestro de un avión. Los compañeros de la Liga Comunista 23 de Septiembre, improvisan un secuestro de un avión donde iban dos funcionarios del consulado americano y también los hijos de Luis M Farías, quien gobernaba Nuevo León.
Ante ese hecho nosotros también, empezamos a planear un secuestro. Nosotros no habíamos visto como un método de lucha revolucionaria el secuestro”.
-¿Ahí surge la idea de secuestrar a Garza Sada?
-“Sí, fue circunstancial. Aunque se vieron a otros personajes como Don Manuel Barragán. Un señor muy conocido, muy altruista aquí en Monterrey. Los Lobo, familia influyente de aquí, pero estos eran muy desconfiados y traían mucha seguridad, y Don Eugenio era muy confiado, no traía tanta seguridad”.
-¿Cómo se planeó el secuestro?
-“Fue a partir de una fusión de varios grupos guerrilleros, nosotros formábamos parte del Movimiento Espartaquista Revolucionario con sede en Nuevo León y el 30 de marzo de 1973 nos unimos a la Liga Comunista 23 de septiembre. Hubo euforia y entusiasmo por la unión de fuerzas, aunque los de la Liga traían una secuela grave de daños; eran muy violentos, acelerados y hasta suicidas. Hicieron un triple asalto bancario desaseado y desorganizado que mataron a un guardia del banco, eso generó roces y odios internos. Nosotros teníamos una visión y criterio político diferente con ellos.
“Nosotros no queríamos dañar a la gente, ni tener fama pública negativa. A pesar de eso, se pensó en Don Eugenio como objetivo. Aún no éramos guerrilleros, no teníamos conocimientos de las armas ni del arte de la guerra; había mucha improvisación. Aun así fuimos por él. Dijimos, si esto nos sale bien, es el último secuestro que hacemos, porque el Estado se va a cerrar. El señor era tan poderoso que con su aval el FMI le daba créditos a México. El palomeó a Luis Echeverría para que fuera presidente. Era él la expresión máxima de la Oligarquía Mexicana, eso lo vimos y por eso se pensó en él.
-¿Cual era la negociación, entonces?.
-“Pedíamos que el gobierno sacara un manifiesto a la nación donde denunciábamos su carácter represivo y asesino que cancelaba los derechos sociales y políticos del pueblo. Ese era a grandes rasgos el contenido del pliego, además de la liberación de 52 presos políticos de alto nivel que tenían en las cárceles del país”.
-“También el plan era responderle al gobierno cómo estaba arrinconando al grupo, la campaña de lodo contra todos los movimientos armados: nos acusaban de delincuentes y locos”. -“Después del desenlace donde Don Eugenio sale muerto, sus dos guardias y dos de nuestros compañeros, Don Ricardo Margain Zozaya, dice que por culpa de las teorías y la tolerancia de Echeverría que deja que proliferen las ideas del odio de clase; nosotros éramos víctimas de ese odio. Don Eugenio era un activo personaje de ultraderecha, que también baleaba. Hubo una huelga, un movimiento obrero de Cristalería y Don Eugenio junto con sus socios les disparaban a los manifestantes hubo heridos, hasta allá llegaba la creencia de que él era impune. La vida da vuelta y si no son las instituciones, es la misma sociedad que genera personajes como uno”.
-¿Recuerdas cómo fue el operativo del secuestro?.
-“Esta es la parte más traumatizante. El señor llega a las 9 al punto donde lo esperábamos. Era un carro Galaxie negro. Le atravesamos una camioneta amarilla automática, yo voy arriba, atrás, y me bajo corriendo. Mis compañeros iban a someter a Don Eugenio. Yo no llegaba todavía al carro de él, cuando ya me había tumbado a dos compañeros. Don Eugenio dispara contra los dos compañeros que iban por él: Anselmo Herrera y Javier Rodríguez Torres y el otro compañero que estaba parado acá también le pega por ese lado… fue rapidísimo.
“Edmundo, otro de mis compañeros lo enfrenta, no le alcanza a disparar, pero el chofer sí. Yo llego a querer controlarlo, pero ya todo estaba consumado; se había fracasado. Yo me acuerdo que disparé cuatro tiros, pero cuando se hace el dictamen balístico tenía 17 tiros …ya le había pegado el compañero Edmundo y los demás compañeros; nosotros éramos seis, ellos tres. Todo sucedió en una fracción de segundos; perdimos el control”.
¿Cuántos guardaespaldas traía?
-“El traía dos guardaespaldas: el chofer y el que iba atrás. Eran gentes de alto nivel. Eso lo veo ahora; eran hijos de campesinos; eran de los nuestros, de nuestra clase. No había necesidad de que pasara esto. Era un empresario tan importante que podría haber sido derrotado como ahora el pueblo nos enseña, por la vía civil, sin la necesidad de la vía militar. Eso es lo que duele ahora”.
Durante el interrogatorio confiesa haber participado en el incidente de Monterrey el 17 de septiembre. -“Eso me salvó la vida, porque me iban a matar. Cuando supieron quien era, me trasladaron a Monterrey. Acá me presionaron mucho los empresarios: querían que confesara que Luis Echeverría había mandado matar a Don Eugenio. Jamás me hicieron confesarlo. –
¿A la distancia le pedirías perdón a la sociedad regiomontana por haber privado de la vida al hombre tan respetado por los nuevoleoneses?
-“Sí, empezaría a pedirle perdón a mi familia a la que tanto dolor se le causó. De mi rebeldía no me arrepiento. Pero sí le pediría perdón a mi padre y a mi madre, a mis amigos que tanta esperanza tenían de mí; y a la gente de aquí de Monterrey, de Nuevo León y de México. Soy un revolucionario que quiso e intentó ser y hacer lo mejor lo que marcaba la época. Lamentablemente, ahora a distancia lo veo con dolor…” –
¿Pagaste con cuántos años de cárcel…?
-Oficialmente fueron 17 años y medio. Tuve una sentencia de 54 años, pero de cuerpo presente 11 años, un mes dos días.. A mí me da pena y me da mucha vergüenza lo que pasó”.
POR STAFF